Editorial

Editorial: ::: LAMENTABLE DESIDIA :::

Anteayer miércoles dejó de existir una Sub Oficial del Departamento de la Policía de Tránsito luego de una penosa agonía de 24 horas y tras haber chocado su motocicleta con una de las paredes laterales del túnel de Coishco, maniobra que forzó con la finalidad de impedir atropellar a unos peregrinos que caminaban por allí virtualmente a ciegas.

La Sub Oficial Perla Sotelo Vilca, de 23 años de edad, falleció a consecuencia de las graves lesiones que sufrió en la cabeza, luego del violento golpe que recibió y tras una penosa agonía en la que no dejó de llamar la atención la carencia de una adecuada asistencia médica para los miembros de las fuerzas policiales.

Decimos ello porque la Sub Oficial, como corresponde, debería ser inmediatamente internada en la Sanidad de las Fuerzas Policiales, un establecimiento financiado por los propios efectivos policiales a través de los descuentos que les efectúan en sus respectivos emolumentos pero que para desgracia de ellos no es ni siquiera más que una posta de salud.

Por ello inmediatamente la Sub Oficial fue trasladada tras la colisión al hospital La Caleta, en donde infortunadamente se carece de especialistas para estos casos de suma gravedad, así como tampoco cuentan con equipos de última generación como para estabilizar a un paciente con shock traumático en la cabeza.

Por ello la única alternativa para la sub oficial malherida era su traslado a la Capital de la República, debería ser internada en el hospital de la Policía que si cuenta con especialistas y equipamiento como para atender casos de gravedad como el que se presentaba en nuestro Puerto, por ello es que el alto mando envió una avioneta para que se concrete esa indispensable transferencia.

Sin embargo, el afán de salvar una vida no había reparado en el riesgo que implica un traslado en estas condiciones, la joven sub oficial había perdido masa encefálica, presenta fractura ósea en la cavidad craneal y los movimientos que se realicen en el abordaje a una nave y su posterior traslado al centro hospitalario podrían conspirar contra su existencia y solo consolidarían su deceso.

Por ello se decidió internarla en el hospital Regional, con la finalidad, según adujo el Jefe de la División Policial, Coronel Juan Martínez Arroyo, de estabilizarla y esperar que recupere algunas funciones que le permitan efectuar el traslado hacia el centro especializado de su institución.

Sin embargo, en un nosocomio que también carece de equipamiento necesario como para hacer frente a esos cuadros de gravedad era poco lo que se podía hacer, más aun cuando los diagnósticos evacuados horas después del accidente ya advertían que la joven Policía se encontraba en estado de coma.

Como consecuencia de ello, de la muerte cerebral que se había registrado en el nosocomio, la joven Sub Oficial falleció en medio del llanto y dolor de sus compañeros, conscientes que pereció en el ejercicio de sus funciones y como consecuencia de un lamentable accidente que no pudo evitar en el túnel de Coishco.

Pero poco antes que se registre esta desgracia, ya los medios de comunicación habían advertido las clamorosas deficiencias que observa la Policía en lo que se refiere a la asistencia y atención de sus efectivos y uno de estos casos lo padeció el Sub Oficial Carlos García de la Cruz, un efectivo natural de Chimbote pero que se encontraba prestando servicios en la vecina provincia de Casma y allí se había contagiado con el dengue, un mal que se ha convertido en endémico en esa zona.

El custodio comenzó a padecer las serias secuelas de este mal, los estados febriles y los malestares lo llevaron a buscar el apoyo de su institución, siendo derivado a la Sanidad de las Fuerzas Policiales, en donde se mantuvo internado un día porque advirtió que virtualmente lo habían abandonado.

El propio efectivo compartió con los medios de comunicación la odisea que le tocó vivir en una entidad que pertenece a su propia institución, pues dijo que solo fue internado porque insistió en la medida que se sentía muy mal, había vomitado sangre y temía que su mal correspondía al tipo de dengue hemorrágico, por lo que mientras su estado se agravaba no le proporcionaban medicamentos, no existían médicos que lo revisen y nadie lo atendía, hasta para ir al baño tenía que arreglárselas solo pese a que carecía de fuerzas.

Por ello es que se vio precisado a solicitar su alta voluntaria y dirigirse al hospi6tal La Caleta en donde se vio precisado a tener que pagar para que reciba atención cuando en la Policía le descuentan por planilla para que pueda recibir asistencia médica.

Es realmente lamentable lo que sucede en la institución tutelar, son los propios agentes policiales los que protestan sin poder dar la cara por temor a represalias y en la medida que nadie sabe dónde van a parar los millonarios descuentos que les hacen por planilla si no tienen siquiera una curita en la Sanidad.

Para infortunio de la Policía esta entidad se ha convertido únicamente en fuente de escándalo, hace unos años allí se detuvo a un Comandante en los precisos instantes que extorsionaba a un colega del mismo rango que era el jefe de esta dependencia y en otras ocasiones se ha revelado que allí se hace abuso de las cocheras por parte de quienes llegan a ser designados como titulares de una dependencia que es virtualmente fantasma.

Los casos de la fallecida Sub Oficial Perla Sotelo y de su colega Carlos García de la Cruz son elocuentes y pintan de cuerpo entero la escandalosa postergación que existe al interior de la Policía en materia de atención y asistencia médica de sus efectivos, a despecho que se les descuenta por este concepto y muchos aseguran que esos recursos siguen los mismos destinos que aquellos que se invierten para el combustible, el rancho y otros que solo ha generado denuncias y escándalo.

Afortunadamente, el Sub oficial Carlos García viene recibiendo atención médica en el hospital Regional y se recupera satisfactoriamente del mal del dengue que, felizmente, no fue del tipo hemorrágico, empero, así como él muchos otros agentes deberán buscar la manera de salir de un problema de salud por su cuenta porque en la Policía su Sanidad no garantiza absolutamente nada.