Por: Sandra Nicole Peláez Solis (*)
Contar a detalle la experiencia de ayer en el Estadio Nacional, es indudablemente de las mejores que he vivido a mis 20 años.
Es indescriptible el sentimiento de cada hincha peruano que pasaba por la calle de la avenida Petit Thouars hasta llegar al punto de encuentro, bombos y platillos sonaban a la par de los cantos que se expresan en cada partido de fútbol. “Porque yo creo en ti vamos, vamos Perú”, escuchaba desde el taxi que me llevaba hasta allá.
He aquí una estudiante de quinto ciclo de la carrera de ciencias de la comunicación. ¿Por qué escogí esta carrera? Podría decirse que tengo la vena periodística en la sangre… vengo de una familia dedicada a esta profesión, un abuelo periodista al que admiro con el corazón y también pues, me encanta todos los detalles y esfuerzos que conlleva esta carrera.
Después de pedir una credencial para ver el partido varias veces, se me dio la oportunidad de vivir a detalle la sensación que sólo había observado en la televisión. El mismo día del partido me dirijo a La Videna a recoger los pases que me permitirían ingresar al campo del amistoso que disputaría Perú.
Siendo las ocho y media de la noche, se daba inicio al partido con una proyección en las pantallas laterales del año pasado; 15 de noviembre del 2017; fecha en la que Perú clasificaba al Mundial Rusia 2018 después de 36 años. Revivir ese momento, fue traer consigo sentimientos encontrados del que cada peruano no borrará de su memoria. En recuerdo de aquel entonces, ese día ha sido declarado como el “Día del Hincha Peruano”.
Me declaro como alguien a quien le gusta el fútbol, no fanática, pero al tratarse de mi selección, grito eufóricamente cuando deba hacerlo, sin temor a lo que puedan pensar. Cuando eres hincha, eso es lo de menos.
Ahora si empezaba la mejor parte, ingresaban los jugadores tanto de Ecuador como Perú, se cantaron los himnos. El ritmo y melodía de nuestra composición causaba estremecimiento entre los asistentes al partido, unos entre lágrimas la entonaban y otros; no dudo que en los hogares no haya sido igual.
Al finalizar los respectivos saludos entre capitanes de la selección, árbitros del partido; y la infaltable foto del recuerdo se daba el primer pitazo que daba inicio al primer tiempo del partido.
Con mucha confianza entre los jugadores peruanos, se turnaban los pases de la pelota, sin embargo, Ecuador no se quedaba atrás y tenían mucha destreza en el juego, corrían a gran velocidad, demostraban que no querían volver a perder ante el rival peruano, y con un tanto de tiempo; iniciaban una racha ganadora con el primer gol. Brevemente describiré la segunda parte, con cambios en ambas selecciones, Perú no pudo y se finaliza el partido con un 2-0 a favor de Ecuador.
Si hablamos netamente del partido, podríamos decir que no hubo una figura que marcara la diferencia entre los jugadores peruanos como en partidos pasados; sin embargo si analizamos que tanto alentaron los asistentes a la selección; indudablemente todos son destacados, y si me permiten opinar en la escala de 10; ellos estuvieron por encima de ello.
Sólo puedo decir que; fuera del resultado final, la adrenalina, la euforia, el sentimiento de amor a una selección, nadie me la quita, por nada la olvidaría. Agradecer a la dirección del diario por haberme permitido acudir al estadio. Cada segundo ahí valió la pena, 120 minutos dentro de aquel recinto fue lo más alucinante que he podido experimentar y espero ésta, no sea la última vez.
(*) Estudiante de Ciencias de la Comunicación (USMP)