Editorial

Editorial: ::: PARA TOMAR EN CUENTA :::

Un ciudadano que había sido recluido en el Penal de Cambio Puente por delito de Violencia y Resistencia a la Autoridad, fue liberado y la semana pasada tras ser absuelto por el Juzgado Penal Colegiado de la Corte Superior del Santa al advertir que no existían pruebas suficientes del ilícito investigado.

El caso ha sido protagonizado por Daniel Trujillo Díaz, quien fue intervenido el pasado 26 de enero cuando tomaba parte de una riña callejera y opuso resistencia a la intervención de dos efectivos de la Policía Nacional, quienes lo acusaron de haberlos agredido y uno de ellos sufrió una lesión en el labio superior.

Lo cierto es que Trujillo Díaz se encontraba en estado de ebriedad y ante el Juez admitió que no recordaba lo que había sucedido con los efectivos policiales, inclusive, pese a su arrepentimiento el Juez Jorge Chávez Tamariz le dictó un mes de prisión preventiva y dispuso lo sometan a un proceso inmediato por delito de flagrancia, por lo que fue trasladado al Penal de Cambio Puente.

Se trata uno de los tantos casos que hasta hace unos meses atrás pasaban inadvertidos pero que hoy por hoy, debido a una exagerada interpretación de la norma, se convierten en grave riesgo de prisión para las personas, por el solo hecho de discutir o de faltar supuestamente el respeto a los miembros de la Policía Nacional.

Ponemos énfasis en aquello de “supuestamente faltarle el respeto” a un miembro de la Policía Nacional porque lamentablemente los propios miembros de la familia policial están utilizando esta coyuntura legal y judicial para asumir poses petulantes, jactanciosas y altaneras, llegan al extremo de provocar a las personas o se mantienen a la defensiva, como si estuvieran a la expectativa que la impaciencia de las personas los llevara a tener que acusarlos por una falta a la autoridad.

Esto ya lo hemos advertido en este medio de comunicación, y, oportunamente lo hemos expuesto públicamente haciendo un llamado al Jefe de la División Policial de Chimbote, coronel Miguel Acuña Gallo, señalamos que hay ciertos efectivos policiales que bajo el pretexto de cumplir con sus funciones lo que hacen es provocar a las personas, muestran una actitud desafiante y son los que generan alteraciones o discusiones lejos de promover la paz y concordia.

Esto lo hemos experimentado los periodistas que cotidianamente cubrimos hechos informativos en los cuales llega la Policía Nacional y habitualmente suele alejar a los hombres de prensa, trata de impedirles el libre ejercicio de su actividad periodística y llegan a generar algunas discusiones bizantinas que no dejan de llamar la atención.

Ocurrió, por ejemplo, en un desalojo realizado en terrenos del IPD, en la Panamericana Norte, en donde un custodio de los llamados “morocos”, esos que recién han egresado de la escuela, se paseaba con un teléfono celular con la cámara encendida y discutía con los hombres de prensa, se mostraba altanero y constantemente repetía la frasecita esa “está faltando el respeto a la autoridad”, en otras palabras, solo esperaba que alguien pierda la paciencia y acometa contra su persona con palabras de grueso calibre o con algún golpe.

Curiosamente, ahora nos encontramos con el caso de Daniel Trujillo Díaz en donde se pone en evidencia que ha existido un exceso de celo por parte de la autoridad policial, una absurda exageración en la acusación del Ministerio Público y una extraña permisibilidad en el magistrado que dictó una privación de su libertad en el marco de una discusión de un hombre que estaba literalmente borracho.

No vamos a justificar que el etilismo fuera un causa de justificación de conductas inadecuadas, violentas o procaces, empero, ciertamente se trata de un hombre que no ha reaccionado en sus cabales, más aun cuando el Colegiado ha determinado que no ha existido agresión alguna sino un típico forcejeo en el cual el hombre, caído en el piso, se puso de pie y golpeó de manera circunstancial al efectivo policial y le rompió el labio.

Esa no es una agresión, no es un acto doloso e intencional, es un hecho casual que el Ministerio Público debió compulsar en su momento, no se puede permitir que cualquier hecho se asuma como una agresión deliberada o premeditada como para disponer el encarcelamiento de la persona de buenas a primeras.

Este hombre ha debido purgar un mes de carcelería en el Penal de Cambio Puente por una acusación absurda y excesiva, por una exagerada interpretación de las nuevas normas que, irremediablemente, ameritan una modificación. No es posible que por una simple discusión de un hombre que está fuera de juicio por el alcohol lo lleven un mes a la cárcel, esto es algo para tomar en cuenta.

                                                           MERECIDO CASTIGO

Pobladores del A.H. “Praderas del Sur” en el distrito de Nuevo Chimbote, capturaron a dos sujetos a los que sorprendieron cuando estaban robando en una vivienda y les aplicaron una soberana paliza antes que fueran rescatados por agentes del Serenazgo que llegaron ante el llamado de los propios vecinos.

Los hechos se registraron la semana pasada cuando una moradora de ese sector retornó a su vivienda en los precisos momentos que dos delincuentes virtualmente habían embalado sus artefactos y efectos personales, se aprestaban a realizar una mudanza, razón por la cual solicitó la intervención de sus vecinos.

Todos ellos siguieron a los delincuentes que trataban de fugar y les dieron alcance para proporcionarles una paliza y atarlos hasta que lleguen los efectivos policiales y se los lleven, una actitud típica de defensa propia porque ellos mejor que nadie son conscientes que si la Policía se los lleva es para que los tengan solo unas horas y luego los dejen en libertad bajo el sambenito ese de la falta de pruebas para acusarlos.

Esta clase de reacciones son las que en determinado momento llevaron a algunas personas a promover la campaña aquella de “chapa tu choro y castígalo”, pues aquellos sujetos son los que constantemente roban las viviendas y nada les sucede. Por lo menos estos dos individuos se llevaron un merecido castigo, aun cuando luego la justicia, cargada de vicios y torpezas, resolverá que no tienen pruebas para sentenciarlos.