Editorial

LOS NARCOPOLICIAS

Hace unos dos años atrás la Policía Nacional de Chimbote se vio conmocionada con la captura de uno de sus altos oficiales en poder nada menos que de 119 kilos de clorhidrato de cocaína que estaba trasladando al Balneario de Tortugas, en donde contaba con un inmueble en donde almacenaba el estupefaciente para ser sacado por vía marítima desde el mencionado lugar.

El protagonista de ese escandaloso y delincuencial hecho fue el ex comandante de la Policía, Freddy Tuesta Chicana, quien en el momento que fue detenido se desempeñaba ni más ni menos que como Comisario de Buenos Aires, una de las dependencias policiales más importantes de nuestra jurisdicción.

El referido ex oficial había caído en manos de la mafia del narcotráfico y se vio envuelto en estas actividades delictivas que las perpetraba sin recato alguno, llevando el uniforme policial y valiéndose de sus prerrogativas para superar fácilmente los controles de su propia institución.

Ahora, casi dos años después, se ha detenido a otros dos efectivos de la misma institución, adscritos a la Comisaría de Caraz, quienes utilizaban su tiempo libre para transportar marihuana, por ello la semana pasada fueron aprehendidos cuando trasladaban en una mototaxi nada menos que 1.2 kilos de marihuana.

Cuando los captores detuvieron la mototaxi, los custodios trataron de fugar lanzando “un ladrillo” del estupefaciente a la vía pública, empero, fueron finalmente identificados como los suboficiales de Tercera Jesús Robinson Sáenz Villalón (30) y Ángel Walter Mogrovejo Adrián (24).

Por la forma del alijo de droga se presume que los dos efectivos policiales han sido captados por una organización criminal dedicada al tráfico de marihuana que realiza envíos de gran envergadura, pues lo hacen cuando se prensa la droga en la forma de ladrillos y en ese momento los efectivos estarían realizando un pase para llevar el estupefaciente de un punto a otro dentro de la misma ciudad de Huaraz.

Ello porque la intervención se realizó cuando los dos efectivos salieron de la comisaría anunciando que se iban a tomar sus alimentos, empero, utilizaban la hora del almuerzo para dedicarse a acciones delictivas, quizás una de las más repudiables como es el tráfico de drogas que hace mucho daño a la juventud.

Como suele ocurrir en estos casos la Policía Nacional no ha ocultado el hecho, ha dado a conocer los alcances de esta intervención pero las pesquisas se realizan bajo absoluta reserva, los dos efectivos se encuentran detenidos de manera preliminar porque los investigadores tienen 15 días para ampliar las diligencias y poder establecer el origen y el destino de la droga así como la implicancia de otras personas.

Es evidente que los dos efectivos policiales no son los únicos que forman parte de esta organización delictiva, se advierte fácilmente que ellos solo estaba realizando un envío de estupefaciente y lo trasladaban a otro lugar, de tal suerte que conocen quienes se dedican a esta actividad.

Lo más censurable de todo ello es que los dos Policía no solo pueden realizar “pases” de drogas con la facilidad que les otorga el uniforme, sino que desde la posición que ostentan indefectiblemente han ayudado a quienes formando parte de la organización criminal han caído con drogas o han alertado de los operativos que prepara la superioridad con la finalidad de impedir la aprehensión de los delincuentes.

De allí que siempre aparece la polémica aquella que trata de deslindar si el Policía se hizo delincuente en la institución o es que llegó a ella como parte de la actividad delictiva y se convierte únicamente en un infiltrado dentro de la entidad policial.

Es evidente que el ánimo delictivo no se adquiere o contagia, se forma y concibe desde la formación de la persona, de allí que instituciones tutelares como la Policía Nacional deberían extremar los esfuerzos para poder evaluar convenientemente a quienes postulan a sus filas y se enrolan a través de un proceso de admisión.

En estos concursos se deben considerar las pruebas psicológicas que permitan establecer la real formación del postulante, es posible que antes que se admita a un futuro Policía se pueda establecer su cuenta con las suficientes facultades como para ponerse al lado de la ley o es que está en el camino equivocado.

Esto no ocurre y por ello es que encontramos casos como el comentado, por ello es que advertimos que existen malos Policías, aquellos que se pasan a la otra vereda de la ley y resultan asaltantes, violadores y, como en este caso, traficantes de droga.

Todos esperamos que estos malos Policías no solo sean expectorados de la institución sino que los procesen y los condenen con todo el peso de la ley, un Policía no solo infringe las normas por el delito que comete sino porque traiciona la confianza del estado que le entregó una investidura para defender a la sociedad y termina perjudicándola.

Esto es lo que mas nos debe preocupar porque lamentablemente la justicia no se maneja por el cauce por el que corresponde, por lo menos no responde a esa expectativa y sed de justicia que espera la colectividad, pues por ejemplo, en el caso antes comentado del ex comisario de Buenos Aires detenido con un alijo de 119 kilos de clorhidrato de cocaína de alta pureza, habría sido finalmente condenado por la justicia a una pena de 8 años de carcelería que seguramente podrá salvar muy pronto.

Se trata de una pena benigna, diríamos hasta ridícula teniendo en cuenta la naturaleza del delito, y, esencialmente, la condición del acusado, un alto oficial de la policía Jefe de una dependencia policial que se valía de sus influencias para delinquir en el narcotráfico, una figura que debería merecer todo el peso y contundencia de la ley.

Esperemos que en el caso de los dos Policía detenidos en Caraz no se admitan alegaciones fútiles como en el caso anterior, como que no se ha podido establecer si pertenecen a una organización delictiva cuando es evidente que ello es así de lo contrario no estarían transportando droga que ellos no venden o distribuyen. 

Hay que confiar en que la justicia no se deje llevar por esta clase de coartadas, lo único cierto aquí es que la imagen de la Policía Nacional se ve seriamente mellada, puede tratarse de casos aislados, empero, finalmente, es la institución la que se perjudica con este accionar delincuencial de dos Sub oficiales convertidos en Narcopolicias.