Editorial

EDITORIAL ::UN PACTO URGENTE::

La convulsionada semana que pasó el país ha experimentado casi sin sentirlo o percibirlo el cambio de mando presidencial y una transición democrática que se caracterizó por la resignación del oficialismo a la dimisión del ex Presidente Pedro pablo Kuczynski.

En efecto a la renuncia del ex Jefe de Estado, como comentábamos la semana pasada, rendido ante los hechos que descalificaron su condición de primer mandatario, no solo por haber engañado al país en el tema de sus oscuros contactos y contratos millonarios con la empresa Odebretch, sino por los escandalosos vídeos propalados en el Congreso y que dieron cuenta de la nefasta compra de votos a ciertos congresistas que se prestaron a componendas para traicionar los ideales de su bancada y renunciar a ella para votar en contra de la primera vacancia presidencial.

Lo cierto es que ante la contundencia de las pruebas, la inminente vacancia por incapacidad moral del presidente, todos estuvieron de acuerdo en que el ex Jefe de estado salga por la puerta falsa y renuncie antes que lo echen a patadas como era previsible.

Y de esta manera se fue Kuczynski, en medio de graves cuestionamientos y denuncias que, probablemente, pongan en serio riesgo su libertad ambulatoria  en la medida que ha perdido todas las inmunidades que le confería el rango presidencial, hoy el Ministerio Público no tiene necesidad de concederles algunas reverencias sino que lo puede investigar como cualquier hijo de vecino.

Pero ni bien el desgastado y vapuleado ex jefe de estado estaba cruzando el umbral de la Casa de Pizarro, llegaba a la capital de la república y se ponía al servicio del país, como el mismo lo dijo, el primer vicepresidente de la republica Martín Vizcarra Cornejo, quien por mandato constitucional se convertía en presidente electo y era convocado por el congreso de la república a para juramentar el cargo.

No pasó ni un día desde que el ex presidente desalojó Palacio de Gobierno y ya el país asistía a la juramentación del nuevo y flamante Presidente de la república, había operado la magnanimidad de la ley y se salvaba la crisis gubernamental de manera impecable e inmodesta, sin ninguna pérdida de tiempo.

Fue entonces que el flamante Jefe de Estado, tras jurar el cargo y cumplir cabalmente las responsabilidades que le impone la ley, se dirigió a la representación  nacional y demandó un pacto social con intervención de todas las fuerzas políticas a efectos que el país no se perjudique y que, juntos, se pueda sacar adelante la nación para dejar atrás los malos momentos y una inestabilidad que le ha hecho mucho daño no solo a las instituciones sino a la población en general.

Quienes frisan la base cuatro o cinco no han experimentado por vez primera una transición democrática como la que se ha registrado la semana pasada, por el contrario, deben recordar que hubo otra pero que fue mucho más complicada y prolongada que la que celebramos el pasado fin de semana.

La anterior ocurrió el año 2000 cuando ex presidente Alberto Fujimori, también vapuleado por la difusión de videos en los que se apreciaba a su asesor Vladimiro Montesinos comprando a congresistas, jueces, opositores, medios de comunicación etc., aprovechó una gira internacional de la APEC para quedarse en el Japón y desde allí renunciar al cargo vía fax, lo que no fue admitido sino que fue vacado por incapacidad moral.

Fue entonces que el primer y segundo vicepresidente del país, Fernando Tudela y Ricardo Márquez, también renuncian tomando distancias con el accionar de Fujimori, por lo que la sucesión  presidencial se entendió, como establece la Constitución, con el Presidente del Congreso que apenas dos días antes había sido elegido y cuyo cargo recayó en Valentín Paniagua Corazao que se quedó en el cargo hasta el 28 de Julio del 2001 cuando accede Alejandro Toledo tras ganarle en las elecciones a Alan García que recién había retornado de un autoexilio en París.

Por todas esas dimisiones es que la transmisión fue un poco más prolongada pero tuvo los mismos ribetes que la registrada la semana pasada, es decir, que las fuerzas políticas se unieron para encausar la democracia en el país y garantizar que la inestabilidad deje de perjudicar a las empresas e instituciones.

De allí que el llamado del presidente Martin Vizcarra tiene ese mismo ingrediente, busca que dar vuelta a la página de la bochornosa situación del ex presidente y la manera como se vio precisado a tener que alejarse a su propio pedido del cargo, y apela a la buena voluntad y la cordura de los antagonistas políticos para emprender una etapa que será dura y difícil pero que si está en condiciones de poder encabezarla.

El Presidente Martín Vizcarra no solo tiene la misión de calmar las agitadas aguas de la agenda política nacional sino que debe sentar las bases de una transición para entregarle el mando a quienes la población elija el año 2021.

Pero además de ello tiene la misión de llevar adelante los festejos y celebraciones del bi centenario de la independencia del Perú que se festejarán el mismo día que deberá entregar el mando a quien será su sucesor democrático, por lo que la labor que le espera será bastante ardua y cambiarán irremediablemente su ritmo de vida.

Empero, en lo esencial, lo que debe primar en esta nueva etapa de la vida republicana del país es el pacto social que demanda el Jefe de Estado, depende mucho de la voluntad y el empeño que pongan las diferentes fuerzas políticas para que esta exhortación encuentre a los mejores interlocutores, por lo menos los peruanos confiamos ciegamente que ello suceda porque no existe otra salida para el país.

El Perú ha cambiado de mando presidencial en menos de lo que canta un gallo, lo ha hecho en medio de un clima de absoluta tranquilidad social y política pero con la enorme expectativa que abraza a las mayorías para que se sancione ese pacto urgente que ha planteado el nuevo Presidente. Hay que tener fe y confianza que los pésimos momentos que ha vivido el país quedarán en el olvido, por lo menos la figura de Martin Vizcarra garantiza que se puede confiar que saldremos adelante. Ojala sea así, que todos pongamos nuestro granito de arena y que sea por el Perú.