Editorial

Editorial: ::: UNA RAYA MÁS AL TIGRE :::

El pasado fin de semana el Juzgado Penal Liquidador Transitorio de la Corte Superior del Santa ha condenado a dos años de prisión suspendida al ex Presidente Regional César Álvarez Aguilar al hallarlo responsable del delito de Difamación Agravada en agravio del abogado Fernando Maldonado Mendieta.

El fallo se dio lectura en una diligencia en la que el otrora mandamás de Ancash siguió las incidencias a través de una videoconferencia en la medida que, como todos saben, se encuentra recluido en el Penal de “Piedras Gordas” en Ancón (Lima), purgando una prolongada prisión preventiva mientras es juzgado por delitos mucho más graves de los que ha sido condenado.

Siempre premunido de un polo color amarillo y con los símbolos de su ya disminuido y casi desaparecido movimiento “Cuenta Conmigo”, Álvarez siguió las incidencias desde la capital de la república y al final de la misma no solo impugnó el fallo sino que lanzó sus conocidas peroratas en relación a una persecución política y el origen extrajudicial del fallo a su modo de ver.

Sin embargo, los hechos están relacionados con la campaña de revocatoria que se inició en su contra hace ya muchos años atrás, cuando algunas organizaciones civiles de la localidad decidieron hacer uso de los mecanismos de control y participación ciudadana y apelaron a la ley de revocatoria para buscar que sacar del camino a una autoridad que en ese momento ya demostraba su perniciosa gestión al frente de los recursos de la Región.

Entre los muchos dirigentes que se pusieron al frente de este proceso de revocatoria se encontraba el abogado Fernando Maldonado Mendieta, quien como algunos otros fue víctima de los conocidos arrebatos del presidente regional y su aparato de áulicos que había diseminado en diferentes medios de comunicación y que lo defendían a rajatabla a cambio de jugosos mensualidades que se pagaban con dinero sucio.

Esto ya es por todos conocidos, esos psicosociales emprendidos por Álvarez y urdidos desde el tristemente célebre bunker de “La Centralita” fue ignorado por muchos, empero, hay quienes se vieron afectados en las fibras más íntimas de su vida personal y familiar que no tenía por qué verse comprometida cuando se enfrentan acciones de tipo político.

Sin embargo, la maquinaria demoledora de Álvarez, aquella que hacía tabla rasa de las honras de las personas, aquella que no se ponía límites y llegaban al extremo del insulto, la diatriba, la burla y la perniciosa intromisión en la vida de las personas, fue avanzando a extremos delictivos hay quienes no toleraron esta actitud criminal del agravio y el menoscabo malintencionado del honor personal y familiar.

Uno de ellos fue el abogado Fernando Maldonado Mendieta, quien había sido objeto de algunas denuncias en el pasado por parte de su ex pareja por problemas de índole familiar, empero, eso fue suficiente para que el ex presidente regional buscara a aquella y expusiera su caso no solo para recoger aquellos hechos que en un determinado momento dieron lugar a una denuncia de índole policial o hechos que se debieron deslindar en la vía judicial correspondiente, sino para hacer escarnio y ofender al abogado, exponerle ante la comunidad por situaciones que, siendo reprochables, deben quedar en el espectro de uno mismo salvo que alguien quiera sacarlo a la luz con objetivos perniciosos.

De allí que los alegatos de César Álvarez no tuvieron asidero alguno para la autoridad judicial, los periodistas han sido testigos de la forma como el encarcelado ex presidente regional mostraba recortes periodísticos de la prensa local que, en su oportunidad, dieron cuenta de las denuncias de la ex pareja del abogado querellante, señalando que él había hecho lo mismo y, por ende, no había cometido delito alguno.

Sin embargo, esas informaciones responden a una actividad periodística en la que un medio recoge las impresiones de una persona que se ha visto afectado por un hecho o porque demanda públicamente a las autoridades que resuelvan su caso, eso es lo más natural, sin embargo, los ataques de Álvarez no se remitían a ese escenario.

Por el contrario, los chimbotanos deben recordar como el ex presidente regional se la pasaba horas y horas hablando en los canales de televisión que había comprado o contratado para lanzar toda clase de agravios contra sus opositores, para hacer de los problemas familiares del abogado Fernando Maldonado un tema de incesante escarnio a pesar que involucraba hechos relacionados con la vida personal y familiar de una persona.

La actitud emprendida por el ex presidente regional no era aquella de quien reclama un derecho a expresar una libre opinión o quien hace valer el principio de la libertad de expresión., la ley es sumamente clara cuando señala los límites que tienen estos derechos y garantías constitucionales y uno de ellos, quizás el principal, es el relacionado al límite de la vida personal, intima o familiar de una personas de aquella que responde al ámbito público, profesional o funcional de la misma.

Sentarse ante una cámara de televisión para hablar por varias horas y por varios días agraviando a las personas no tiene respaldo alguno de la ley o la constitución, responde efectivamente a una conducta dolosa y delictiva que busca menoscabar el honor de una persona, que trata de demoler moramente a alguien con hechos que no deben tener una connotación pública que vaya más allá de quien la hizo conocer.

Por ello es que esta condena era inevitable, por el contrario, siendo un caso que se remonta a algunos años atrás el trámite judicial ha demorado demasiado y ello responde, evidentemente, a la situación jurídica del querellado César Álvarez, que fue detenido y encarcelado hace dos años y eso perjudica cualquier trámite judicial de una causa que se ventila solo con mandato de comparecencia.

Sin embargo, finalmente el Juzgado Penal Liquidador Transitorio ha conseguido encausar los trámites y expedir la condena pertinente antes que los hechos puedan prescribir como, aparentemente, era el objetivo de la defensa técnica del ex presidente regional. Cuando se actúa con el hígado y no con la cabeza suelen suceder estas situaciones, la condena dictada contra el ex presidente regional no tiene nada de política, solo responde a esa actitud necia y delincuencial que le caracterizó a César Álvarez y que hoy seguramente lamentará.