Editorial

Editorial: ::: RESPETOS GUARDAN RESPETOS :::

La airada reacción de la Presidenta de la Junta de Fiscales del Santa, Dra. Nancy Moreno Rivera se justifica cuando rechaza de manera pública y contundente las constantes declaraciones agraviantes e intolerantes del alcalde provincial Julio Cortéz Rojas contra su institución y los Fiscales que forman parte de ella.

La magistrada convocó el pasado fin de semana a una conferencia de prensa, en la que mostró su desagrado por las expresiones agraviantes proferidas por el alcalde contra su institución en la figura del fiscal anticorrupción Laureano Añanca Chumbe, a quien calificó como mediocre por el solo hecho de haber sustentado la denuncia en su contra que, finalmente, la Sala Penal de Apelaciones ha archivado de manera definitiva.

La titular del Ministerio Público ha demandado respeto en la medida que los fiscales hacen su trabajo, se formularon cargos contra la autoridad edil, se realizó la investigación respectiva y en mérito a las pruebas actuadas y sustentadas por el Fiscal se dictaron los apremios correspondientes, si en el curso de estas pesquisas finalmente se desvirtuaron las acusaciones, ello no debe dar lugar a que se ataque de manera alevosa a los magistrados.

En realidad, no le falta razón a la Presidenta de la Junta de Fiscales cuando reacciona de esta manera frente a una reiterada actitud intolerante por parte de la autoridad edil, más aun cuando ha puesto de manifiesto que no es capaz siquiera de admitir un error en el desempeño de sus funciones, tal y como lo deben haber comprobado los concejales que ni siquiera pueden levantar la voz ante las presuntas irregularidades porque de inmediato reciben una andanada de agravios por parte del titular del pliego.

Y es que el alcalde ha demostrado que no es flexible a ninguna acción de fiscalización en su contra y si la hubiera hay de aquel que se atreve a iniciar alguna investigación porque será objeto de una serie de ataques a los que no escapan los adjetivos y las calificaciones que dejan mucho que desear cuando provienen de quien ejerce un importante cargo público y de quien representa a una ciudad.

Esto no es nuevo, si nos remontamos a un año atrás debemos recordar que lo mismo hicieron Julio Cortéz y la hoy fugitiva ex alcaldesa Victoria Espinoza García cuando el mismo Fiscal Añanca formuló las acusaciones en su contra y solicitó el inicio del juicio oral hasta en cuatro procesos, en uno de los cuales tomó la decisión de solicitar la prisión preventiva para la ex alcaldesa y el actual alcalde.

Mucho deben recordar que en esa ocasión el hoy alcalde lo calificó de “payaso”, le endilgó muchos otros adjetivos a pesar que el representante del Ministerio Público solo estaba cumpliendo su función como impulsor de la acción penal y como representante de la sociedad en juicio, son atribuciones que le confiere la ley orgánica de su institución y la Constitución Política del Estado.

Infortunadamente, además de nuestro medio de comunicación, nadie salió al frente de esta actitud irrespetuosa, por el contrario, ellas se repitieron y afianzaron cuando el Poder Judicial desestimó el pedido de prisión preventiva en razón que los medios probatorios deberían dilucidarse en la fase respectiva del juicio oral.

Justamente., esto es lo que ocurrió con el primer juicio sustanciado contra la ex alcaldesa y su conviviente Wuilmer Agapito Vásquez, quienes finalmente fueron condenados a siete años de pena efectiva de cárcel y se encuentran a la fecha en condición de prófugos de la justicia, la primera de ellas con pedido de recompensa sobre su cabeza.

Luego, el segundo juicio concluyó también con una condena sobre la misma Victoria Espinoza y contra Julio Cortéz, en el caso de la malversación de fondos, cuya sentencia ha sido revocada por la Sala Penal de Apelaciones en un fallo que no pone en evidencia una descalificación de los cargos que se incriminan al acalde sino que concluye en una interpretación legal que se impone por la duda que le merece a los magistrados el destino de los desvíos de los presupuestos públicos.

Ahora bien, el burgomaestre se presenta como una suerte de víctima de las acusaciones del Fiscal Laureano Añanca cuando en realidad las pruebas no solo lo llevaron al banquillo de los acusados sino que fue condenado en una instancia a una pena efectiva que se suspendió a resultas de la revisión de la instancia superior y si bien ha sido absuelto de los cargos el contenido del fallo demuestra que existieron razones justificadas para ser juzgados y la sentencia final deja de lado la aplicación estricta de la ley y opta por una interpretación que, como se dice en el argot criollo, le ha salvado el pellejo.

Sin embargo, al margen de esto, las críticas y los cuestionamientos a la labor de los magistrados es aceptable y hasta permitida en la medida que se hagan dentro del marco del respeto que se merece una autoridad, no se puede tolerar que aquellas se salgan de ese molde civilizado, cauto e instruído, no se pueden permitir actitudes groseras e incultas, menos aun cuando está de por medio una autoridad.

Habría que recordarle al alcalde que existe un “manual de Carreño” que contiene normas de urbanidad y buenas maneras que fue escrito por un conocido escritor Venezolano y que permite a las personas saber comportarse en espacios públicos o privados, en eventos sociales y en las dependencias públicas, de allí que frente a lo que viene aconteciendo en nuestra ciudad es pertinente que el burgomaestre lo revise y evite que se ponga en entredicho su conducta personal y profesional, como ha ocurrido con este justificado emplazamiento de la titular del Ministerio Público.

De la misma manera, hay una máxima que dice “respetos guardan respetos” y cuando se trata de una autoridad debería ser un dogma en su desempeño ante otras autoridades y los gobernados, por lo tanto, creemos que el alcalde debe moderar su discurso y ser tolerante ante las investigaciones y acusaciones, si los fiscales y concejales encuentran razones para denunciar presuntos malos manejos su obligación es deslindar responsabilidades, por lo menos debe recordar que es una autoridad y como tal debe dar el ejemplo ante los demás.