Editorial

::: VIVIMOS UNA NUEVA EDAD DE COBRE :::

Albricias:

A pesar de no aparecer en la lista de los denominados metales preciosos, el cobre ha sido y es actualmente el metal más utilizado y el que mejores servicios ofrece a la humanidad. El periodo comprendido entre la edad de piedra y la edad de bronce, ha pasado a la historia con el nombre de la Edad de Cobre. Estudios científicos han establecido que desde el año 9,000 antes de Cristo, cuando nuestros ancestros posiblemente  aún no habían abandonado las cavernas, el cobre se convirtió en el primer metal utilizado por el hombre. Numerosos  utensilios de cocina, collares y adornos, pertenecientes a esa lejana época y que se exhiben en los mejores museos del mundo, han sido labrados con este metal.

Hoy en día el cobre no solamente el utilizado por ser el principal conductor de electricidad e insumo básico para la acuñación de monedas en todos los países del mundo. También es irremplazable en la fabricación de herramientas, tuberías y diversos implementos de uso doméstico, tecnológico y especializado. Últimamente el cobre ha desplazado nada menos que al histórico carbono en la fabricación masiva de equipos de cómputo y telefonía. Precisamente, una de sus múltiples propiedades consiste en ser inmune a la acción de hongos y bacterias.

Más de los días, la demanda mundial de este metal, especialmente en los grandes países industrializados, se viene incrementando en forma imparable. Su cotización en el mercado mundial ha alcanzado la muy respetada cifra de 10,800 dólares la tonelada. Cinco veces más el precio de una tonelada de harina de pescado de primera calidad.

En el 2020 la región Ancash encabezó el record nacional de producción de cobre con 530,873 toneladas, dejando muy atrás por primera vez a otras regiones tradicionalmente cupríferas como Arequipa, Moquegua, Tacna, Cajamarca y Cusco. Merced a esta extraordinaria producción, el canon minero que recibió nuestra región  fue de 893 millones de soles. Otro gran record.

Teniendo en cuenta los informes que cada fin de mes emiten los ministerios de Energía y Minas y de Economía y Finanzas, todo indica que este año Ancash no solo volverá a repetir la hazaña sino también es casi seguro que llegue a superarla. A partir de estas proyecciones, de fuentes cien por ciento confiables, es de esperar que el canon que reciba la región Ancash correspondiente al año 2021 tranquilamente sobrepase la berrera de los mil millones de soles.

Una simple operación de división, nos permite deducir que un canon de mil millones de soles para una población de un millón de habitantes, permitirá que a cada ancashino le corresponda, al menos matemáticamente y en el papel, mil soles por cabeza.

Pero hasta donde hemos podido constatar en carne propia, el problema del canon no es la recaudación ni la distribución. El problema del canon es la administración, la forma cómo y en qué se utiliza, lo que a toda vista deja mucho qué desear.

Una recaudación deducida en nombre de una retribución social, tiene que traducirse en el mejoramiento de la calidad de vida de la población; concretamente a través de tres líneas de acción básicas: salud, educación y alimentación. ¿Puede ser justo que en una región como Ancash, tan rica en recursos mineros, todavía existan miles de niños en edad escolar que no saben leer ni escribir, mientras otros tienen que soportar el azote del hambre, la anemia y otras enfermedades crónicas.

Que el canon minero sea utilizado conforme lo establece la ley de su creación, dependerá de un impostergable llamado a la reflexión y un propósito de enmienda por parte de los organismos y funcionarios encargados de su administración. Hasta este momento y tal como se puede ver, los beneficios no corresponden a lo recaudado.

La nueva edad de cobre que estamos viviendo tiene que servir para que la región Ancash consolide las bases de un mejor futuro a corto, mediano y largo plazo. Los montos del canon son más que suficientes.