El presidente de la república, Martin Vizcarra, ha dejado entrever ayer la posibilidad de realizar reajustes a la estrategia sanitaria que llevó a su Gobierno a decretar un aislamiento obligatorio desde el pasado 15 de marzo, el mismo que debería concluir el próximo lunes 12 de este mes.
Esto es lo que está escrito hasta el momento en las normas y decretos promulgados a la fecha, empero, la realidad estaría indicando que ha llegado el momento de tomar nuevas medidas que serán, sin lugar a dudas, nuevas restricciones para un país que ya no soporta este escenario, no solo por las inconveniencias psicológicas que alegan algunos, sino por las estrecheces económicas a las que no ha llevado este coronavirus en el inicio de este año.
Y es que las cifras que han arrojado las nuevas pruebas tras realizadas a personas que presentan síntomas de una contaminación viral esta arrojando números cada vez más preocupantes y no parece avizorarse el momento en el cual llegue a un pico en el cual no debe seguir subiendo sino que inicie el camino del descenso.
Mas de 500 nuevos contagios y 10 fallecidos el día domingo, así como 280 infectados y 9 fallecidos más ayer lunes, han llevado al gobierno a cambiar de discurso y dejar de lado el entusiasmo que mostraba hasta el pasado fin de semana.
Y es que, como dijimos ayer en esta misma columna, las cifras no están ayudando en nada a la lucha triunfal contra este virus que ha puesto en jaque a todos los países del mundo, por lo que se avizora un tercer martillazo para obligar a la ciudadanía a mantenerse en sus viviendas y ya ni siquiera salga a realizar las actividades esenciales sino no es absolutamente indispensable.
Este tercer martillazo estaría dado por la declaratoria de inmovilización total los días jueves y viernes santo, los dos días feriados de la Semana Santa que el gobierno quiere capitalizar para repetir la faena del último domingo que se consiguió que la mayor parte de la población se mantenga efectivamente en sus viviendas.
Los médicos afirman que en la medida que el aislamiento social no resulte siendo lo más efectivo posible, se desvanecen las posibilidades de levantar las restriccionesÂÂ vigentes hasta la fecha, así lo ha admitido ayer el presidente Vizcarra, por ello es que han encontrado en el almanaque religioso la posibilidad para darle al país el tercer martillazo que busca desesperadamente salvar la estratega de la cuarentena que ha recluido a los peruanos en sus casas y ha paralizado el aparato productivo del país.
Esta es una medida radical, si hacemos números significaría que mañana miércoles sería el último día que los varones pueden salir a realizar compras o acudir a las farmacias, eventualmente a realizar algún cobro a un banco, pues después no podrán hacerlo hasta el lunes próximo, al margen de lo que determine el gobierno en los próximos días.
Decimos ello porque en los medios extraoficiales se habla y se dice que el gobierno podía apelar a una nueva prórroga de la emergencia nacional por 12 días más en la medida que el pico de la cifra de contagios y muertes ni siquiera se asomaría hasta el próximo domingo sino que se necesitaría mantener las restricciones por lo menos una o dos semanas más.
De darse ese caso el gobierno tendrá nuevamente que echar mano a las reservas nacionales y distribuir bonos de subsidios da favor de los sectores vulnerables de pobreza y extrema pobreza, así como a los trabajadores independientes y de las pequeñas y micro empresas, con el riesgo que eso no solo será insuficiente, sino que se pondrá al borde del abismo a miles de empresas que ya no podrán sostener ese régimen en el que no producen absolutamente nada desde hace casi un mes.
Este es un lado mucho más peligroso que el primero, aún cuando el gobierno ha puesto en marcha un programa que ha llamado Reactiva Peru con el cual pretende inyectar créditos promocionales a esas empresas a pequeñas y vulnerables. Frente a esta paralización de actividades, ello no será suficiente, la falta de oxígeno que se traduce en su inactividad laboral llevará a miles de empresas a tener a tener que licenciar a sus trabajadores o cerrar sus puertas.
De allí que el gobierno debe evaluar detenidamente los posibles escenarios antes de dar ese nuevo y decisivo paso, ha llegado el momento de ajustar los cinturones, todo indica que la estrategia sanitaria a la que ha apelado el gobierno no madurará en el breve lapso que queda de la cuarentena, así que habrá que tomar decisiones.
Se afirmaba que lo que venía después del lunes 12 es un distanciamiento social, es decir un régimen de restricciones menos radical que el vigente y que se traduciría en el impedimento de circulación de personas vulnerables, de personas mayores de 60 años, el funcionamiento restringido de restaurantes que solo atenderían por “delivery”, el impedimento de eventos que involucren la concentración de personas como cines, estadios, discotecas, bares, etc., y la continuación de las clases escolares por sistema virtual, un procedimiento al que tendrán que sumarse las universidades.
El jefe de estado ha señalado que esta decisión dependerá de la respuesta de la ciudadanía, de la responsabilidad de gente que transgrede el aislamiento social, si es que se asumen las restricciones, que se comience a entender que las familias deben hacer lo máximo posible para no salir de sus viviendas, que solo lo haga uno de sus integrantes y cuando ello sea estrictamente necesario.
De otra forma, se tendrá que asumir otras medidas restrictivas, así que habrá que comenzar a cruzar los dedos.