Editorial

SIN SUPERVISIÓN

Un dantesco incendio redujo a cenizas la segunda planta de una conocida Pollería ubicada en el P.J. Tres de Octubre, en donde un posible corto circuito generó que las llamas se propaguen de manera incontrolable hasta que llegaron los efectivos de la Compañía de Bomberos para extinguir las llamas.

Lo providencial es que el siniestro se registró poco después de las 5.00 de la tarde, ad portas que el establecimiento abra las puertas al público y por ese hecho es que no se desató una desgracia que hoy se podría lamentar.

Las llamas se extendieron de manera inmediata y ante la desesperación de los trabajadores del local en la medida que se trata de establecimientos que se encuentran premunidos de revestimientos elaborados con material inflamable, por ello es que los servidores nada pudieron hacer ante el inicio del fuego sino salir a la carrera parta ponerse a buen recaudo.

Lo que habría llamar la atención de este dantesco incendio es la vulnerabilidad de un establecimiento que habitualmente recibe a centenares de clientes y que, en el papel, debería contar con sistemas de seguridad y planes de contingencia a efectos, precisamente., de evitar esta clase de emergencias.

Sin embargo, los periodistas que llegaron al lugar y registraron el siniestro se percataron que del local no sacaron ni siquiera un extinguidor, lo cual es sumamente grave en la medida que estas previsiones deberían ser controladas por la autoridad.

Al iniciar este comentario señalábamos que el incendio fue consecuencia “de un posible” cortocircuito en razón que a pesar de haber transcurrido mas de una semana, hasta el momento no se conocen las causas del inicio del fuego, por lo menos no se ha dado a conocer los resultados de la investigación que deberían realizar los peritos de la Policía que fueron convocados con este motivo.

Sin embargo, de acuerdo a experiencias en otros lugares, es posible que la causa del fuego halla sido la inflamación del horno de la Pollería, un lugar que suele arder a altísima temperatura y cuya manipulación debe estar a cargo de personas con cocimiento en esta materia pues un mal cálculo puede generar una llamarada que no solo puede generar el siniestro sino lesionar a las personas que se encuentren muy cerca.

Esto lo hemos visto muchos que hemos acudido a un establecimiento de estas características, si bien es cierto no es habitual algunas veces se presenta generando pánico entre los presentes, pues el horno se prende y los gases salen por la chimenea lanzando fuego y una gran cantidad de humo que hace pensar que en cualquier momento puede invadir todos los ambientes del establecimiento.

Sea uno u otro el motivo de este último siniestro, no se puede soslayar que en este caso han fallado o no existen los sistemas de seguridad, el fuego se extendió rápidamente y no se contaba con aditamentos o equipos suficientes como para impedir que se desate el incendio, los pocos trabajadores no estuvieron en condiciones de poder hacer frente a la emergencia y solo les quedó poner a salvo su pellejo como realmente correspondía.

Son las autoridades las llamadas a verificar que un establecimiento cuente con todos los sistemas de prevención necesarios y con la básico como hacer frente a una emergencia, pues de por medio no solo está la seguridad de los propietarios y los trabajadores sino, esencialmente, del público usuario.

La pregunta que deben hacerse las autoridades es ¿Qué habría pasado si en este incendio de la Pollería “La Granja Linda” se hubiera desatado al promediar las 7 u 8 de la noche, en una hora punta en la que el establecimiento está colmado de clientes, entre los que se cuenta a mujeres, niños y ancianos?

Seguramente habría sido un riesgo  latente que, las autoridades están obligadas a prevenir exigiendo a los propietarios que cuenten con los más indispensables elementos de seguridad, más aun cuando el local siniestrado es una solo de una cadena de locales que cuenta en el mismo distrito de Nuevo Chimbote.

El siniestro pone de manifiesto que no existe una adecuada supervisión y control por parte de las autoridades ediles a los establecimientos público y esto es preocupante en la medida que en cualquier momento se puede registrar una desgracia que lamentar. Esperemos que los funcionarios ediles se acuerden de ese vasto sector de clientes que no puede está expuesta un riesgo como el observado.

INCONSISTENTE DENUNCIA

El alcalde de la Municipalidad Distrital de Nuevo Chimbote, Valentín Fernández Bazán, convocó a la prensa para expresar su rechazo y repudio a las versiones que pretendieron la semana pasada vincularlo con la mafia de tráfico de terrenos conocida como “Los Chacales del desierto” y cuyos integrantes han sido puestos a buen recaudo en el penal de la ciudad.

La reacción del burgomaestre se registró cuando en el marco de las audiencias de solicitud de prisión preventiva para la mafia capturada en un vasto operativo hace unas semanas atrás, uno de los abogados mencionó el nombre del alcalde bajo el argumento que su defendido está incurso en esta investigación y la autoridad edil no lo está. 

Sin embargo, en ninguna de las diligencias siquiera se había mencionado al burgomaestre, solo los enemigos políticos del alcalde, que los tiene y muchos, trataron de deslizar la posibilidad que una funcionaria de su entorno estaría vinculada a estos menesteres por el hecho de tratar permanentemente con los dirigentes de los pueblos ubicados en las 217 hectáreas, como si el obligado dialogo que debe sostener una funcionaria pueda ser siquiera un indicio de delito.

De la misma manera, todos saben en nuevo Chimbote que el alcalde Valentín Fernández denunció permanentemente a la mafia de tráfico de terrenos y lo hizo porque en su gestión ha defendido a los pobladores de estas invasiones a efectos que se les reconozca el derecho a tener una vivienda, empero, se ha olvidado que estos pobladores son precisamente las víctimas de los traficantes de terrenos que los amenazan, los despojan de sus lotes y hasta apelan a sicarios. Si esto es así no se entiende la inconsistente aseveración que ha hecho el abogado del traficante de tierras.