Se conoce como “pinteros” a aquellos pescadores que realizan sus jornadas de pesca con anzuelo u otros aparejos de pesca netamente selectiva, aquellos que suelen capturar las especies más grandes y con su actividad contribuyen a la conservación y preservación de la especie, dos principios que deberían dominar el accionar de las autoridades.
La semana pasada nos sorprendimos a ver llegar a cientos de estos pescadores llegados de las diferentes caletas locales, como Tortugas Los Chimús, Samanco, El Dorado y otros quienes, premunidos de carteles y pancartas, emprendieron una ruidosa protesta contra el Director Regional de Producción y la Capitanía de Puerto.
Los hombres de mar explicaron que vienen siendo víctimas de una suerte de persecución por parte de las autoridades locales que están decomisando la poca pesca que capturan bajo el pretexto que desarrollan sus actividades ilegalmente en la medida que sus embarcaciones no cuentan con matricula y porque no cuentan con derecho de zarpe.
Visiblemente indignados y con el vocabulario propio del hombre de mar, los quejosos no dejaban de gritar indignados por el accionar dudoso y cómplice de dos entidades que, lejos de perseguir al que trabaja y busca con esfuerzo el sustento de su hogar, se hace escandalosamente de la visita gorda de otras actividades como la pesca de los boliches que, claro que sí, es a todas luces depredadora.
Los pinteros señalan que ellos varan con sus cajas de 30 o 40 kilos de especies selectivas y son acosados por los inspectores de Direpro que de primera intención les exigen derecho de zarpe o matricula de su chalana, es decir, buscan el pretexto necesario para llevarse la pesca, sin embargo, cuando llegan a tierra las bolicheras con su cargamento de especies juveniles se hacen los tontudos, salen del lugar, se pasean una y otra vez y si la cosa se pone más movida desaparecen como si se los hubiesen tragado la tierra.
En realidad esta suerte de “persecución” no es una novedad, es un recurso absurdo e incomprensible que lo hemos visto en otras épocas en las cuales cuestionamos que la autoridad la emprenda con pequeños pescadores que se ganan el sustento diario con el sudor de su frente y les demanden documentos burocráticos y costosos que deberían reclamar a otras empresas más grandes, como las de propiedad de los armadores propietarios de los boliches que se confunden entre los pinteros y lanzan sus redes para recoger especies juveniles sin que nadie ponga coto a esa depredación.
Y los resultados los vemos todos cada día en los mercados, allí llegan cientos de cubetas con camotillo., cabrilla y voladores, en tamaños que no superan el largo de una mano, lo que quiere decir que se trata de crías que deberían dejarse crecer por que representa nuestra alimentación del fututo.
Sin embargo, la ambición de esta gente no tiene límites en la medida que llevan ese pescadito para que les retiren los pequeños filetes y los vendan a las cebicherías, sin escatimar el grave daño que se le hace a la actividad pesquera artesanal cuando se procede de esta depredadora manera.
Esto no nos lo ha contado nadie, hemos sido testigos de la forma violenta y delincuencial como los boliches buscan que imponerse en las radas de las caletas de nuestra jurisdicción que es el escenario de trabajo de los pescadores pinteros.
En el Balneario de Tortugas, en donde regularmente ingresa el calamar para desovar, es descaradamente arrasado por estos boliches que levantan las especies con todo y huevera., no permiten que esta especie se reproduzca, mientras que los pinteros, premunidos de trampillas, se la pasan jalando las especies más grande que son el deleite de los comensales, una actividad desigual que la autoridad de Direpro y de la propia de Capitanía deberían controlar pero lejos de ponerle coto a quienes persiguen son a los pescadores pinteros.
La verdad es que no entendemos con que sangre los inspectores de Direpro le pueden exigir el cumplimiento de requisitos a los pinteros cuando en los muelles se percibe a leguas el negociado que se hace para que les permitan extraer sus cubetas cargadas de especies juveniles producto de una pesca ilegal.
El Gobernador Juan Carlos Morillo debería poner un poco de atención a este tema y debería llamarle la atención que el director que ha colocado en ese cargo, viene siendo cuestionado de varios sectores, hay que tener en cuenta la protesta de los pescadores artesanales y hace poco de los trabajadores del desembarcadero Artesanal en donde se le acusa de haber tomado por la fuerza la administración.
Cierto es que se hace necesario poner orden en las entidades públicas pero hay que hacerlo con la ley en la mano, con la equidad y no los descarados contubernios que se advierten a la fecha. Esto no puede seguir así.
AGENTES MAJADEROS
“La mujer del César no solo debe serlo, también debe parecerlo” es la frase célebre de Cayo Julio César a las matronas de la sociedad romana que le pedían perdonara a su esposa Pompeya por haber concurrido a suma fiesta de orgía sexual en la que no había tomado parte sino como espectadora, empero, el cónsul les respondió que la mujer del César debería comportarse como tal en todos los ámbitos.
De esta manera entendemos que las personas deben tener una reputación bien cuidada, deben pensar bien las cosas antes de hacerlas, con mayor razón cuando se ejerce un cargo público, en estos escenarios lo que se impone a cualquiera es predicar con el ejemplo.
Con mayor razón para un miembro de la Policía Nacional, cuyo desempeño no se limita únicamente cuando viste el uniforme sino en sus actividades diarias, en todos los ámbitos debe observar un comportamiento acorde con la imagen de su institución.
Sin embargo, la semana pasada, tres jóvenes sub oficiales fueron intervenidos en el interior de un conocido prostíbulo de Nuevo Chimbote, en donde estaban promoviendo discusiones y peleas. ¿Es este un lugar en donde pueden departir los Policías?. Ya nos imaginamos los niveles de decepción del Coronel James Tanchiva cuando recibe cada una de estas denuncias que involucran a sus jóvenes subalternos, es entonces que tiene que recodarles siempre que “la mujer del Cesar no solo debe ser honrada, también debe por lo menos parecerlo”.