Editorial

Editorial : ::: “COMO JOSUE EN SU CASA” :::

La escandalosa facilidad con la cual un recluso del Penal de Cambio Puente ha podido evadirse del hospital Regional, obliga a las autoridades policiales y penitenciarias a adoptar medidas y correctivos urgentes en el traslados de los internos cuando requieren de una atención médica.

Un nuevo hecho ha ocurrido el último fin de semana en el hospital Regional “Eleazar Guzmán Barrón”, de cuyas instalaciones pudo fugarse el peligroso delincuente Josué Alonso Pérez Vargas, quien fue trasladado a ese nosocomio supuestamente porque requería de una intervención quirúrgica al haberse tragado objetos de metal, entre ellos una Gillette que lo hizo sangrar profusamente.

Este sujeto, como lo dio a conocer toda la prensa, fue aprehendido en febrero de este año en el marco de un operativo en la Panamericana Norte, a la altura del distrito de Santa, en donde los efectivos lo hallaron en poder de una pistola que tenía una cacerina y se encontraba rastrillada para usarla en cualquier momento.

El sujeto viajaba desde la ciudad de Trujillo y se puso nervioso al momento que los efectivos ingresaron al ómnibus con la finalidad de identificar a los pasajeros, se trataba de un operativo de rutina, empero, su propia condición de delincuente lo descubrió al pretender descender del ómnibus supuestamente para miccionar, empero, lo que buscaba era darse a la fuga en la medida que echó a correr y debió ser perseguido y capturado.

Incluso, cuando fue traído a Chimbote para ser internado en la carcelera Judicial a efectos que las autoridades judiciales decidan su situación, el sujeto trató nuevamente de darse a la fuga aprovechando un descuido del personal y echando a la carrera por las céntricas calles de la ciudad.

Solo pudo ser recapturado en un centro comercial de la segunda cuadra de Manuel Ruiz al cual había ingresado con la finalidad de ocultarse, empero, no consiguió su objetivo, empero, este afán de eludir el accionar de la justicia ya lo colocaba como un individuo proclive a evadirse de los mandatos judiciales, de allí que las autoridades policiales y penitenciarias debieron advertir que se trataba de un sujeto que buscaría la manera de rehuir de la prisión preventiva a la cual fue confinado.

Este propósito lo puso en marcha nuevamente la semana pasada cuando, estando purgando carcelería en el penal de Cambio Puente, se tragó elementos metálicos, se dice que fue una cuchara y una gillete, lo cierto es que comenzó a lanzar sangre por la boca y por ello se vieron en la necesidad de trasladarse a un nosocomio a efectos que reciba una cirugía.

Por razones que nadie conoce, lejos de ser enviado al hospital La Caleta, al cual siempre trasladan a los reos, Josué Pérez Vargas fue derivado al hospital Regional, aparentemente se necesitaba de un especialista para la intervención quirúrgica a la que debería ser sometido con la finalidad de extraerle los objetos que había tragado.

Hasta ese momento aparentemente nadie había adivinado que solo se trataba de una treta del delincuente para poder salir del centro penitenciario y ser llevado a un lugar del cual pueda fugarse y el hospital Regional resultaba el punto ideal para este objetivo, aun cuando su internamiento estaba sujeto a una custodia durante las 24 horas por parte de un efectivo de la Policía Nacional.

La tarde del último viernes, tras haber sido internado en el pabellón de Cirugía y mientras esperaba ser sometido a los preparativos para la intervención quirúrgica, el sujeto solicitó reiteradamente permiso a su custodio para poder ocupar los servicios higiénicos, le decía que quería miccionar y por ello el candoroso Sub Oficial le retiraba las marrocas que lo tenían sujeto a la cama, a pesar que el reglamento le indica que no debería hacer eso, el recluso ingresaba a los servicios higiénicos para cualquier cosa menos para miccionar.

De acuerdo a la información que se pudo obtener en el lugar, pese a la exagerada reserva de los encargados de la pesquisa, se pudo conocer que Josué Pérez Vargas fue retirando uno a uno los vidrios de una ventana corrediza, de esas que emulan las persianas, y de esta manera pudo generar una salida por la cual se descolgó del tercer al segundo piso en donde existe un techado enorme que por la parte trasera tiene una escalera fierro propicia para que el delincuente pueda bajar y ganar rápidamente los ambientes de emergencia y poder salir por esa única puerta que permanece abierta en la calle.

Es evidente que para poder concretar su objetivo el delincuente ha contado con ayuda de terceros, asumimos que son sus propios familiares porque debieron llevarle ropa y permitir que se cambie para poder salir sin ser advertido por los vigilantes, empero, la modalidad utilizada es realmente audaz y pone de manifiesto que cualquier hijo de vecino puede ingresar y salir del hospital sin que nadie advierta que se trate de un recluso.

No es la primera vez, ni será la última, que un recluso consigue evadirse y ganar las calles luego de salir con autorización del recinto penitenciario, por el contrario, hay algunos casos que han sido espectaculares y propios de un guion de una novela, como el caso del maleante que simuló una enfermedad, le extendieron una autorización para ser trasladado al hospital La Caleta pero en el camino había entablado una suerte de amistad con los custodios a los cuales convenció que debería dirigirse antes a su domicilio porque su abuelita, la mujer que lo había criado, estaba de cumpleaños y solo necesitaba saludarla.

Claro que tras permitirle ir a saludar a la abuelita los custodios no volvieron a ver al recluso y fueron sancionados en su institución. Todo ello solo pone de manifiesto que la salida de un recluso del Penal bajo custodia, por cualquier razón, necesita de un mayor celo y seguridad, se requiere que el propio nosocomio al cual es llevado cuente con mecanismos que impidan que el sujeto pueda siquiera salir de la habitación en la que se encuentra y que la Policía incorpore a este régimen de custodia a efectivos capacitados y experimentados, no se puede enviar a cualquier sub oficial a quienes no solo le hacen el cuento sino que se prestan a maniobras sucias. Parafraseando ese conocido adagio popular podríamos decir que del hospital Regional el recluso se ha movilizado y ha fugado “como Josué en su casa”, con todas las facilidades del caso y hasta con escalera propia. Esto merece ser investigado a fondo.