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MEZQUINDAD

Los medios locales tuvimos serios problemas para conocer los resultados la noche de anteayer domingo, después de los comicios y cuando todos estaban a la expectativa del desenlace. Ello ocurrió porque a diferencia los procesos electorales anteriores, incluso, de la primera vuelta, se contó con resultados “a boca de urna” y luego con el “conteo rápido”, que son muestras estadísticas que manejan las empresas encuestadoras y que son capaces de adelantar un resultado con un margen de error determinado. El famoso “boca de urna” es un porcentaje que se maneja con el “flash electoral” que entregan los medios nacionales, especialmente las empresas televisivas que son las que compiten en audiencia con los sondeos de las encuestadoras, para ellos las contratan y ellas se encargan de desplazar a personal que realiza este trabajo en los mismos centros de votación, en las colas o en las puertas de salida de los colegios. Allí recogen muestras de determinada zona, se suman a una ciudad y se agregan a otras ciudades y ya tienen un estimado de la tendencia del voto del electorado. Son datos generalmente infalibles, el “boca de urna” es el que tradicionalmente conocíamos al cierre de los comicios, a las 4.00 de la tarde. Luego ese mismo personal acude a los colegios y recoge en determinadas mesas el resultado del conteo en mesa, es un dato más preciso que se calcula de la misma manera, con muestras que arrojan un estimado, es lo que se conoce “conteo rápido”, sale aproximadamente a las 5.30 de la tarde. Estos dos estimados no existieron anteayer domingo para Ancash, como en la gran capital solo se realizó la consulta del referéndum contrataron unicamente a encuestadoras para determinadas regiones entre las que no se encontraba Áncash. De allí que los medios de Chimbote debimos esperar pacientemente el conteo oficial de la ONPE que se inicia al promediar las 10.00 de la noche. El triunfo de Juan Morillo de “Somos Perú” solo se pudo conocer a las 4.00 de la madrugada, hasta tres horas antes el resultado era apretado, sin embargo, la ONPE, a diferencia de la primera vuelta, trabajó el conteo toda la madrugada y al promediar la mañana ya se conocía el resultado oficial, lamentablemente, seguimos sujetos a la voluntad de los poderosos que manejan las encuestadoras, así que seguiremos en el limbo.

FRACASO

A la luz de los resultados que ayer arrojó la ONPE al 100% de actas contabilizadas en la Región Áncash, el triunfo de Juan Carlos Morillo se consolidó de manera contundente, aun cuando ha sido para muchos una sorpresa, lo que más ha llamado la atención es la indiferencia del pueblo ancashino a la propaganda demoledora de sectores interesados en hacer fracasar los comicios y que vendieron la idea que el voto blanco o viciado anularía las elecciones, algo que no era cierto pero que sorprendentemente se permitió que se difundiera en emisoras radiales y televisivas. Las cifras que ha arrojado la ONPE señalan que esta campaña fracasó de medio a medio pues los porcentajes de votos en blanco o viciado fueron casi los mismos de la primera vuelta electoral, no sumaron lo que muchos alentaban como superior al famoso tercio electoral. Por el contrario, la población fue consciente que esta contienda electoral había que dilucidarla en la cancha y no en la mesa, por ello inclinaron finalmente su voto por una de las dos fórmulas, no cayeron en el cuento ese de la anulación de las elecciones y demostraron un comportamiento cívico espectacular. De la misma manera, la ausencia de los miembros de mesa no incidió en las cifras de inasistencia pues los porcentajes fueron los tradicionales. Una gran lección democrática de los ancashinos que se la jugaron por los candidatos en carrera.

NEGOCIO

No sabemos cómo tomarán las autoridades electorales el hecho que se haya realizado bolsas de dinero para darle al ciudadano que estaba dispuesto a completar esas mesas de sufragio que no funcionaban porque no llegaron los miembros titulares y suplentes. Esta es una práctica vedada, no se puede comprar una actividad cívica, el desempeño en una mesa de sufragio es un deber de todo ciudadano y una obligación cuando tiene que remplazarlo aquel que se encuentra en la cola. Sin embargo, las autoridades no supieron imponer su autoridad para obligar a los ciudadanos a completar mesa y dejaron que ellos arreglaran el problema “pagando” a uno en particular. Eso está muy mal y ha sido cierto, los periodistas fueron testigos de ello, generó indignación entre muchos ciudadanos y complacencia e indiferencia entre los que vieron que se esa manera se resolvía el problema del funcionamiento de la mesa. Que pésimo.