Editorial

Editorial: ::: OPORTUNA DECISIÓN :::

Los comerciantes del mercado La Perla decidieron de manera voluntaria cerrar las puertas de su centro de abasto, suspender su actividad comercial por dos o tres días y emprender, de inmediato, una campaña de limpieza y subsanación de las observaciones que ha planteado la plataforma de defensa civil de la Municipalidad Provincial.

El objetivo es cumplir con las formalidades de la ley, ponerse al día en todo lo que resulte siendo las medidas de limpieza y seguridad, disponer las directivas y señalizaciones que se requieran para terminar con la tugurización, y, esencialmente, ordenarse en el interior del centro de abastos.

Esto último implica que se termine con el congestionamiento de los pasadizos y las vías de acceso, que generen las zonas de seguridad en caso de un sismo y que se determinen las vías de evacuación ante una emergencia.

Nada de ello tiene el mercado La Perla porque a sus anteriores dirigentes sencillamente no les interesó el tema, inclusive, a pesar de las advertencias y notificaciones de la autoridad edil, decidieron ignorarlas y siguieron trabajando en medio de una impresionante informalidad y precariedad.

Sin embargo, la firmeza que ha venido mostrando la comuna provincial del Santa para poner coto a esta suerte de desidia e indiferencia de la administración de los centros de abastos, como ha ocurrido antes en el mercado modelo y recientemente en el mercado Dos de Mayo, llevó a los comerciantes a cambiar de actitud, los llevó a preocuparse por sus instalaciones y comprender que aquel es su centro de trabajo, ellos se encuentran allí gran parte del día y como tal tienen que cumplirse las normas de seguridad.

No se puede soslayar que hace unos años la Compañía de Bomberos había advertido que los mercados de Chimbote son una verdadera bomba de tiempo, no contaban con instalaciones eléctricas debidamente protegidas, existían conexiones clandestinas a la intemperie, los servicios de saneamiento eran defectuosos o sumamente antiguos y colapsados, los pasadizos se hallaban tugurizados, en fin, una serie de observaciones que alertaban que un siniestro en esos lugares sería una trampa mortal para muchos.

Por ello es que la Plataforma de defensa Civil dejó de lado su parsimonia y con esa rutina absurda de concurrir y notificar para dejar de lado el tema, como diciendo ante cualquier eventualidad “yo cumplí” y las consecuencias son de responsabilidad de los comerciantes.

Esa suerte de conformismo quedó de lado cuando el Jefe del sistema provincial de defensa civil decide convocar a la defensoría del pueblo y la Fiscalía de prevención del delito a efectos de realizar de manera conjunta estos operativos y emplazar, mediante acta debidamente firmada y notificada, las observaciones de las deficiencias que deberían subsanarse, bajo apercibimiento de disponerse la clausura temporal del mismo.

Si bien es cierto que, para los efectos de evitar nulidades o pretextos de los obligados a perturbar este proceso, se tomaron el tiempo necesario, alrededor de un año, se procedió con eficiencia, por ello es que se dictaron medidas de clausura que han obligado a los comerciantes a ponerse a derecho.

Seguramente muchos pensaban que como siempre la autoridad edil no ejecutaría esas advertencias pero se equivocaron, allí están los comerciantes padeciendo de la falta de trabajo por estas ligerezas de antaño, así lo padecieron los comerciantes del mercado Buenos Aires cuando en medio de una campaña pre navideña la municipalidad dispuso el cierre por no cumplir con levantar las observaciones.

Por ello es que la dirigencia del mercado La Perla convocó a sus asociados y juntos tomaron la decisión de cerrar sus puertas de manera voluntaria a efectos de iniciar la campaña de limpieza, el ordenamiento interno y el levantamiento de las observaciones sobre sus instalaciones para cumplir con el mandato de la autoridad.

Los comerciantes han entendido que lo mejor es privarse de algunos días de trabajo y de actividad comercial antes que ser sancionados con un cierre compulsivo de la autoridad y quedarse de brazos cruzados por mucho más tiempo, resultando ello más perjudicial aun a su economía.

De allí que los comerciantes y dirigentes han tomado una oportuna decisión, han decidido ponerse a derecho en materia de prevención y cumplir con las normas de seguridad e higiene a efecto que despejen la posibilidad de ser clausurados. Enhorabuena, bien por ello y por los usuarios que cada semana llenan sus instalaciones y reclaman, con justo derecho, que les brinden las comodidades y garantías suficientes como para no verse perjudicados.