Hace ya siete largos años nuestra ciudad se vio conmovida por un crimen selectivo que segó la vida de un joven abogado que se mostraba como toda una promesa en el foro judicial, hecho registrado a solo unos metros de su domicilio.
El asesinato de Luis Sánchez Colona, por entonces Fiscal Provincial de Casma, consternó a todos por la forma como se perpetró y porque en los anales de la historia del Ministerio Público no se conocía un antecedente similar, lo que no sucedía en el Poder Judicial que había experimentado un hecho de sangre cuando asesinaron mucho antes al entonces vocal provisional Enrique Salazar Guzmán.
Sin embargo, el crimen del joven Fiscal Luis Sánchez Colona nos sobrecogió por la forma como fue emboscado en una tranquila calle del distrito de Nuevo Chimbote, cuando se dirigía a tomar su movilidad que lo lleve a su centro de trabajo y por móviles que nada tenían que ver con su actividad funcional sino por una cruel venganza de un sujeto que, amparado en el poder de su dinero, pensaba que podían incorporar procedimientos mafiosos a la vida privada de las personas.
Lo cierto es que desde entonces no se había experimentado un hecho similar hasta la semana pasada, cuando las aciagas noticias llegadas desde la ciudad de Huaraz dieron cuenta del asesinato de otro Fiscal registrado en una calle de la mencionada sede regional, y, al parecer, como consecuencia de móviles realmente confusos.
Nos estamos refiriendo al crimen del Fiscal Penal de Huaraz, Jimmy Barboza Pinedo (35) quien fue asesinado al promediar las 5 de la madrugada del pasado jueves, al ser apuñalado al promediar las 5.00 de la madrugada cuando se retiraba de la discoteca el Kazike del centro de la ciudad de Huaraz.
Allí recibió dos puñaladas provocadas por un verduguillo que le afectó a la altura de la parte cervical, cerca del cuello, falleciendo antes de llegar al hospital de Huaraz debido a la abundante pérdida de sangre.
Es evidente que no se puede comparar un hecho con el otro, el primero fue un atentado criminal perpetrado por un empresario que contrató a sicarios para que lo asesinen, mientras que en este caso aparentemente se trata de un asalto o de la reacción homicida de un delincuente que estaba en la zona a esas horas de la madrugada.
De la misma manera, a diferencia del caso del Fiscal chimbotano, cuya muerte se develó solo después que se descifrara los audios de su equipo celular, en este caso existen imágenes de una cámara de seguridad que captó el mismo instante en que el magistrado recibe las acometidas mortales.
En efecto, quienes hemos visto con espanto esas imágenes nos convertimos en testigos de un alevoso crimen, se advierte que el malogrado Fiscal aparece en el cuadro junto a otro acompañante enternado, vestido de manera formal pero con evidentes síntomas de haber ingerido licor por la forma como avanzaba, sin embargo, su acompañante quedó rezagado al parecer porque comienza a discutir con su homicida.
Esa parte no se aprecia bien, solo puede verse que el magistrado avanza y un sujeto que vestía jeans con zapatillas y una chompa negra, se acerca por la espalda y de manera cobarde le asesta dos puñaladas en la parte baja de la cabeza.
El Fiscal camina unos pasos y solo recién se agacha al sentir que estaba malherido. Allí el amigo, al parecer otro Fiscal, se acerca a verlo y al notar que sangraba profusamente lo jala hacia un taxi que se había detenido al notar lo que estaba sucediendo, sin embargo, su indiferente chofer, lejos de asistir a quien estaba herido, avanza y no permite que ingresen a su auto. Es entonces que el acompañante lleva al magistrado a otro sector y se pierden en la imagen, solo queda un enorme charco de sangre que nos da una idea de la gravedad de las lesiones que le provocaron.
Sin embargo, ese mismos aciago día, en horas de la mañana la Policía informó que se había detenido al presunto asesino del magistrado y señaló que se trata de Cesar Alexander Francisco Jachilla (21), un prontuario delincuente que nadie sabe cómo estaba libre.
Y se afirma que nadie sabe cómo caminaba suelto por la calle y premunido de verduguillo, porque hace dos años atrás Francisco Jachilla fue sentenciado a siete años de pena privativa de la libertad por robo agravado, por ello es que nadie llega a comprender como aparece libre y cometiendo un crimen.
Y es que estas cosas inverosímiles tiene la administración de justicia, nadie llegará nunca a comprender que un sujeto peligroso como César Francisco Jachilla se encuentre libre cuando debería estar purgando una condena de siete años y ni siquiera ha cumplido el tercio que señala la ley para obtener un beneficio penitenciario, el cual solo se recibe cuando existen ciertos requisitos que un individuo como Francisco Jachilla ni los puede demostrar fehacientemente.
Lamentablemente, de nada servirá averiguar las causas de esta extraña liberación del presunto asesino, pues el magistrado ya no está con nosotros, ha pagado de esta manera las liberalidades de la administración de justicia de la cual el mismo, paradójicamente, formó parte por muchos años.
Un testimonio que debe ser clave para conocer los móviles del crimen es la manifestación del acompañante del Fiscal, se dice que es otro magistrado del Ministerio Público, sin embargo, si esto es así no se entiende cómo es que no solo no lo defendió en el ataque criminal sino que tras llevarlo hasta el hospital de Huaraz lo abandonó a su suerte y se retiró sin dejar declaración alguna en el nosocomio.
Eso deberá ser materia de deslinde en la investigación, no queda sino lamentar la manera absurda como un miembro del Ministerio Público pierde la vida, no puede existir reproches al respecto, no se tiene evidencia que ello responda a una amenaza por su actividad funcional o por un acto de venganza de índole personal, todo apunta a que fue víctima de la insania de un maleante que trataba de robarle y el occiso se resistió y hasta se enfrentó al delincuente, llevando ciertamente la peor parte. Nuestras condolencias a la familia del Ministerio Público, esperemos que superen pronto este nuevo y aciago desenlace que otra vez deja a la Fiscalía de luto.