Editorial

Editorial: ::: JUSTIFICADA DESCALIFICACIÓN :::

En la víspera de las fiestas patrias, el pleno de la Municipalidad Provincial del Santa aprobó por amplia y contundente mayoría declarar persona no grata al congresista de la república Ricardo Narváez Rojas por haber asumido una conducta traidora a los intereses de crecimiento y progreso a los pueblos de Ancash.

El acuerdo fue adoptado en el marco de un debate en donde la casi totalidad del pleno edil consideró ofensiva la posición oportunista y politiquera de quien se supone representa a la Región Ancash en el hemiciclo nacional pero que vendió su investidura a la posibilidad de obtener unos votos más seguramente cuando concluya su período y se tenga que elegir nuevamente a los parlamentarios.

Esto ocurrió en la vecina provincia de Casma, en donde un colectivo llevó a la sociedad civil a renegar su inclusión en el proyecto especial Chinecas alegando que a los largo de muchos años no se ha hecho nada por ellos y que prefieren gestionar sus propias posibilidades de desarrollo agroindustrial y por ello plantean su retiro de Chinecas.

Es evidente que se trata de una posición discutida y reprochable, seguramente alentada con algunos intereses mediáticos y posteriormente electoreros a la que tiene derecho cualquier ciudadano al que se le ocurre una aventura pública que debería contar el respaldo masivo de quienes lo oyen y escuchan.

Sin embargo, esta no es la misma postura que debe adoptar un “padre de la patria”, menos aun de quien representa ante el poder legislativo a toda la región y no solo a una provincia, de tal suerte que su rol debe ser, antes que divisionista y destructor, de un tono conciliador, de mesura y cordura frente a posiciones radicales como la que muestran los grupos económicos casmeños que tienen la peregrina idea que desde Chimbote y la provincia del Santa han sido postergados.

Ello a sabiendas que no solo los casmeños han sido postergados, son los santeños y todos los ancashinos los olvidados con la postergación de Chinecas, el proyecto irrigador que es la “niña de los ojos” de los chimbotanos ha sido olvidado, esencialmente, por el poder ejecutivo, por los gobernantes de turno que solo vieron en él la caja chica para saciar sus intereses partidarios y de grupo.

Los representantes casmeños deben saber que Chinecas fue manejado a lo largo de 25 años por el Instituto Nacional de Desarrollo, el organismo dependiente del Ministerio de agricultura que elegía a los gerentes y directores y que delineaba su manejo de acuerdo a los intereses del gobierno de turno.

Chinecas está en manos del gobierno regional recién desde el año 2007 cuando la protesta popular obligó al gobierno aprista a tener que entregar Chinecas y desafectarlo del poder ejecutivo, desde entonces la responsabilidad recae sobre las autoridades regionales y sobre los hombros de dirigentes de toda índole que no han hecho nada para que la añorada irrigación se concrete finalmente.

En tal sentido, si bien es cierto que ya son 10 años desde que Chinecas fue transferido a la Región y no ha avanzado un solo metro de canal como para ilusionar a los vecinos de Casma con la llegada de agua y la construcción de su represa en el sector de Poctao, también es cierto que el proyecto cayó en las peores manos, en la época que ha sido denominada como la red de corrupción en Ancash y Chinecas fue, precisamente, una herramienta de enriquecimiento de los funcionarios que llevó a esa entidad el hoy encarcelado ex presidente regional César Álvarez Aguilar.

Los casmeños saben y no se entiende porque se hacen los resentidos, que el Presidente regional es el Presidente del Directorio de Chinecas y de los último diez años han sido siete que estuvo al mando de la red de corrupción, por ende, es poco o nada lo que se ha podido esperar de ese ominoso periodo, por el contrario, ahora ya se sabe cómo se manejaron los recursos de la institución, los procesos penales que se siguen contra el mismo Álvarez y contra varios ex gerentes y ex presidentes del directorio como de ex funcionarios lo dice todo y en ese caso hay que apelar a ese adagio que dice a buen entendedor pocas palabras.

Pero así como los casmeños conocen esta parte de la historia negra y siniestra de nuestro proyecto irrigador, el congresista Ricardo Narváez la conoce más aun en la medida que antes de la llegada de Álvarez quien estuvo al frente del gobierno regional fue él, por lo tanto sabe y conoce cuales han sido las verdaderas raíces de esta sempiterna postergación de nuestra irrigación, sabe y conoce que las influencias políticas de nuestros vecinos de La Libertad no solo procuraron que Chinecas se quede en el ostracismo sino que se aprovecharon del uso de las aguas de nuestro Rio Santa para hacer una realidad de desarrollo agroindustrial a Chavimochic.

Por ende, respaldar y avalar una partición absurda como es el desmembramiento de Casma del proyecto Chinecas es algo que no tiene perdón para una autoridad que debería de bregar porque no se entorpezca mucho mas el camino que todos tratamos de abrir para que Chinecas llegue a su financiamiento y ser una realidad.

Ese canino pasa porque el esfuerzo de todos lo haga posible, si Casma se sale de la irrigación de Chinecas habrá que modificar la ley de su creación, no se puede olvidar que las siglas de este proyecto hacen mención a Chimbote, Nepeña y Casma, lo que quiere decir que habrá de hacer nuevas gestiones para que su habilitación avance.

Si bien es cierto esa puede ser una aspiración de políticos y empresarios casmeños, no tiene porque se la postura de un congresista de la república, abandonar sus principios de defensa de los intereses de la región equivale a traicionar a una sagrada aspiración del Pueblo de Ancash y se deja de lado la noble misión que las urnas le ha encomendado.

De allí que el acuerdo de concejo del pleno municipal de la provincia del Santa obedece a una justificada descalificación que le brinda el pueblo de Chimbote, no se trata de un acuerdo declarativo, por el contrario, estamos ante una medida que representa a la indignación de los pueblos contra los felones que abandonaron el carro del progreso y desarrollo de Chinecas y le ponen más piedras de las que ya tiene en el camino de su consolidación.