• “El ejemplo es una lección que todos los hombres pueden leer”. Morris West.
Por: Rolando Lucio Roque
Pedro Gallese.
Definitivamente, somos un país de estigmas, hasta hace unas horas el portero peruano Pedro Gallese, era el peor del universo, leí y oí los peores insultos; “arquero de chacra”, escribió un “opinólogo”, lo destrozaron con agravios por su actuación ante Brasil. Las críticas vestidas de invectivas llegaron hasta sus rastas, no tardaron en violar su honra, desconociendo que el referido deportista, tiene familiares, amigos cercanos que sufren ante estos oprobios, solo Gareca expresó el sentido común: “Algunos lo consideran una vergüenza, yo lo considero parte del fútbol…Nos duele en el alma, pero se ven cantidad de resultados de este tipo en el mundo”.
Hace 24 horas, el encargado de custodiar la portería peruana, con una brillante actuación, se ha convertido en el baluarte que nos ha permitido pasar a las semifinales de la Copa América; de pronto los mismos que antes atacaron, ahora brindan panegíricos que hasta sonrojan, es que en Perú se pasa de héroe a villano -o al revés-, en contados minutos, así somos, empero, así no deberíamos ser; la vida no es una carrera de 100 metros planos, la vida es una carrera de obstáculos, donde hay que ir superando los estorbos, para arribar a la meta, sin en alguna traba se tarda o se cae, bienvenida la crítica, pero cuando se hacen las cosas bien, debería también existir el reconocimiento.
Leo también que lo de ayer: “Solo ha sido un partido más”, discrepo; ayer fue una lección como el latido mismo, fue una demostración de entrega y coraje, que nos permitió ser felices. La grandeza del maestro Jorge Valdano acuñó una vez: “El fútbol es una buena razón para ser feliz”, al salir percibí los contentos de nuestra población, nuestro existir ayer fue un huracán de alegrías, solo ese hecho ya nos vale haber sido espectadores del encuentro con Uruguay. Además, renace la esperanza de un equipo, con el que se puede coincidir o discrepar, pero de lo que no se debe dudar es que defienden los colores peruanos con pujanza y espíritu ganador.
En suma, hay que tener mucho cuidado cuando emitimos frases que juntan improperios con ofensas, vituperios con ultrajes; en las últimas semanas he visto críticas, escarnios y mofas a la primera autoridad edil, -pese a que su gestión no llega ni a la mitad del primer tiempo-, por eso mi escrito es un llamado a la reflexión, cuando se emiten estos dicterios; lo señalo, porque he sido testigo del dolor físico y moral de sus familiares cercanos, he visto lágrimas inmerecidas, ante el menosprecio y la humillación, ante frases que están lejanas, muy lejanas de la objetividad y del léxíco de Cervantes.
Todo esto, por la extraordinaria actuación de Gallese, por un testimonio que deseaba manifestar y por algo más, que comparto con vosotros; ayer acompañé la procesión de nuestro Santo Patrón, fuimos en el mejor momento 58 personas, intenté hallar a los que enarbolaban “la tradición”, no los encontré, al contrario, San Pedrito, avanzó lento por invadidas calles donde las zapatiestas lucían tiempos intensos, olfateó el olor a diversas fritangas, mientras que cientos de canciones de ritmos diferentes acallaban los himnos religiosos, el santo avanzó con humildad y con la misma sencillez retorno a su casa, en la primera calle de la avenida Pardo.
Al comprender este recogimiento, recordé al guardamenta de Perú, imaginé su felicidad, su llaneza, su fe. Entonces me propuse amontonar estas palabras, porque sus atajadas nos han dejado una maravillosa ilustración junto a su enseñanza.
Vale decir, la lección de Gallese.
P.D. El artículo fue escrito antes del partido entre Perú y Chile y que significó el triunfo peruano y donde Gallese fue nuevamente figura.