Editorial

EDITORIAL ::UN ACTO INHUMANO::

Cuando alguien encuentra a una persona impedida de valerse por sí misma, que ha resultado herida en un accidente o que ha sido víctima de un asalto o ataque por parte de terceros, lo que debe hacer es ayudarla y asistirla procurar que se recupere y salga del estado de postración en el que se encuentra.

Esto no solo lo hace por tratarse del deber de una persona, por la compasión que se debe sentir ante el dolor de los demás, sino porque así lo manda la ley, porque omitir un auxilio o asistencia, es un delito.

Las sagradas escrituras nos dejan un precedente de esto en la parábola que entrega Jesús a los docto4res de la ley y cuando busca que describir quien es el prójimo, desarrollando el ejemplo del Buen Samaritano, aquel hombre que encontró a la víctima de un asalto totalmente golpeado y sin fuerzas para incorporarse y que, lejos de ignorarlo como lo hicieron antes un sacerdote y un levita, lo ayuda, le da agua y de comer, le cura las heridas y lo deja en manos de un posadero a quien le entrega un dinero para que cubra los gastos de su atención hasta que pueda valerse por sí mismo.

Y es que las virtudes de la caridad y la misericordia forman parte de nuestra existencia, son valores que están en nosotros mismos, no podemos dejar de ayudar a quien más lo necesita, por ello una noticia que llegó la semana pasada de los recintos del penal de Cambio Puente nos consternó y conmocionó por la forma como puede ponerse en juego la vida de una persona, basada únicamente en el desdén, la indiferencia, el desprecio y la indolencia.

En efecto, no podemos sentirnos menos consternados cuando advertimos que un recluso del Penal de Cambio Puente, un hombre de nacionalidad extranjera, quien no tenía un solo familiar en nuestra ciudad., falleció la semana pasada por inanición, por falta de atención médica y por la falta de ingesta de alimentos.

En otras palabras a este hombre lo mataron de hambre y la responsabilidad es absolutamente del Director y los empleados del establecimiento penitenciario que no solo lo dejaron en esa condición sino que no velaron para que le presten la atención necesaria y, por lo menos, que lo alimenten.

La historia corresponde al ciudadano identificado como Massiel De Moura Adalcimar de 45 años, quien se encontraba recluido en el penal tras ser condenado por haber participado de un robo agravado en Tarapoto, es decir que había formado parte de alguna lanchada que lo trajo de un penal de otra ciudad al reclusorio de Cambio Puente en donde purgaba carcelería por delito contra el patrimonio.

No sabemos si el hombre se encontraba en calidad de sentenciado o si estaba con prisión preventiva, lo cierto es que hallándose en un pabellón del penal de Cambio Puente se suscitó un problema y habría sido presuntamente golpeado al parecer por personal de seguridad del INPE una semana antes de su deceso.

Sin embargo, pese a que se encontraba en muy mal estado, se limitaron con trasladarlo al tópico del penal donde no habría recibido atención por parte de los médicos encargados, menos aún le dieron de comer y por ello “se murió de hambre”..

La esposa del recluso brasilero, Tiffany Rivera Chaparro, informó a la prensa que apenas tuvo conocimiento de su lamentable situación se trasladó a Chimbote para poder apoyarlo, por lo que el lunes (el mismo día que falleció) acudió al centro penitenciario llevando suero, medicamentos y alimentos, sin embargo, el personal de seguridad impidió su ingreso al penal.

Gracias a la información proporcionada por la cónyuge se pudo tomar conocimiento que

la necropsia arrojó que el interno fallecido ya no presentaba golpes al momento del examen pero se pudo determinar que el origen de su muerte fue por un cuadro de inanición, por no haber recibido alimentos a pesar que se encontraba en el tópico por varios días.

La pareja del occiso realizó en Chimbote los trámites de ley para poder llevar el cuerpo de Massiel De Moura Adalcima, hasta Tarapoto, donde recibió cristiana sepultura, sin embargo, la pregunta a muchos debe rondarles en la cabeza es ¿puede un hecho como este quedar impune? ¿Puede morir un hombre por falta de atención y porque nadie le dio de comer a pesar que se hallaba en muy mal estado?

Creemos que ya el Ministerio Público debe haber tomado acciones porque en este caso existen graves responsabilidades y personajes que tienen culpas directas por el deceso de este recluso, con el agravante que el deceso se ha producido de manera horripilante.

En el Penal han permitido que un hombre se muera de hambre, han dejado a este recluso que se muera como un animal y eso tiene que sancionarse, más aun cuando su estado de inhabilitación se produjo como consecuencia de una golpiza que le propinaron los propios empleados de seguridad del penal, quienes deben responder por ese hecho.

De la misma manera, el tópico del penal no puede haber dejado que este interno se fuera muriendo de a poco en sus instalaciones, sino estaba en condiciones de poder establecer cuál era la causa de su estado o si no se contaba con especialistas que pudieran prestarle atención. Lo que debieron hacer es derivarlo al hospital La Caleta, en busca de atención adecuada para un hombre que no estaba en condiciones de valerse por sí mismo y al cual no le dieron alimento alguno.

El hecho que un recluso haya sido “lanchado” de otro establecimiento penal ubicado lejos de nuestra ciudad y que, por ende, carezca de familiares que lo puedan visitar de manera permanente, no da derecho a que lo tengan postergado y no le presten asistencia alguna, ya hemos señalado que no solo los deberes de una persona, los sentimientos de solidaridad y misericordia nos deben llevar a prestar asistencia a un desvalido, sino que la propia ley nos obliga a ello.

Si en el centro penitenciario ha fallecido un recluso por inanición entonces existen responsables que deben responder por ello. El fiscal de turno no debe esperar que le llegue alguna denuncia por que la familia vive muy lejos de Chimbote, un antecedente tan horripilante como este no debe quedar en la impunidad, es un acto inhumano y cruel que merece la más drástica sanción.