El jefe del Serenazgo de Nuevo Chimbote, comandante ® Enrique Larrain Sobrino, ha rechazado públicamente un documento apócrifo supuestamente dirigido a los directores de los Colegios de nuestra ciudad y por el cual se estaría alertando de la presencia de bandas de delincuentes venezolanos que estarían al acecho de menores en los Colegios y las calles para secuestrarlos y explotarlos.
Este documento se había difundido, como no podría ser de otra manera, a través de las redes sociales, es decir, a la usanza de este sistema de comunicación que se sustenta en el anonimato, basta que se lance una versión para que ella sea compartida con otros usuarios y se disemine como reguero de pólvora.
Y consiguió su objetivo en la medida que estaba dirigido a padres de familia que suelen preocuparse por la integridad de sus hijos y si les advierten que hay bandas de delincuentes que acechan los Colegios entonces es comprensible que el pánico se apodere de ellos.
Y es que este psicosocial se lanza en un momento que hay marcada aprehensión en el entorno colectivo por los niveles delincuenciales a los que están llegando en nuestro país los ciudadanos venezolanos que han migrado de manera masiva y que vienen observando no sólo un comportamiento reñido con la ley sino que ha incursionado en actividades mafiosas que demuestran crueldad en su accionar.
Esto se colige luego que todo el país ha observado con estupefacción el asesinato de dos jóvenes, un peruano y un venezolano, en el distrito de San Martin, en Lima, hecho brutal y sanguinario que incluyó el descuartizamiento de los cuerpos y su lanzamiento a la vía pública, generando consternación y repudio a nivel nacional.
Este hecho ha permitido conocer que con la inmigración de ciudadanos venezolanos han llegado al país bandas de delincuentes que están debidamente identificadas y que suelen actuar con marcada crueldad, de allí que se entiende la secuela de hechos delictivos que se vienen registrando en las principales ciudades del país.
Consecuentemente si a los padres de familia les informan que existen bandas de venezolanos que acechan en los Colegios, entonces tienen que atemorizarse, se desesperaron y pensaron que sus hijos podrían caer en las mafias de estos extranjeros que se han apoderado de las calles de algunos distritos de la capital de la República.
Y si a ello se suman hechos que por coincidencia se han registrado en los últimos días, como aquel incidente que se suscitó en el Óvalo La Familia de Nuevo Chimbote, en donde una angustiada madre de familia denunció que un mototaxista pretendió secuestrar a su hijo de siete años y de inmediato lo vincularon con los inmigrantes venezolanos.
Sin embargo, ello no había sido así, lo que pasa es que la propia madre de familia admitió que había tomado la mototaxi y cuando subía a sus menores hijos se percató que el chofer era un hombre de mal aspecto y podría tratarse de un elemento peligroso, razón por la cual desistió de tomar ese vehículo y se bajó, lo que dio lugar a que el chófer arrancara y el niño se lanzó del vehículo.
No se trataba propiamente de un secuestro pero las redes sociales se encargaron de darle ese cariz y de ello se aprovecharon los malévolos aquellos que inventaron una circular de la autoridad educativa reconociendo supuestamente que existirían bandas de venezolanos acechando los colegios y de pronto se convirtió en psicosis colectiva.
Por ello es que fue necesario que el Jefe del Serenazgo de nuevo Chimbote haya aparecido en los medios desmintiendo no sólo el documento de marras que era falso,ÂÂ sino admitiendo que no existían denuncias relacionadas con esta supuesta banda de venezolanos, dejando entrever que solo se trataba de una maquinación que suele lanzarse de manera temeraria para despertar el miedo y temor entre los padres de familia.
Tal como se han expuesto los hechos es evidente que ha existido muy mala leche por parte de quienes diseminaron la falsa versión de la existencia de una banda “robaniños” de venezolanos, consiguieron el objetivo de atemorizar a medio mundo, tanto así que se vieron casos que simples extravíos de niños en un mercado o en la vía publica generaban gritos y despliegues inmediatos ante el temor que puedan hacer sido raptados por los extranjeros que se han establecido en nuestra ciudad.
Lamentablemente, los ciudadanos llaneros que han llegado a nuestro país, especialmente en las últimas semanas, no son los trabajadores y sacrificados venezolanos que han buscado labrarse un nuevo horizonte en su vida, que han buscado y conseguido un empleo en nuestra ciudad, que han emprendido un pequeño negocio, que se han insertado e identificado en la sociedad chimbotana, a estos que los porteños les abrimos los brazos para ayudarlos en lo que estaba a nuestro alcance.
Estos últimos son los ciudadanos honestos que no esperan que nadie les regale nada sino que se lo ganan con el sudor de su frente, con su entusiasmo, con su esfuerzo y dedicación, son los que irradian una buena imagen del país vecino.
Empero, hay otro grupo de sus compatriotas que están peleados con el trabajo, que parecen haber nacido el primero de mayo y no hacen nada para ganarse la vida, por el contrario, llegan a extremos de la mendicidad para pretender que los chimbotanos nos mantengan.
Estos son los potenciales delincuentes que han sido capturados en nuestras calles, son los que han fomentado la violencia, los que se han enfrentado y agredido a Policías, son los que han protagonizado escándalos sangrientos, como el registrado el pasado fin de semana en nuestra ciudad cuando una joven venezolana acuchilló a un compatriota suyo en el marco de una agria discusión entre ellos.
Se supone que el invitado tiene que respetar las reglas del dueño de casa, esto significa que si los venezolanos han llegado masivamente a nuestro país escapando de la violencia y el hambre a los que los ha sumido su gobernante, tienen que corresponder la hospitalidad de los peruanos, no solo agradeciendo la oportunidad que les otorgan, cualquiera fuera la que sea, sino evitando caer en el delito.
Ayer miércoles el gobierno ha expulsado a un nuevo grupo de venezolanos que han incurrido en delito o que han sido detectados por haber ingresado de manera ilícita a nuestro país. Esta es la respuesta a las acciones agresivas de los inmigrantes, tanto así que han llevado a los cibernautas a promover campañas de desinformación a partir de la conducta beligerante e indecorosa que muestran muchos de ellos.
Es evidente que nos encontramos ante un psicosocial que ha sido fomentado por sentimientos xenófobos de gente que no los soporta y que aprovecha estos escenarios negativos para desprestigiarlos mucho mas de lo que ya se encuentran. Es lamentable que en este afán solo promuevan escenarios de pánico que deben ser dejados de lado porque se sustentan en “la bola perniciosa” que se despliega como chisme por las redes sociales.