La torrencial lluvia que se precipitó en nuestra ciudad anteayer desde horas de la tarde ha puesto de manifiesto que nuestra ciudad no cuenta con sistemas de emergencia ni con mecanismos de prevención frente a una lluvia tan intensa como la que soportamos todos los Chimbotanos con balde y escoba en mano.
Y es que en nuestro puerto apenas si nos escandalizamos cuando una lluvia nos deja completamente mojados, generalmente las precipitaciones en esta parte de la costa son pasajeras y en nada incomodan a la gente, es parte de un clima natural que contrasta con aquellos que se presentan en la zona sierra.
Sin embargo, cuando los relojes promediaban las 5.00 de la tarde de anteayer se inició una precipitación que muchos pensaban que formaba parte de las lluvias de verano, aquellas que se mantienen por espacio de media hora y no vuelven, al extremo que en el vulgo suelen decir que se trata de unas nubes perdidas.
Sin embargo, la de anteayer fue una lluvia al más puro estilo de ciudad de la sierra. La caída de agua se fue acentuando cada vez más y al promediar las 8.00 de la noche adquirió ribetes torrenciales que hizo estragos no solo en las viviendas, sino que provocó la crecida incontrolable de los cauces de los ríos de nuestra jurisdicción.
Al caer la noche ya se conocía de la emergencia que se vivía en los distritos de nepeña, moro y jimbe, inclusive, en los puentes del río lacramarca las alarmas se encendían con el incremento desmesurado del volumen de agua y la amenaza de desborde que para entonces ya avizoraba un resultado nefasto en la medida que no solo no se hicieron los trabajos de prevención, sino que la lluvia persistía y no cesaba.
Por ello es que finalmente los aniegos e inundaciones fueron descomunales, antes de la medianoche las principales calles del distrito de Nuevo Chimbote se convirtieron en riachuelos pues un brazo del río Lacramarca se desprendió y descendió por la zona urbana del A.H. Los Geranios, ese que se ubica en la parte posterior de la Universidad César Vallejo y por ello en contados minutos una corriente de lodo y fango se fue acumulando por las principales arterias.
Si en la zona urbana las consecuencias de estas lluvias torrenciales y persistentes dejaban serios perjuicios, es fácil imaginarse lo que ha sucedido con los pueblos jóvenes y asentamientos humanos en donde las viviendas se levantan generalmente en base de palos y esteras, pues las familias no han podido resistir semejante precipitación.
Y los resultados saltan a la vista, los daños generados en Nuevo Chimbote, en el centro de Chimbote, en Coishco y en los distritos de Santa, nepeña, Samanco, moro y Jimbe ponen de manifiesto la vulnerabilidad de toda una provincia frente a fenómenos de la naturaleza que sin ser propios de esta zona, nunca deja de existir la posibilidad que se presenten como ha ocurrido en esta oportunidad.
Incluso, hay quienes comparan esta lluvia con aquella que se registró el año 1983 cuando el fenómeno de El Niño provocó serios estragos en nuestro Puerto, empero, creemos que no existe punto de comparación, la lluvia de entonces a pesar que fue mucho más torrencial que la de anteanoche, solo se prolongó por poco más de 40 minutos, sin embargo, la última se prolongó por casi ocho horas, por ello es que generó serios daños y destrozos, así como una enorme acumulación de agua y lodo por los desbordes de los ríos.
Empero, en medio del desbarajuste generado por la lluvia intensa no puede dejar de llamar la atención la poca capacidad de respuesta de parte de las autoridades, como que la alcaldesa Victoria Espinoza se encuentra siempre presta y presente en el lugar de la emergencia pero sin los medios logísticos suficientes como para evitar los serios estragos que finalmente provocó el desborde del río lacramarca.
Y es que la propia burgomaestre explicó a la prensa las razones por las cuales no contaban ni siquiera con una maquinaria pesada que ayude a despejar la malezas y los objetos que bloquean el paso del agua bajo el puente de la avenida Pardo, señalando que el montacarga se encontraba trabajando en los distritos cuyos alcaldes solicitaron desesperadamente la ayuda.
Y es que lamentablemente, en este caso volvemos a los cuestionamientos iniciales que se hicieron en contra del gobernador regional Enrique Vargas Barrenechea por no haber dispuesto la ayuda que se le demandaba para poder hacer frente a la emergencia, por haber engañado a las autoridades ediles con un ofrecimiento presupuestal que nunca llegó así como la donación de mil galones de combustible que nadie recibió.
Lo más grave es que estos anuncios se plasmaron hace más de una semana, el propio Gobernador lo ratificó en la cita que sostuvo con alcaldes provinciales de la región pero extrañamente jamás los cumplió, ha resultado algo así como que en los sectores populares conocen como un “engañamuchacho” que en su condición de autoridad regional debería responder ante la ley por la falsa expectativa creada ante la población que, en determinado momento, creyeron en la palabra del gobernador a pesar de los antecedentes que venía premunido.
Ya la alcaldesa Victoria Espinoza lo había advertido con antelación, la desidia e indiferencia para los pueblos de la provincia del Santa tiene un solo protagonista estelar y noÂÂ es otro que el Gobernador Enrique Vargas.
Si las autoridades provinciales estaban decididos a denunciar penalmente al gobernador por omisión de deberes funcionales, creemos que ahora que se desató la intensa lluvia y que ha dejado serias y graves secuelas en nuestra ciudad, ya no le quepa la menor duda a la alcaldesa y compañía para formalizar los cargos correspondientes.
Por lo demás hay que tener en cuenta que siendo Chimbote una ciudad que no experimenta lluvias intensas, es necesario que se tomen las precauciones suficientes, no solo a nivel personal y familiar de la población sino a nivel de las autoridades que están llamadas a realizar muchos esfuerzos para asistir a la comunidad en razón que ni el gobierno central ni el gobierno regional han querido hacer algo por nosotros. Eso está más claro que el agua pues estamos virtualmente desguarnecidos.