Editorial

Editoril: ::: EXTREMA VIOLENCIA :::

La que pasó ha sido una semana de extrema violencia en Chimbote, una de esas que no nos imaginamos en la medida que apenas salíamos de una memorable jornada de rechazo a la violencia contra la mujer y se suceden dos hechos que no dicen nada bien del mensaje que había dejado expresado la población con la movilización masiva de la última semana.

Nos estamos refiriendo a dos homicidios registrados en nuestra ciudad como consecuencia de sendos casos de violencia familiar, de enfrentamientos crudos y violentos que terminaron con lamentable derramamiento de sangre, con hogares sumidos en el dolor por la pérdida de familiares a causa de la irrefrenable violencia.

El primer caso se registró en el A.H. Villa del Mar, allí un joven que ingresó por la fuerza a la vivienda de su ex pareja con la finalidad de ver a sus hijos, fue ultimado luego de enfrentarse al padre y al hermano de su ex pareja, el último de los cuales lo hirió con un verduguillo que se le incrustó cerca al corazón.

Los incidentes derivaron de una agria discusión en la que se enfrascó Abigail Medina García, con el occiso Bryan Cárdenas Feijó, quien llegó en estado etílico con la finalidad de reclamar que lo dejaran ver a sus hijos, es la típica secuela de la disolución familiar en la cual la madre ya no le permite que su ex pareja siquiera alterne con sus hijos.

De acuerdo a la denuncia primigenia, ante esta negativa Cárdenas Feijó optó por trepar los techos e ingresar por la fuerza, generándose una discusión con su pareja que obligó a la intervención del padre de la joven y su hermano Benoni Medina García, quienes viven en la vivienda del costado.

Lo que ocurrió allí será materia de investigación en la medida que la Policía y el serenazgo, alertados por el llamado de los vecinos como consecuencia de los gritos y golpes que se escuchaban en el interior de la vivienda, encontró a Bryan Cárdenas ya reducido por los familiares de la joven quien acusaba haber sido víctima de violencia familiar, por lo cual los efectivos trasladaron al golpeado muchacho y su pareja a la comisaría de mujeres.

Sin embargo, ya en la sede policial el hombre se desvanece y es solo en ese momento que los efectivos se percatan que presentaba una herida en el tórax de la cual estaba manando sangre, por lo que decidieron en el acto trasladarlo al hospital Regional, en donde los médicos ya nada pudieron hacer en la medida que se trataba de una hemorragia a consecuencia de un profundo corte que presentaba cerca al corazón.

Lo que había ocurrido es que en la pelea el hermano de la joven que era agredida se enfrentó y con el mismo verduguillo del occiso lo hirió, resultando esta herida de secuela mortal, sin embargo, por las propias circunstancias que rodearon este incidente, por la acción defensiva del cuñado al buscar que impedir que su hermana fuera golpeada y por la actitud del occiso, un Juez solo le ha dictado comparecencia restringida hasta en tanto, en la investigación judicial, se determine su grado de responsabilidad.

Pero, cuando los chimbotanos no se recuperaban de este fatal desenlace, otro hecho de sangre, mucho más grave y consternador se registraría en el distrito de Nuevo Chimbote y enlutaba nuevamente a una familia.

El empresario del ramo de la construcción, Juan Carlos Guzmán Quiroz asesinó de sendos balazos a su esposa Rocío Maritza Castañeda Valera, luego de sostener una fuerte discusión en el interior de la camioneta del primero de los nombrados y solo a unos metros de su domicilio, en la urbanización Santa Rosa.

Fueron los vecinos que escucharon los disparos los que solicitaron la presencia policial y de esta manera se encontró sin vida a la mujer dentro del vehículo, mientras que el homicida se había ocultado en otra de sus propiedades de la misma Urbanización, hecho que había sido observado por los vecinos que alertaron a la Policía quienes detuvieron al responsable de este feminicidio.

Se dice mucho sobre las causas del asesinato, sin embargo, lo único cierto es que estamos frente a un caso de violencia familiar con secuela de muerte, un hecho lamentable que ha dejado en abandono a dos menores de edad, hijos de esta pareja que apenas tienen 7 y 14 años de edad, pero que ven cómo su madre muere de manera violenta y su padre es encerrado en una cárcel a causa de ese mismo hecho.

Seguramente, serán los familiares de los progenitores los que se encarguen de ello, por lo menos el Ministerio de la Mujer ha reaccionado de manera inmediata y, por intermedio de los organismos que lo representan en nuestra ciudad, como el centro de Emergencia Mujer, ha hecho llegar su ofrecimiento de apoyo legal y psicológico a estos dos menores a quienes les toca vivir un drama que pareciera reservado a las novelas de ficción.

Como ya es dominio público, el Poder Judicial ha decretado el ultimo fin de semana una prisión preventiva de 9 meses para el feminicida y es probable que reciba finalmente una drástica condena en la medida que no tendrá manera como justificar la irracional reacción que observó en la discusión con su cónyuge.

Lo grave de todo esto es que el crimen ocurre solo unos días después que en Chimbote como en todo el país se había realizado una enorme movilización en protesta y rechazo a la violencia contra la mujer, para demandar a la justicia mano dura contra aquellos que agreden al sexo débil y demandando acciones más contundentes por parte de la justicia cuando se trata de violencia familiar.

Este lamentable hecho de sangre nos advierte que las marchas públicas y manifestaciones diversas no son suficientes para detener una cada vez más creciente ola de violencia familiar, se hace necesario que se promuevan otra clase de acciones, como la sensibilización a través de talleres, las escuela para padres en los colegios, las charlas y la orientación sobre el rol de las parejas y los programas de rescate matrimonial.

La extrema violencia que nos ha tocado vivir este fin de semana nos advierte que hay mucho más que hacer en este aspecto, esperemos que la sociedad civil reaccione y se defienda para impedir que se repitan enfrentamientos viscerales que solo han sembrado muerte y mucho dolor.