Editorial

EDITORIAL ::UNA GRAVE DENUNCIA::

El docente es el primer guía de un niño y un adolescente en las aulas de la escuela, es quien enseña las primeras lecturas de un niño, quien construye su personalidad administrándole valores y reforzando todo aquello que el menor recibe en casa, en el seno del hogar.

De allí que el profesor o docente se constituye en la piedra angular del desarrollo de los hombres, su participación en la instrucción de los hombres del futuro es clave e importante para que aquel niño sea mañana o más tarde un hombre de bien.

Justamente, cuando se trata de promover los valores los maestros ponen especial atención en el desarrollo de las virtudes de los niños y los motivan a dejar de lado las malas costumbres, aquellas que fácilmente se pueden aprender en la calle como es la sustracción de objetos de valor.

En un centro educativo se pone mucho énfasis en detectar a los malos estudiantes que tienen esa inclinación delictiva, pues en la formación de un niño depende mucho que en el futuro pueda promover esas acciones ilícitas que lo pueden llevar a una vida al margen de la ley.

De allí que ha llamado poderosamente la atención la denuncia formulada por un grupo de padres de familia del centro educativo “José Abelardo Quiñones” de la Urbanización Bellamar, quienes revelaron a la prensa que en este plantel existía un mal docente que lejos de enseñar buenos hábitos y valores a los niños los estaba induciendo a la delincuencia.

Las madres de familia precisaron que fueron sus propios hijos quienes confesaron que el docente les exigía sustraer los equipos de alta gama de sus compañeros, afirmando que, de lo contrario, es decir si es que no le obedecían, los jalaría en el curso que dictaba que era de matemáticas.

Pero eso no es todo, las enfurecidas madres de familia también han acusado que el docente denunciado tenía otras malas costumbres como era de tocamientos a las niñas y de cobrar para mejoras las notas de los estudiantes, algo sumamente delicado que tendrá que ser investigado y corroborado por las autoridades antes de lanzar cargos y de expedir sanciones.

Pero las denuncias de este grupo de madres de familia no se hicieron solo públicamente, llegaron a la UGEL Santa para que tome cartas en el asunto a nivel administrativo y luego se desplazaron hasta la Comisaria de Buenos Aires para dejar sentado los cargos que achacaban con énfasis, como queriendo demostrar que no se trata solo de una venganza para quien podría haber jalado a sus hijos sino que es una acción decidida para y terminar con quienes se aprovechan de los cargos que ostentan.

Hay que tener en cuenta que el ejercicio de la docencia no solo se limita al dictado de clases y las evaluaciones para determinar la nota que tiene un estudiante, por el contrario, es la sumatoria de una serie de experiencias que se generan en las aulas, un contacto permanente de alumnos con docentes y cuya relación debe ser de obediencia, respeto y disciplina para los efectos que no se distorsionen los roles que juegan cada uno.

Cierto es que la función del docente es la estelar, es la mas importante por ello siempre un padre de familia espera de ellos lo mejor, que se constituya en un segundo padre y consejero para su hijo y no un abusivo y desleal para con su desarrollo lectivo.

Entonces, una denuncia que señale a un docente como promotor de robos, como el que induce a los niños a sustraer celulares es bastante delicada y muchos nos resistimos a creer algo así, empero, si los padres han llegado a denunciar estos hechos no solo a la prensa sino a la autoridad educativa y hasta en la Policía es por algo.

Por lo pronto la autoridad educativa respondió de inmediato a situaciones tan delicadas como esa denuncia y ha dispuesto que el docente sindicado por los padres de familia sea separado del plantel hasta que se realicen y se agoten las investigaciones, no han dejado que siga en contacto con los alumnos a los cuales, a decir de las denunciantes, los estaría llevando por mal camino.

No se puede soslayar que cuando se presentan denuncias de este calibre se ponen en tela de juicio el buen nombre y la dignidad de las personas, la reputación de un profesional, de allí que lo más prudente es esperar el desarrollo de las pesquisas y el pronunciamiento de la autoridad. Estamos ante una denuncia sumamente grave frente a la cual todos reclamamos el necesario deslinde.

Policías y ladrones

Un sub oficial de la Policía de Casma denunció hace dos semanas el robo de su teléfono celular del dormitorio en donde lo había guardado, dentro de su ropero en el ambiente destinado al descanso del personal.

El S.O. Erwin Alexander Córdova Colonia detalló en su denuncia que dejó el teléfono en su ropero y debió viajar a Chimbote para tramitar un dosaje etílico en el marco de una investigación por accidente de tránsito en la que estaba trabajando, empero, al retornar se dio con la ingrata sorpresa de no hallar el aparato en el lugar que lo había dejado.

Una semana después, otra Suboficial esta vez de la Oficina de Criminalística que tiene su sede en la Comisaría de Villa María, denunció el robo de su anillo de matrimonio que lo había dejado solo por unos minutos en el camarote de descanso del personal para dirigirse al baño.

Se trata de dos denuncias sumamente delicadas en la medida que son dos hechos delictivos que se registran en sedes policiales, es decir, en la misma institución que se supone lucha contra la delincuencia y cuyos efectivos deben dar muestra de marcada y evidente honradez en el desempeño de sus funciones.

Es realmente lamentable que entre Policías se registren esta clase de hechos, empero, esto solo viene a confirmar algo que se ha hecho una mala costumbre, concluir que en las filas policiales existen sujetos que lejos de promover la seguridad pública están en realidad a margen de la ley, esto sí que es preocupante.