Luego de revisar los fundamentos planteados por el Fiscal de la causa y de calificar las pruebas que se han actuado, la Juez Susana Quispe Trujillo resolvió dictar nueve meses de prisión contra el Sub Oficial Marco Antonio Burgos Hernández, quien fue sorprendido en su oficina de la Comisaría de Buenos Aires cobrando una coima de 100 nuevos soles a un chofer cuyo vehículo carecía de SOAT.
La medida no sorprendía a nadie en razón que la intervención del detenido se realizó en el marco de una celada en la cual tomó parte el Fiscal anticorrupción Laureano Añanca Chumbe, quien previamente había fotocopiado los billetes que se le entregaron al mal Policía y se había impregnado los mismos con la sustancia química que, posteriormente, quedó como evidencia en las manos del detenido.
Menos aun sorprendía en la medida que existe un sentimiento de indignación en la comunidad chimbotana frente a estos casos y ante la osada y avezada actitud de este Sub oficial Burgos Hernández que tenía apenas cuatro días en el puesto.
Lo más grave es que este efectivo policial había sido destacado a Chimbote con la finalidad de reorganizar una dependencia que estuvo en la cresta del escándalo en la medida que su antecesor había sido capturado apenas dos semanas antes cobrando una coima y por ello se encuentra en el Penal de Cambio Puente.
De allí que ni siquiera los altos mandos policiales pueden entender el accionar delincuencial del subalterno, la actitud desafiante de reiterar el accionar delictivo cuando aún la ciudad no salía de la conmoción que le causó el conocer que hasta tres efectivos policiales habían sido detenidos en las mismas circunstancias y con el agravante que aquel, el Sub Oficial Marco Burgos Hernández., supuestamente representaba la medicina ante la corrupción que denunció el Ministerio Público.
Pero como dice ese conocido proverbio, finalmente “el remedio resultó peor que la enfermedad” y hasta podríamos decir que resultó como una suerte de cáncer en la medida que no esperó ni siquiera un tiempo prudencial para cometer los delitos que se le había encomendado desterrar dentro de una política de rescate de la dignidad y el decoro que habían emprendido de su institución los altos mandos.
Esta imagen desdibujada de la Policía Nacional no podía ser más afectada cuando el pasado fin de semana otro Sub Oficial protagonizaba otro escándalo cuando fue denunciado por los familiares de una joven de haberla golpeado y secuestrado por el hecho der negarse a retomar una relación sentimental.
En este caso el Sub oficial Yan Marcos Hernández Ramos fue denunciado el pasado fin de semana por los familiares de una joven que aseguraban que había sido sacada a la fuerza y llevada a una vivienda del PJ. PPAO en donde la mantenían contra su voluntad, razón por la cual la Policía y el Fiscal de turno se dirigieron al lugar y encontraron efectivamente a la joven en ese lugar, con huellas de haber sido golpeada.
Lo grave es que este Sub Oficial fue trasladado en condición de detenido y tenía en su haber una medida disciplinaria de separación temporal en el cargo en la medida que contaba con un antecedente de violencia similar, una denuncia por agresión que fue formulada en la ciudad de Cajamarca, donde prestaba servicios, por otra Sub Oficial con la cual, aparentemente, sostenía una relación sentimental.
Sin embargo, pese a los antecedentes que existen contra este abusivo efectivo policial y que manchan su foja de servicio, finalmente, el Ministerio Público dispuso que lo liberen en la medida que solo ha encontrado evidencias de una agresión mas no de un secuestro o coacción como lo denunció la joven agraviada, por ello es que ha dejado los calabozos, empero, mantiene un proceso disciplinario dentro de su institución.
Lo que nos dejan estos dos hechos es que en la Policía existen efectivos que no se encuentran a la altura de la investidura de su institución, que lejos de defender la ley y hacerla respetar, lo primero que hacen es violarla y transgredirla poniéndose al margen de la ley y arrastrando ese descrédito a su propia institución.
De allí que el problema es la fallida selección que se hace cuando se admite a nuevos efectivos policiales, a la inadecuada preparación de los jóvenes que aspiran a convertirse en Policías y una inexistente evaluación psíquica y psicológica de su integrantes, pues de hacerse ya se habría detectado a quienes no merecen vestir el uniforme. Hay allí una seria carencia por corregir y se espera lo hagan antes que nos encontremos con otro hecho delictivo que sea protagonizado por un efectivo policial.
SENTIDA DESAPARICIÓN
Víctima de una penosa y prolongada enfermedad, la semana pasada dejó de existir el colega periodista Alberto Pérez Gonzales, quien se desempeñó en varios programas radiales y televisivos y desde hace algunos años era la figura visible de la oficina de imagen de una conocida universidad local.
Pese a su corta edad y que evidenciaba una imprevisible vitalidad, la enfermedad fue minando poco a poco a un joven periodista que se había decidido a rescatar uno de los viejos anhelos de los hombres de prensa como es contar con una Villa que garantice una vivienda digna a quienes se dedican a esta noble profesión.
Acompañado de muchos otros colegas consiguió el objetivo y se lleva a la eternidad el mérito de haber encausado este proyecto hasta que por fin se hizo realidad.
Lamentablemente el destino le jugó una mala pasada y ha decidido llevárselo a la diestra del señor, nos ha tomado la delantera pero entre nosotros queda el recuerdo de un buen hombre y un mejor periodista, para satisfacción de su viuda e hijos que lo recordarán por siempre como el luchador que fue. Descansa en paz Beto Pérez.