Editorial

Editorial: ::: UNA NUEVA TAREA :::

Si los cálculos de los meteorólogos no difieren mucho de la realidad, y tal parece que ya no lo están haciendo, estamos llegando a la parte final del destructivo fenómeno del “Niño Costero” que este año ha sembrado de muerte y destrucción en todos los confines de nuestro país, especialmente en la costa norte y centro.

Y es que con la llegada el otoño, el cambio de estación, la presencia de las corriente de frío que socavan aquellas lenguas de aguas calientes que es lo que ha generado las torrenciales lluvias que se ha registrado en nuestro litoral, especialmente aquellas nunca antes experimentadas por los pueblos del norte del país, se avizora el final de esta difícil temporada veraniega que nos ha tocado vivir.

El solo hecho que los chimbotanos ya no percibimos el intenso calor de la madrugada nos advierte que las cosas tienden a cambiar, la poca presencia de lluvias en esta zona y el descenso de los caudales en los lechos de los ríos son características que nos dicen que ya las cosas, afortunadamente, están cambiando en el clima del país y que la mano solidaria que se ha extendido en todos los niveles, debe comenzar a dar paso a una siguiente etapa.

Nos estanos refiriendo a las tareas de reconstrucción que le espera a los pueblos afectados por esta arremetida destructiva de la naturaleza, las autoridades aún se encuentran desplegándose con ayuda a diversos pueblos que han quedado aislados por efectos de los derrumbes y deslizamientos, como consecuencia de los desbordes de los ríos que virtualmente se han tragado extensos tramos de carreteras y que en estos momentos deben estar recibiendo las miles de toneladas de ayuda que han llegado del gobierno de los países vecinos amigos, de la Iglesia y del generoso aporte de los chimbotanos que han demostrado que siempre está vigente aquello de “unidos todo lo podemos”.

Sin embargo, mientras se terminan de extender este brazo solidario con los pueblos, ya debe comenzar la tarea de identificación de las zonas afectadas y la dimensión de los daños sufridos pues cuando alguien se cae y se golpea existe la necesidad no solo de ponerse nuevamente de pie sino de curar las heridas que pudo ocasionarse.

Esto es lo mismo que debe pasar con los pueblos de la prov8incia del Santa, existen muchos sectores que requieren de mayor apoyo para levantar nuevamente sus viviendas colapsadas y uno de ellos es la zona agrícola del valle de Santa en donde los desbordes de las aguas que bajan por las quebradas han generado serios perjuicios, especialmente en el Pueblo de Rinconada, que se dice es uno de los más destruidos de la provincia del Santa.

Junto a Rinconada han quedado seriamente dañados los pueblos de Cascajal, Vinzos, Tamborreal y todos aquellos que se encuentran en ese sector y que no solo se han visto afectados en el colapso de sus viviendas y la falta de servicios básicos, sino que la actividad económica de la que dependen, es decir, la agricultura, se ha visto devastada por los desbordes y, por ende, esas familias se han quedado en el desamparo.

Junto a ellos, están los pueblos de las zonas altas de la provincia como Jimbe, Moro, San Jacinto, mientras que por el otro flanco se encuentran los anexos de Macate y Pallasca que son lugares que han soportado las torrenciales lluvias que en su debido momento cargaron los ríos que arrasaron las vías de transporte de la costa.

Los reportes de los alcaldes de esa zona señalan que han quedado seriamente afectados y todos esos poblados deben ser identificados para que por allí comience la ayuda del gobierno en materia de reconstrucción, hay entidades públicas que han quedado inutilizadas como los colegios y las postas de salud, y se necesita comenzar por allí porque las desgracias y los desastres no deben ser motivos para que el impulso y desarrollo de los pueblos se vea diezmado o tenga que detenerse.

El Gobierno ha designado a la Ministra de Justicia, Marisol Pérez Tello, una persona estrechamente vinculada a nuestra región, para que encabece esta acción de reconstrucción y canalice la ayuda y el aporte el Ejecutivo a las acciones que deben emprenderse para salir de este atolladero en el que nos deja los embates de la naturaleza, de allí que a partir del COEL se tiene que comenzar a trabajar en esta tarea que tomará su tiempo pero tendrá que ser efectiva.

Y es que el éxito de esta tarea mucho depende del accionar de las autoridades locales, a los alcaldes provinciales y distritales se les ha extendido un presupuesto de cien mil soles para que comiencen con los trabajos de urgencia, remoción de escombros, reparación de pistas, retiro de agua o lodo acumulado por las lluvias o desbordes, labores que están en condiciones de realizar por administración directa o contrata pero que tienen que cumplirse de manera efectiva y transparente como condición “sine qua non” para que puedan recibir una nueva remesa presupuestal similar que les permita seguir afianzando este trabajo de recuperación.

Lo que se necesita en esta nueva tarea que le espera a nuestras autoridades es que tienen que estar enchufados y comprometidos a trabajar a brazo partido, deben demostrar esa dinámica y vitalidad que han puesto de manifiesto y que no se contagien de esa abulía y ese extravío que caracteriza al Gobernador regional Enrique Vargas Barrenechea a quien solo se le ha visto en estas semanas cuando ha debido aparecer junto al Presidente de la República y los ministros debido a su investidura.

En medio de los preparativos para esta nueva fase de la emergencia, es preciso tomar nota del pedido que han formulado las entidades de la sociedad civil de la provincia del santa, entre sectores empresariales representados por la cámara de comercio, colegios profesionales y gremios sindicales, representados por el frente de Defensa, quienes han solicitado tener un asiento, voz y voto en esta tarea de la reconstrucción en la medida que representan a un grueso sector de la población que reclama atención.

No sabemos si la ley lo permite, lo lógico y sensato es que todos aquellos que quieren sumar y poner el hombro deben ser bienvenidos, siempre y cuando, claro está, que no pretendan poner piedras en el camino o solo busquen cualquier pretexto para oponerse a las medidas que se adopten en el afán de buscar figuración. Ya estamos ingresando a una nueva fase y la coyuntura exige estar debidamente preparados para ello.