MAFIAS
El ataque ocurrido en la vivienda del alcalde del distrito de Coishco, Manuel Aldave Boyd, debe generar ya alerta y reacción de las autoridades, especialmente de la Policía que ya debe estar planteándose una hipótesis de violencia política en nuestra provincia. Ello porque en la vivienda del alcalde Aldave colocaron una carga explosiva y le dejaron una nota amenazante en la cual no le exigen suma de dinero alguno, por el contrario, lo conminan a tomar una serie de decisiones relacionadas con su función como burgomaestre. Esto es muy sintomático, como afirma el jefe de la división policial se trata de una coacción y no una extorsión, pero ya es la segunda oportunidad que atentan contra el inmueble del burgomaestre, la primera vez fue el 09 de marzo en que le dejaron una nota con municiones. Y si a esto sumamos la revelación que hiciera el gerente municipal de la comuna distrital de Santa, quien llegó hasta la sede de la Subprefectura con la finalidad de demandar garantías por amenazas que estaba recibiendo por el ejercicio de sus funciones, hay que colegir que existen algunas mafias que están entronizadas en empresas constructoras o proveedoras que son las que vienen apelando a este mecanismo de la coacción para obligar a los funcionarios o autoridades a tomar las determinaciones que ellos quieren. Esto es sumamente peligroso, hasta la fecha no se han visto casos de esta naturaleza desde la época de la red de corrupción en Áncash, los tiempos aquellos en que las organizaciones delincuenciales se infiltraron en el gobierno regional a través del manejo de los cupos de las obras y el chalequeo. En esos tiempos era común advertir estas amenazas que se extendían a las empresas constructoras, a sus gerentes y residentes que se veían precisados a someterse a esas amenazas porque temían que se concretaran en la medida que en aquellos tiempos las autoridades estaban aceitadas y ni siquiera se inmutaban cuando llegaban las denuncias de los ciudadanos o los medios de comunicación contra esa costra de corrupción. Hoy vemos que esas bravuconadas y atentados han retornado. Hay que tener mucho cuidado con ello.
OFICIO
Las corrientes migratorias han crecido de manera ostensible en los últimos meses y Chimbote es una de las ciudades en donde cientos de ciudadanos extranjeros han recalado en busca de trabajo y de reorganizar su vida después de huir de la debacle en sus países. La mayoría son hermanos venezolanos quienes han dejado sus casas huyendo de la tiranía de Nicolás Maduro y buscan la manera de emplearse lo más rápido posible para paliar la difícil situación que afrontan. Lamentablemente, en este escenario hay muchas mujeres que al no encontrar una oportunidad de empleo han caído en las redes de la prostitución, por ello es que la semana pasada las autoridades han intervenido un conocido prostíbulo de Nuevo Chimbote en donde han hallado a doce mujeres extranjeras ejerciendo el oficio más antiguo del mundo pero sin contar con documento alguno, ni siquiera de identidad, menos de migraciones y finalmente de salud que acredite que no padecen enfermedades. De todas ellas la mayoría eran ecuatorianas, ocho en total, dos colombianas y una sola venezolana, las cuales fueron trasladadas a la Unidad de Seguridad de Estado de la Policía a efectos que adopten las medidas pertinentes. No sabemos que ha pasado con ellas, empero, es evidente que estos establecimientos vienen aprovechándose de la necesidad de estas mujeres que llegan a nuestro país, se someten a las exigencias de los propietarios y se internan en un submundo en donde predomina la violencia, no por nada se registró entre estas mujeres uno de los hechos más violentos de la historia policial de Nuevo Chimbote como fue la desfiguración de una joven ecuatoriana, que fue víctima de las envidias de otra joven que le cortó el rostro como si estuviera jugando tres en raya. Es una pena pero es una problemática en la que se requiere ejercer mayor control.
CHORA
La delincuencia no tiene límites. Los robos se suceden a diario y cada vez son más osados, los malhechores ya no tienen reparos en efectuar robos a pocos metros de una sede policial, en tal sentido, hace poco hemos visto como una mujer se infiltró en un establecimiento para robar el dinero de la caja luego que su compinche distrae a la empleada y se lleva el dinero, todo ello a pesar que advierte que existe una cámara de seguridad que la estaba registrando. La mujer mira de frente a la cámara, se ríe y sigue cometiendo su accionar delictivo. Los delincuentes ya no tienen reparos ni siquiera en verse descubiertos.