Editorial

Editorial: ::: LOS SICARIOS ESTÁN DE VUELTA :::

El cuerpo inerte de un joven de apenas 23 años de edad, en una calle del A.H. Belén, nos describe un escenario de miedo y terror en la medida que todo apunta a que nuevamente los sicarios se han convertido en la herramienta eficaz de organizaciones delictivas que apelan a estos crímenes por encargo para saldar sus cuentas.

Apenas había transcurrido tres días desde que asesinaron al empresario constructor Jaime Enrique Elías cuando de pronto otro hecho de sangre de las mismas características conmueve a los chimbotanos y los alerta del retorno de una pusilánime actividad delictiva que cobra muchas vidas.

No podemos olvidar que hace algunos años, en la época de la red criminal y cuando los cupos de las obras se dejaron en manos de una mafia, en la gestión del ex presidente regional César Álvarez Aguilar, Chimbote se convirtió en un verdadero baño de sangre por la forma como las propias organizaciones delictivas ser disputaban la mayor parte de los cupos y las extorsiones a los empresarios.

Se mataban entre ellos, se enviaban sicarios que dejaban su sello de sangre sembrado en las calles de Chimbote, un año en el que se llegaron a contabilizar más de un centenar de crímenes como consecuencia de este accionar de la mafia.

Y es que estos recuerdos nos saltan a la memoria en la medida que acabamos de cerrar una semana con tres crímenes consecutivos, dos de ellos con visos de la mano de los asesinos a sueldo y el otro de un presunto asalto que está aún en investigación.

La tarde del pasado martes 10 dos detonaciones de arma de fuego sobrecogieron a los vecinos del A.H Belén y los obligaron a salir a las calles para averiguar qué es lo que estaba pasando.

Estaban exactamente detrás de la facultad de Medicina de la Universidad San Pedro, allí encontraron en una calle el cuerpo de Frank Manuel Méndez Choy de 23 años. Vestía todo de negro y contaba con varios tatuajes en brazos y muñeca. Presentaba dos disparos de bala en el cuerpo, uno que impactó en el pecho y otro en el abdomen, perjudicando órganos vitales que acabaron con su vida casi en forma instantánea.

Hasta el lugar de los hechos llegaron los peritos de criminalística con la finalidad de recoger las huellas del delito y una de las piezas principales de este “rompecabezas” que representa el alevoso asesinato, se encuentra en el teléfono celular de la víctima que se hallaba al costado de su cuerpo, aparentemente, llamando a alguien, recibiendo algún mensaje o revisando algún archivo, lo cierto es que el occiso tenía encendido el aparato cuando fue sorprendido por los sicarios.

De allí que existe importante información en ese equipo celular, es posible que el teléfono permita a los agentes policiales llegar a los asesinos, es algo que en medios policiales se conoce como el mensaje de las pertenencias de los muertos.

Y es que no puede dejar de llamar la atención que un joven de solo 23 años tenga un final así, en medio de las balas disparadas por asesinos a sueldo y por encargo de alguien que tiene interés que salga de circulación y que tenga motivos como para darle muerte.

De allí que el aparato telefónico debe comenzar a hablar, debe darle a la Policía las pistas de los asesinos de Méndez Choy, allí no solo debe estar la llamada de quien lo centró en el lugar del crimen, quien lo citó por alguna razón a una zona en donde solo lo esperaban sicarios.

Los archivos de ese equipo celular deben contener además las llamadas, los mensajes y las filmaciones de quienes han tenido permanente relación con aquel, sea de índole amical, comercial o de cualquier otra.

Para ello solo basta que peritos de la división de alta tecnología lo revisen y ausculten debidamente, al margen de las hipótesis que se han tejido a raíz de información que han proporcionado los deudos de Frank Méndez, quienes han confesado que sospechan de un amigo del fallecido, con quien estivo trabajando un tiempo hasta que se dio cuenta que era utilizado.

Los familiares han sindicado al hijo de un juez de la capital de la república, quien hace algún tiempo tramitó una licencia para portar armas a favor de Méndez Choy y con ella ha podido adquirir armas de fuego que luego, aparentemente, las comercializó a favor de terceros con precios mayores en la medida que responden a un mercado negro.

A decir de los deudos, cuando Frank Méndez se dio cuenta de este negociado que se realizaba a sus espaldas y que solo comprometía su nombre en caso se presente alguna complicación posterior, decide apartarse y se niega a comprar más armas, razón por la cual habría recibido una serie de amenazas contra su vida hasta que apareció muerto en una calle de Belén.

Se afirma que la Policía maneja otras hipótesis que guardan relación con los antecedentes del occiso, empero, eso será materia de una prolija investigación que finalmente conduzca a los responsables de esta nueva muerte que viene a echar más sombras entorno a la inseguridad ciudadana.

Este ya es un tema recurrente respecto al cual la Policía es consciente que no puede ir más allá de sus propias posibilidades y respecto al cual los miembros del COPROSEC  tratan de buscar alguna alternativa que permita vigorizar el accionar de la institución tutelar a efectos de reducir los índices delincuenciales en las calles.

Por ejemplo se ha dicho hasta el hartazgo que la mayoría de estos atentados criminales son perpetrados por sicarios que se desplazan en motos lineales, se afirma que la mayoría de asaltos en la modalidad de marcas se cometen en estos mismos vehículos menores, sin embargo, hasta el momento las autoridades no ha  madurado la idea de restringir o regular el desplazamiento de estas motocicletas a efectos de impedir que se perpetre un asalto o crimen.

Si la sociedad no se defiende nadie la defenderá de esta lacra criminal, de allí que tres crímenes en el lapso de una semana bajo esta misma modalidad, deben persuadirnos de una buena vez que los sicarios están de vuelta y algo se tiene que hacer para impedir que sigan regando de sangre nuestras calles. Esto es urgente.