POR: GERMÁN TORRES COBIÁN
Al contrario de César Álvarez,  politicastro que creó una banda de malhechores  con el único propósito de saquear los fondos  públicos, pienso  que  Guzmán Aguirre Altamirano decidió participar en la política de buena fe, con un buen  propósito: invertir bastante de su tiempo y retribuir  a Chimbote algo de su  fortuna adquirida como pescador  y luego como empresario.   Creó primero el Movimiento Independiente Región Chavín (MIRCH) con el que llegó a ocupar  la alcaldía de la Municipalidad Provincial  del Santa en  1996, después de  décadas de saqueo de las arcas ediles por parte de los sucesivos gobiernos apristas: desde  el chiclayano Guillermo Balcázar Rioja, hasta el patacino Estuardo Díaz Delgado que fue sacado a rastras  del despacho de alcaldía por  su negativa a cumplir una orden de suspensión emitida por el JNE. Guzmán Aguirre recibió  un Ayuntamiento quebrado económicamente, con una burocracia inoperante, una planilla de treinta   locutores y gacetilleros  que cobraban mensualmente   por no cuestionar las gestiones apristas corruptas y que  figuraban como obreros de la MPS. Además, por supuesto, de  una ciudad  caótica, mugrienta,   no apta para vivir e  insufrible para los chimbotanos auténticos.
El alcalde  Aguirre Altamirano  tomó   una serie de decisiones que  cambiaron en alguna medida  el  horrible aspecto  de Chimbote: la erradicación de los ambulantes que rodeaban el Mercado Modelo  y su reubicación en Los Ferroles; la eliminación de las agencias informales  de transporte y su traslado al Terminal Terrestre; el  traslado del asqueroso   espacio informal de pescados aledaño a la plaza “De la chacra a la olla””, hacia el Mercado de Pescados La Sirena; losas deportivas en los  barrios, etc., … Este  primer período de su  gestión municipal  no pasó de ser un desempeño incompleto. Pero, era evidente que  en tres años no se podían solventar los problemas que el APRA había creado en tres décadas. Guzmán Aguirre fue reelegido para el período 1999-2002.  De esta  etapa en la Comuna, poco o nada puede rescatarse. Su ambición política le perdió. Enfrascado en su campaña de elección como congresista por el partido de Alberto Fujimori, Perú 2000, Aguirre descuidó su tarea como burgomaestre y se olvidó de las obras vitales que a la sazón demandaban Chimbote y la Provincia del Santa. Se marchó a Lima y dejó la alcaldía en manos de  Julio Villanueva Ferrero, que pasó con más pena que gloria por el Ayuntamiento local. El año 2003, el APRA volvió a la MPS llevando  como alcalde a  Estuardo Díaz Delgado (múltiples veces procesado y  ahora cadáver político) cuya gestión se caracterizó por el  saqueo sistemático de los recursos municipales.
En 2007, Guzmán Aguirre volvió a ocupar la alcaldía de la Provincia del Santa  pero tuvo que dejar  el cargo  poco después por problemas de salud. Aquí empezó el calvario para el Movimiento Río Santa Caudaloso (ex MIRCH). Aguirre Altamirano fue reemplazado por la primera regidora, Victoria Espinoza García, autodenominada “chimbotera y huanchaquera”,  una mujer incompetente, soberbia,  dueña de una gran verborrea engañabobos. En sus tres  años al frente de la MPS, la Espinoza recibió 450 millones de soles por diversos conceptos. Después de dilapidar  tal suma en obras inconclusas y otras inútiles, en remiendos de calles, y en incrementar el número de  ricos al amparo de licitaciones fraudulentas,  dejó  la MPS con 20 millones de soles de deudas a la SUNAT, EsSalud y AFP, y con un aumento abusivo del personal de la Comuna, todos militantes de Río Santa Caudaloso. Mientras tanto,  había llenado las cuentas bancarias de su conviviente, el Agapito ése, y  adquirido bienes muebles e inmuebles  con el dinero escamoteado a  las arcas ediles, a tenor de las condenas que tiene por enriquecimiento ilícito, malversación de fondos públicos y varios  procesos judiciales que todavía afronta. Guzmán Aguirre sabía de las  denuncias previas contra Victoria Espinoza  y, sin embargo, en clara burla a los chimbotanos, insistió  en ponerla como candidata en las elecciones municipales del año pasado.
El resto es historia conocida. Después de ser condenada a siete años de prisión efectiva, la ex alcaldesa fue  suspendida de  Río Santa Caudaloso por un Guzmán Aguirre  que ha   sacado a la luz tardíamente la incompetencia y los casos de corrupción entre los militantes de su Movimiento. Ha señalado a las   “ovejas negras”,  “sobones” y “ayayeros”  que alentaron y apañaron la corrupción y la falta de transparencia en las gestiones de la Tía Vicky y ahora de Julio Cortez Rojas, alcalde provisional, actualmente con una sentencia a cuatro años de prisión  que deberá cumplir en Cambio Puente cuando la Sala Penal ratifique ese fallo.
En suma, lo cierto es que el Movimiento Río Santa Caudaloso está en grave crisis; su desaparición  está cantada por la incompetencia y corrupción de sus principales dirigentes quienes se han apoderado del aparato partidario. Estos necios   apoyan  los desmanes cometidos por la Tía Vicky durante su paso por la MPS y  han llegado  al absurdo de organizar marchas a su favor por las calles del puerto. En mi dilatada vida  he visto multitud de marchas pintorescas en distintos lugares del mundo: desfiles de Hare Krishnas en el Vaticano, de ateos   en plena Semana Santa de Madrid, de mutilados de ambas piernas en Kigali, de perros calatos en Lima, pero jamás he  visto desfiles en apoyo de una delincuente con orden de busca y captura. Estas cosas suceden solo en Chimbote.
En fin,  el legado que dejará Guzmán Aguirre Altamirano en nuestro puerto es el de  haber creado un partido con el que aupó al poder a alcaldes, regidores, dirigentes barriales y asalariados desagradecidos   que ahora le quieren defenestrar del Movimiento que él fundó. Es decir, crió cuervos… y ahora tiene muchos.