En menos de un año el DIARIO DE CHIMBOTE está celebrando a mucha satisfacción dos grandes acontecimientos. El pasado 6 de octubre cumplió 30 años de fundación y hoy, 23 de mayo del 2017, sale a la luz su edición número 10,000.
Para la familia periodística de este medio de comunicación ambas fechas tienen un significado no solo indiscutible sino también entrañable.
Quiérase o no, el hecho de haber traspuesto la barrera de las 10,000 ediciones nos impone el irreprimible impulso de voltear la mirada a la edición número uno.
La realidad de un sueño
La salida del DIARIO DE CHIMBOTE, aquel 6 de octubre de 1986, tiene como punto de partida, si mal no recuerdo, la última semana del mes de enero de ese mismo año cuando su fundador don Wilfredo Peláez Gularte aún se desempeñaba como funcionario de Siderperú.
Como ya era común, un sábado en la mañana don Willy me llamó por teléfono para invitarme a almorzar en su casa de la urbanización La Caleta.
– No faltes, te tengo una nueva- me dijo por toda explicación.
Luego de saborear el primer chilcano que él mismo preparó con pisco de Motocachy, y hablando con la mayor naturalidad del mundo, me soltó la noticia:
– He decidido sacar un diario y tú eres el primero en saberlo.
Debo confesar que a pesar que se trataba de algo que no esperaba, la noticia no me sorprendió. Ya en tertulias anteriores habíamos tocado el tema de un nuevo diario para Chimbote pero sin llegar a ninguna precisión. Sin embargo esta vez lo ví totalmente convincente y hasta adelantó que el diario debería salir “este mismo año”.
– Mañana mismo prepárate un macchiote- añadió antes de tomarnos el segundo chilcano.
No obstante que, efectivamente, al día siguiente empecé a preparar el macchiote (boceto), admito que lo hice dominado por una suerte de escepticismo compulsivo. Durante varios años había confeccionado macchiotes de diarios y revistas que no siempre se hacían realidad. Es más, en algunos casos había actuado como testigo y en otros como protagonista de la salida de diarios que más tardaron en aparecer que en desaparecer. ¿Acaso el diario de don Willy podría ser la excepción?
El sábado siguiente volvió a llamarme a primera hora para indicarme que no solamente llevase el macchiote.
– También quiero que traigas al diagramador de quien me hablaste- le oí decir.
Se refería a mi compadre espiritual Eduardo Pérez Ruiz “El Chino”, eximio diseñador gráfico formado en los talleres del diario La Industria de Trujillo, quien por entonces ejercía la docencia en un colegio de Chimbote.
Con el macchiote en la mano recuerdo que don Willy nos juró, a Eduardo y a mi, que el Diario de Chimbote, su sueño de toda la vida, muy pronto sería realidad.
Primera edición
En aquellos años yo todavía laboraba en el Ministerio de Industria y Turismo y por esa razón no pude participar a tiempo completo en los preparativos del diario. Lo hice “desde afuera”. Quien sí se entregó de lleno fue mi compadre “El Chino” Pérez. Amoldó su turno de trabajo magisterial con su labor como jefe de diagramación del diario convirtiéndose desde un primer momento en pieza fundamental y uno de los principales colaboradores de don Willy.
La noche del 5 de octubre de 1986, justamente sobre don Willy y El Chino recayó todo el peso de la primera edición. Días después ambos me contaron que aquella noche por un momento estuvieron a punto de posponer la salida del diario. Las técnicas de impresión no eran como las de hoy en día.
Hace treinta años, sin las facilidades de la computación, la elaboración del diario era casi cien por ciento manual. Las noticias tenían que tipearse en columnas empleando máquinas de escribir electrónicas. Las fotografías había que reproducirlas primero en películas según el espacio que don Willy indicaba en la pauta. Los titulares se hacían con letras transportables que hoy se pegaban, mañana se despegaban y asi sucesivamente. Al final, tijera y cinta scotch en mano, El Chino Pérez de encargaba armar las páginas una por una en un trabajo que comenzaba a las seis de la tarde y más de las veces se prolongaba hasta el canto del gallo.
Hoy, como sabemos, la edición del diario se realiza en un máximo de dos horas pero no borra de la memoria todo lo que significa la primera edición del DIARIO DE CHIMBOTE para quienes tuvimos la suerte de verlo nacer.