Editorial

::: OPORTUNO LLAMADO A UNA RECONSTRUCCIÓN SINDICAL :::

Hasta hace aproximadamente quince años en toda la provincia del Santa existía un solo gremio de trabajadores de construcción civil, hecho al que debe su denominación de sindicato único. Tanto como ejercer la defensa de los derechos laborales de sus afiliados, los antiguos dirigentes del llamado gremio del andamio siempre se caracterizaron por su alturada capacidad de diálogo así como por su hábil destreza para la negociación colectiva. Conjuntamente con autoridades del ministerio de Trabajo y representantes de las empresas constructoras, los dirigentes de construcción civil de aquella época  nunca tuvieron problemas para conseguir en el mejor de los términos una distribución proporcional y equitativa, no de cupos, sino de las cuotas de trabajo.

Quienes somos testigos de esa trayectoria por lo menos a lo largo de los últimos cuarenta años, tenemos que reconocer que el sindicato de construcción civil ha escrito muchas páginas de gloria, entre ellas el haber sido pieza fundamental, primero para la creación y luego en el esplendor que logró alcanzar la poderosa  Federación Sindical Departamental de Trabajadores de Ancash, FESIDETA.

Sin embargo, y esto es muy doloroso tener que aceptarlo, las últimas páginas de esta historia se han visto manchadas, incluso de sangre, luego que el gobierno regional de Ancash se convirtiera en el empleador número uno de este importante sector laboral.

Con todo el peso y toda la fuerza adquirida a través de los años, capaz de inclinar la balanza a favor o en contra de un determinado propósito, el sindicato de construcción civil fue visto por el gobierno regional como  la pieza clave que le hacía falta, no para fortalecer el movimiento sindical propiamente dicho sino para ejercer  una especie de chantaje  político. Por esa razón no dudaron un solo instante en proponer a sus dirigentes la formación de una alianza estratégica para lograr estos fines inconfesables. Si tú necesitas de mí, yo también necesito de ti.

Los antiguos dirigentes del gremio no necesitaron de mayores explicaciones  para darse cuenta de las malas intenciones y optaron por mantenerse al margen de cualquier maniobra con fines políticos. Sin embargo no faltaron otros afiliados que, incluso sin ser dirigentes, aceptaron a ojos cerrados lo que consideraron era la oferta del siglo. No contentos con eso y en el colmo de la deslealtad, acordaron formar un sindicato paralelo.

La Dirección Regional de Trabajo, en manos del gobierno regional, no puso ningún obstáculo para reconocer al nuevo sindicato y otorgar credenciales a sus respectivos dirigentes, todo eso como es obvio a espaldas del sindicato histórico. Eso explica porqué los nuevos dirigentes terminaron al poco tiempo como sub contratistas en el carrusel  de obras del gobierno regional, al mismo tiempo que se encargaron de propiciar la aparición de los famosos chalecos.

En compensación a esta generosa dádiva, cada vez que el gobernador regional  realizaba una marcha para exigir al gobierno central adelantos de presupuesto con el cuento de “hacer realidad Chinecas”, los primeros en encabezar dichas marchas eran los trabajadores de construcción civil. El gremio terminó poniéndose a entera disposición del gobierno regional. La historia de muertes, negociado de cupos y disputas por chalequeo que generó este canje de favores, es ampliamente conocida.

Pero cuando  pensábamos que esta historia ya era cosa del pasado, no se sabe porque razón  la Dirección Regional de Trabajo ha dado luz verde para la formación de nuevos sindicatos de construcción civil. Se dice que actualmente existen hasta diez de estas organizaciones, algunas de las cuales ni siquiera tienen un local institucional. Si la intención es neutralizar la disputa por los cupos de trabajo con el argumento de “para todos hay”, es posible que la medicina haya resultado peor que la enfermedad.  Dos últimos asesinatos ocurridos por esta causa, lo dicen todo.

En declaraciones brindadas ayer a este medio de comunicación, el conocido ex dirigente Wenceslao Risco Zúñiga, ha lamentado esta atomización gremial porque, según él, esto debilita y desvirtúa la esencia de todo gremio laboral. Con toda la autoridad moral que le asiste a este antiguo dirigente, creemos que las autoridades del ministerio de Trabajo deberían  poner punto final a esta nociva e innecesaria proliferación. Asimismo, como también lo ha dicho muy claramente don Wenceslao, se debe proceder de inmediato a depurar los padrones de afiliados para separar a quienes nada tienen que ver con el trabajo honesto de la institución. En otras palabras, el conocido ex dirigente ha dicho que ha llegado la hora de reconstruir el gremio de la construcción civil.