Editorial

UN COSTO LAMENTABLE

Una sorpresiva acción de seguimiento y vigilancia por parte de efectivos de la Comisaría de Buenos Aires permitió la semana pasada la captura de una joven comunicadora social que se encuentra vinculada al caso “La Centralita” y que se mantenía en la clandestinidad desde hace más de un año y medio.

Se trata de Kelly Pineda Bermúdez, una joven periodista que, como algunas otras, se vio inmersa en la turbia y escandalosa gestión del gobierno regional de Ancash encabezado por César Álvarez Aguilar, en el cual los actos de corrupción han manchado y arrastrado a muchas personas que no han encontrado otra manera de evadir la ley que ocultándose y viviendo a salto de mata.

Kelly Bermúdez se desempeñó como Jefa de la oficina de Imagen Institucional de la Sub Región Pacífico y, de acuerdo a los cargos incriminatorios, también habría trabajado en “La Centralita” monitoreando los programas de televisión para identificar a periodistas y medios que atacaban al entonces presidente regional, César Álvarez.

Por ello fue comprendida en esta megainvestigación acusada de cargos delictivos de complicidad en Peculado y coautora del delito de asociación ilícita para delinquir, recibiendo una orden de prisión preventiva de 18 meses en Mayo del 2014, la cual ha sido ampliada para todos los investigados.

La requisitoriada se ocultaba en una vivienda del A.H. “Sánchez Milla”, aparentemente, desde hace varios meses y al cuidado de sus propios familiares, por ello es que al tener información la Policía de su posible ubicación en dicho lugar montó un operativo de vigilancia permanente para los efectos de corroborar esa información.

Fue por ello que la tarde del pasado lunes los agentes encargados de este seguimiento observaron que la prófuga había salido al frontis de la vivienda, vestía prendas cortas de color lila y se mostraba distraída como convencida que en ese lugar jamás la encontrarían, menos aun sospechaba que existían agentes policiales que estaban merodeando la zona.

Cuando los efectivos se acercaron a la requisitoriada y ésta advirtió que se trataba de Policías corrió al interior de la vivienda pensando que allí estaría a buen recaudo y que no la podrían aprehender dentro del inmueble, empero, teniendo en cuenta que en Chimbote rige un estado de emergencia en el que se ha dejado en suspenso el derecho a la inviolabilidad del domicilio, los efectivos policiales irrumpieron y pudieron capturarla ante la sorpresa de quienes la acompañaban.

La propia investigada dio a conocer a los efectivos policiales su identidad completa y admitió que pesaba sobre ella una orden de prisión preventiva por el caso “La Centralita” por lo que fue conducida a la sede policial en medio de celosas medidas de seguridad en razón que muchas veces los familiares, amigos y vecinos suelen hacer causa común y tratan de impedir la acción policial.

Sin embargo, la Policía consiguió su cometido y puso a la detenida a disposición de la Policía Judicial de Chimbote y, de acuerdo a las ordenes de captura emanadas de un Juzgado Penal Nacional, fue trasladada a la capital de la república inmediatamente a efectos que la deriven al presidio que le corresponde hasta que se dilucide su condición jurídica en este caso que tiene plazo de investigación hasta el año próximo.

De esta manera se ha sellado la suerte de una joven que como muchos otros reclamaron desde la clandestinidad un trato distinto al que se le otorga a quienes manejaron los recursos del gobierno regional y que son, en todo caso, quienes deben responder por malos manejos o campañas de desprestigio y psicosociales contra los opositores al ex presidente regional César Álvarez, es decir, todo lo que se hacía y orquestaba en el bunker político conocido como “La Centralita” y cual solía acudir la investigada como muchos otros aúlicos de la gestión regional.

Así como Kelly Pineda aún quedan muchos otros investigados que siguen en la misma condición, que se han sustraído de la ley y han preferido ocultarse a la espera que su situación varíe en el juicio que tramita el Poder Judicial y con la finalidad de poder asumirlo con una medida más benigna, por lo menos para no tener que ser encerrados en un presidio, lo cual resulta aparentemente sumamente difícil.

Por ello es que todos estos periodistas, secretarias, portapliegos o asistentes que se vieron involucrados en este caso de corrupción derivado de la gestión  regional de César Álvarez tendrían que tabular a estas alturas cuanto le puede beneficiar si se mantienen en esa misma condición y cuanto le puede favorecer el hecho de ponerse a disposición de las autoridades, mostrar su plena y absoluta disposición de colaborar con la justicia y, en esa condición demandar una medida de comparecencia simple o restringida pero que le permita afrontar este peliagudo caso en libertad.

Ello porque la responsabilidad de estos investigados no tiene la misma dimensión de quienes manejaron y montaron el bunker político con fines protervos, seguramente se favorecieron ganando más dinero mal habido y permitieron que muchas de las malsanas acciones de quienes promovieron La Centralita afecten a muchas personas, las perjudiquen y jamás advirtieron esta situación a las autoridades, responsabilidad que deben asumir y por la cual responder ante la ley.

Sin embargo, mantenerse en la clandestinidad, vivir ocultándose de la justicia, temiendo que en cualquier momento puedan ubicarlo y capturarlo es una situación que afecta tanto como la reclusión misma, va minando a la persona más que a su condición física a su estabilidad psicológica, de allí que deberían comenzar a calcular si realmente vale la pena seguir en esta misma condición.

Si este segmento de investigados dice y repite que solo cumplieron una actividad laboral y no tienen responsabilidad directa respecto a las acciones emprendidas por los que manejaron el gobierno regional, entonces que lo digan ante las autoridades judiciales, que demuestren su disposición de colaborar con la justicia declarando todo lo que saben y lo que vieron en la tristemente célebre “Centralita”, no tienen por qué estar pagando culpas ajenas con su silencia. La aprehensión de Kelly Pineda ha permitido apreciar el lamentable costo de la fuga y elusión de la ley. Depende de ellos prolongar la odisea que les toca vivir y que entiendan que en algún momento les sucederá lo mismo que a la joven periodista.