Editorial

Editorial: ::: ACIERTO LEGAL :::

El legado que nos ha dejado el ex gobernador regional Waldo Ríos Salcedo es realmente patético, no solo por el hecho que a la fecha se encuentre en la cárcel pagando los malos manejos que protagonizó siendo autoridad pública, sino por los dislates que promovió y que hoy son materia de juzgamiento.

La semana pasada una actuación judicial nos trajo a la memoria uno de estos pasajes estrafalarios que los ancashinos debimos experimentar por la presencia de un personaje que nadie entiende cómo es que pudo ser elegido como la máxima autoridad de la región en un proceso eleccionario.

Se trata de la sentencia que dictó el Juez Unipersonal Juan Gabriel Pedreros Vega condenando a Waldo Ríos Salcedo por el delito de nombramiento ilegal de cargo, por designar en el año 2015 a Yuri André Espinoza Vargas como Director Regional de Trabajo sin cumplir con los requisitos que establece la ley.

En realidad el Juez Pedreros Vega aprobó el acuerdo de conclusión anticipada al que arribaron el Ministerio Público con la defensa técnica y el propio imputado, quien reconoció su delito y por ello la condena fue de 69 días multa lo que equivale a un pago de 8504.25 soles, los mismos que serán abonados en 16 cuotas mensuales de 531.52 soles, según el texto de la sentencia.

Mientras tanto, respecto al segundo procesado Yuri André Espinoza Vargas, a quien se le sindica de ser autor del delito de aceptación indebida de cargo, no se presentó al inicio del juicio oral y se le ha declarado reo contumaz, habiéndose ordenado su captura para ser llevado al Cuarto Juzgado Unipersonal y se reprograme la audiencia.

Como no olvidar este caso en la medida que una de las entidades afectadas por las medidas destempladas del entonces Gobernador Waldo Ríos Salcedo fue la Dirección Regional de Trabajo que tiene su sede en Chimbote.

Todos sabían de antemano, con mayor razón los funcionarios del gobierno regional, los asesores del gobernador y el propio Waldo Ríos, que para poder designar a un Director Regional de Trabajo se requería de los servicios de un abogado titulado y con no menos de diez años de experiencia, sin embargo, el elegido ni siquiera contaba con un título profesional sino que era únicamente un bachiller.

Esto ocurrió el 17 de mayo del año 2015 cuando Waldo Ríos firma la resolución ejecutiva regional mediante la cual designa a Yuri André Espinoza Vargas en el cargo de Director Regional de Trabajo de Ancash, a sabiendas que éste no cumplía con los requisitos que exige el Manual de Organización y Funciones de la Dirección Regional de Trabajo.

Por entonces ya los medios de comunicación advertían que Yuri Espinoza Vargas no tenía la condición de profesional de la abogacía, sino era únicamente bachiller por ello es que Waldo Ríos Salcedo quiso subsanar su ilícito al emitir una segunda resolución ejecutiva regional de fecha 31 de julio del año 2015 en el cual señalaba que por error material se consignó a Yuri Espinoza Vargas como abogado, cuando en realidad debía decir bachiller en derecho.

Sin embargo, como la mentira tiene patas cortas con lo cual, esta segunda resolución ejecutiva regional lo único que conseguía era confirmar que dicha designación era ilegal pues en la condición de Bachiller no se podría designar a un titular de la DIRETRA, por lo que el propio denunciado había firmado su sentencia.

La Fiscalía logró probar que Yuri Espinoza Vargas se tituló de abogado en la Universidad San Pedro de Chimbote con fecha 13 de julio del año 2015 y recién obtuvo su colegiatura el 12 de agosto de ese mismo año, con lo cual acreditó que cuando fue designado en el cargo (17 de mayo del 2015), no cumplía con los requisitos de ley, se había configurado el delito contra la administración pública en la modalidad de abuso de autoridad por nombramiento ilegal de cargo.

Quienes recordamos el desarrollo de estos hechos y las primeras escaramuzas del ex gobernador a nivel de los medios de comunicación, pues la denuncia se origina en la prensa, no podemos sino lamentarnos de haber tenido una autoridad del nivel de Waldo Ríos Salcedo, quien de primera intención desmereció estas acusaciones.

Los reporteros de la prensa chimbotana recuerdan que la primera vez que Waldo Ríos dio la cara en Chimbote tras la designación de Yuri Espinoza, fue en el marco de una ceremonia en la cámara de comercio tras la cual el entonces titular de la Región fue interrogado sobre la ilegalidad de la designación porque el designado no era abogado.

Waldo Ríos, para responder, asomó la cabeza hacia el lugar donde se encontraban sus funcionarios y le peguntó a Yuri Espinoza ¿Dime hijo, tu eres abogado? Y el aludido ni corto ni perezoso respondió de manera afirmativa, por lo que Ríos Salcedo se dirigió a la prensa y espetó “ya ven, todo está conforme”, dejando entrever de esta manera la informalidad con la cual se conducía.

Lo cierto es que en Chimbote todos sabían que la designación de Yuri Espinoza Vargas obedecía a un cambio de favores, en su condición de secretario general del Partido Acción Popular en la provincia del Santa había entregado su local partidario al entonces candidato regional, apostaba a que en segunda venta pueda revertir los resultados y de esa manera tendría que ganar algo.

La designación ilegal como director regional de Trabajo fue ese premio injusto y doloroso para él, pues al cabo de los años, con las denuncias públicas que se convirtieron en denuncias judiciales, ha quedado en la clandestinidad, ha sido declarado reo contumaz y, por ende, se ha ordenado su captura.

Ahora deberá ponerse a derecho y esperar ser juzgado, pues con la confesión de Waldo Ríos es evidente que seguirá el mismo camino y si no se acoge al beneficio de la terminación anticipada la pena será más severa para él.

Esta es la consecuencia del accionar ladino y ventajista de la política, aquellos que en su momento detentaron el poder e hicieron lo que la gana se les dio, arrasando con las normas vigentes, ahora deberán apechugar y responder con hombría ante la justicia, en medio de este desbarajuste ha sido un acierto legal el de la defensa de Waldo Ríos pues reconocer la falta le ha significado una pena benigna, pero castigo al fin.