Editorial

Editorial: ::: CONTRA LOS INTRUSOS :::

Hoy domingo los chimbotanos y todos los peruanos nos ponemos el traje democrático dominical para volcarnos a las urnas, pues ha llegado el día esperado en que debemos dar paso al tránsito cívico que nos exige elegir por voto libre y voluntario a nuestras nuevas autoridades en la Presidencia de la República, en el Parlamento Nacional y en el Parlamento Andino.

Ayer sábado el país en general ha ingresado al denominado silencio democrático, ese que ordena a todos los candidatos y agrupaciones políticas participantes en este certamen a apagar sus parlantes y arriar sus banderas proselitistas porque ha cesado definitivamente la campaña electoral y los electores ingresan a un corto período de reflexión a efectos de acudir a las urnas con la convicción de su voto por alguna de las fórmulas que se han presentado.

Pese a todas las contingencias que se han presentado, pese a los accidentes e incidentes que han ocurrido en estos meses, pese a los desvaríos de la autoridad electoral y la vigencia de una nueva ley que ha perjudicado seriamente este proceso, los peruanos acudimos hoy a un proceso limpio y transparente, en el cual solo la voluntad del pueblo decidirá quienes son los que pasan a una segunda vuelta y quienes son democráticamente elegidos para ejercer cargos públicos en los próximos cinco años.

Y decimos esto porque infortunadamente los intereses de políticos y de grupo han permitido que en los últimos días aparezca el secretario general de la OEA, Luis Almagro Lemes, formulando declaraciones tremendistas y lamentablemente sesgadas respecto al proceso electoral que se lleva a cabo en nuestro país.

Después de haber escuchado al fallido candidato Julio Guzmán, gracias a la mediación del actual gobierno nacionalista al que el fallido candidato estuvo siempre estrechamente vinculado, el alto funcionario de la OEA se ha atrevido a poner en tela de juicio no solo el proceso electoral sino la vigencia del régimen democrático en nuestro país.

Esto es sumamente grave y muy delicado porque no solo representa el intervencionismo de una entidad foránea en la política y la democracia de nuestro país, sino porque la OEA es un organismo reconocido por el Perú y del cual forma parte, por ello es que se encuentra en este momento en nuestro territorio una delegación de observadores que ya viene trabajando desde hace algunos días en las principales ciudades del Perú.

Si el secretario general de la OEA sabe que existe una delegación de observadores trabajando en nuestro país, lo menos que pudo haber hecho es consultar con ellos respecto a los supuestos vicios que le ha comunicado el ex candidato a la presidencia de la república, debió recabar información oficial de su propio organismo antes de lanzar declaraciones temerarias e inaceptables saliendo de un representante de un  organismo que se supone está acreditado en nuestro país.

Todo el país sabe que el ex candidato Julio Guzmán Cáceres no fue desembarcado porque existieran intereses creados en el organismo electoral, por el contrario, fue separado por no haber respetado las normas electorales, por formar parte de una de las tantas agrupaciones que se generan con la finalidad de negociar una inscripción que tenía habilitada ante el organismo electoral pero que no es capaz de poder acicalar las candidaturas porque carece de organización partidaria interna.

No se puede hablar de fraude o de malos manejos porque se retira a un candidato respetando los procedimientos que establece la ley electoral, si el secretario general de la OEA y todos aquellos que consideran que ha sido injusto que se retire a quien representaba una opción en el país, entonces que se modifiquen las leyes y que se cambien las reglas de juego, empero, sobre la marcha no se puede poner en tela de juicio todo un proceso electoral que se ha desarrollado dentro de los canales que determina la ley y la constitución política.

No se puede permitir que un extranjero pretenda desacreditar los comicios que se han desarrollado tal cual se realizaron los comicios de los últimos años, en medio de la expectativa y el entusiasmo de un electorado que ha visto cómo es que de casi dos decenas de candidatos solo han quedado la mitad de las formulas inscritas.

Ello porque la ley electoral permite ahora que una fórmula presidencial y sus listas congresales que se encuentran debidamente inscritas puedan retirarse de la contienda sin más justificación que la renuncia de sus personeros legales, inclusive, aun cuando el candidato o los candidatos se encuentren en desacuerdo, como ha ocurrido con la lista oficialista del nacionalismo en la cual el candidato fue el último en enterarse del retiro de la lid electoral.

Infortunadamente, solo de esta manera las agrupaciones políticas sin ninguna chance y que son conscientes que no podrán superar la valla electoral pueden salvar su inscripción y mantenerla vigente hasta un siguiente periodo electoral renunciando a la candidatura, lo que en adelante no debería ser permitido porque de esa forma solo se perturba el proceso electoral.

De la misma manera, es imprescindible que se revise el denominado procedimiento de exclusión, tienen que establecerse plazos máximos que no pueden ser menores a los 30 o 45 días del proceso electoral a efectos que los recursos impugnatorios y suplicatorios no se tengan que revisar cuando estamos ad portas de los comicios, esto no dice nada bien de la reclamada tolerancia para reflexionar respecto al voto a conciencia.

Sin embargo, ya las cartas están sobre la mesa, todos conocemos quienes son los candidatos a la presidencia y quienes postulan a una representación por nuestra región Áncash, esperemos que el ciudadano será consciente y no repita la pésima selección que ha hecho en los últimos tiempos cuando mayoritariamente ha llevado a los cargos públicos a los menos indicados. Hay buenos candidatos, hay muchos jóvenes que realmente merecen una oportunidad, confiamos en que los electores de nuestra provincia hayan analizado concienzudamente su opción y se vuelquen masivamente a las urnas. Esta es nuestra oportunidad, no la dejemos desperdiciar.