Editorial

Editorial: ::: DEFIENDETE COMO PUEDAS :::

Hace un par de años un oficial de la Policía que fungía de Comisario de Buenos Aires respondía a los cuestionamientos de la población por la absoluta falta de seguridad en el distrito, señalando que había mucho de responsabilidad de los propios agraviados en los robos que se registraban en esta jurisdicción.

Y hacía referencia a esto porque alegaba que el hecho que los propietarios de los inmuebles viajen o salgan de sus viviendas sin dejar a algún familiar o una persona en la vigilancia, invitaba a los delincuentes a ingresar a sus viviendas y perpetrar los robos que se registraban en ese momento.

En otras palabras, el oficial afirmaba que los propios vecinos deberían encargarse de cuidar sus propiedades y si es que se producía un robo era en realidad una negligencia de ellos mismos y no una falta de celo de la entidad a la que pertenecía, es decir, de la Policía que se supone es la encargada de la seguridad pública y ciudadana.

Semejante exabrupto no fue ni siquiera rectificado o aclarado por la superioridad, por el contrario, quedó flotando allí como un nefasto precedente de justificación a la mediocridad del accionar policial que, si bien no puede estar en todos los lugares en donde se concretan acciones delictivas, debería tener una estrategia para hacer frente a los robos, asaltos y crímenes que se registran en nuestro puerto.

La Policía es una institución organizada que cuenta con presupuestos para establecer un trabajo de Inteligencia que le permite adelantarse a los actos delictivos e impedir que la población se vea afectada con el accionar del lumpen, empero, cuando estos índices delincuenciales crecen desmesuradamente, es evidente que la entidad tutelar está fallando y está perdiendo la batalla en el orden y seguridad.

Sin embargo, a pesar que la cantinflada esa del ex comisario de Buenos Aires generó la ira e indignación de la población, tal parece que ha ganado espacio y terreno a lo largo de estos años en la medida que ante el incontrolable avance de la actividad delincuencial en Chimbote son los propios pobladores los que tienen que tomar sus precauciones y defenderse de los maleantes.

Basta echar una mirada a lo que sucede con los asaltos que se producen bajo la modalidad de “marcas”, en donde no existe una sola semana en que no se concrete un atentado de esta naturaleza y los empresarios y comerciantes pierden gran parte de su imversión porque no existe manera en que se encuentren protegidos frente a esta actividad delincuencial.

Existiría la sensación que cada quien debe salir con su arma de fuego para responder a los delincuentes y se eviten estos asaltos, pues ellos se suceden unos a otros y ni siquiera la existencia de cámaras de seguridad y las imágenes de los atracos con los rostros descubiertos de los asaltantes ha permitido que estos puedan ser identificados y capturados.

Ni que decir de los robos de autos y las extorsiones, los pagos de cupos y los crímenes a sueldos, como el registrado la semana pasada en agravio de un abogado de la localidad, no existe una respuesta de la autoridad que genere una garantía para el poblador común y corriente.

Otro caso de flagrante inseguridad se ha registrado el último fin de semana cuando un escolar estuvo a punto de ser secuestrado en la urbanización Buenos Aires, a pocas cuadras de la Comisaría del sector, por un grupo de delincuentes que encubría su accionar en el transporte público de pasajeros.

A decir del padre del menor, quien ha presentado la denuncia en la comisaría, su hijo había salido del colegio y esperó una unidad de transporte público para dirigirse a su domicilio en “Los Constructores”, empero tras abordar un vehículo negro con la farola del comité que usualmente utiliza, fue casi inmediatamente abordado por los cuatro ocupantes, el chofer y tres pasajeros, que trataron de amordazarlo.

El menor se defendió y ello permitió que personas que se encontraban esperando otros vehículos y observaban los ajetreos en los qué se hallaba el adolescente con los plagiarios, comenzaron a gritar pidiendo ayuda y lanzando piedras al vehículo, incluso, llegaron a romper el vidrio de una de las ventanillas, valerosa actitud que impidió que se concretara el plagio.

En efecto, ante la reacción de los transeúntes y al advertir que podrían ser reconocidos y perseguidos por la policía, los delincuentes se descuidaron y permitieron que el menor salga del vehículo a la carrera, frustrándose de esta manera el plagio.

En realidad, desde hace muchos años no se conocía de un accionar de esta naturaleza, por el contrario, los neochimbotanos recuerdan con tristeza aquellos pasajes aciagos que le tocó vivir a un escolar cuando se dirigía de su domicilio en la primera etapa de la urbanización Buenos Aires hacia el Colegio “Pedro Nolasco., siendo interceptado a la altura de lo que hoy es el gran parque de Buenos Aires y secuestrado por delincuentes que demandaron a sus familiares el pago de una suma de dinero.

El secuestro se prolongó por varios días, los escolares del plantel del menor y de otros colegios de la ciudad salieron a las calles, se realizaron marchas y vigilias, pero los delincuentes solo querían el dinero exigido.

Sin embargo, en el recuerdo queda como los escolares estaban expuestos a un atentado delictivo, en el camino que seguía el menor no existía un solo patrullero o personal que recorra la calles a pie, algo similar a lo que ha sucedido el último fin de semana cuando otro escolar pudo ser secuestrado de no haber sido por la providencial intervención de transeúntes que se percataron que estaban reduciendo al escolar en el interior del auto.

Habrá que esperar otra reacción policial más firme y decidida como en antaño, hay sectores de la ciudad que requieren de una especial seguridad en el distrito sureño y se espera que ello se pueda concretar con un plan articulado entre el Municipio y el serenazgo municipal. Los niños no pueden estar a expensas del accionar doloso y malicioso de delincuentes que pululan por las calles, menos se les puede decir “defiéndete como puedas”. Esperemos que se consiga poner tras las rejas a tanto delincuente que expone la vida y la integridad física y patrimonial de las personas.