Anteayer viernes el Ministerio de la Producción oficializó el levantamiento de la veda de anchoveta y autorizó el inicio de la primera temporada de pesca industrial, señalando como cuota de captura poco menos de dos y medio millones de toneladas del referido cardumen.
Es la forma regular por la cual los peruanos tomamos conocimiento del inicio de la actividad pesquera, respetando el calendario biológico que, a lo largo de estos años, ha permitido arrancar la especie de las redes de los depredadores.
Sin embargo, esta información en realidad la manejaban las grandes empresas pesqueras hace mucho tiempo, quienes conocemos algo del sector nos enteramos que los pescadores habían sido convocados hace dos semanas atrás para preparar el zarpe.
Algunos fueron llevados a los muelles donde se acoderaron las naves con la finalidad de realizar la limpieza y ordenar el avituallamiento respectivo, inclusive, en ese periodo hubo algunos que se contaminaron con el COVIDÂÂ 19, lo que respaldó los cuestionamientos que se venían formulando sobre el reinició de la actividad pesquera a nivel de gremios de pescadores.
Otros han sido trasladados a centros de hospedaje, en donde se les sometió a pruebas del COVID y decidieron mantenerlos mínimo tres días encerrados a la espera de los resultados, pues con esas pruebas acreditarían que solo se embarcaban los que se encuentren sanos, los que arrojen una prueba negativa, mientas que los que resultaron positivos se quedarían en puerto.
Este mecanismo forma parte del protocolo que comenzaron a aplicar antes que el gobierno mismo lo apruebe, evidenciando que los grandes empresarios, especialmente, aquellos que forman parte de los llamados oligopolios que se congregan entorno a la Sociedad Nacional de Pesquería, ya conocían cuando se levantaría la veda.
Manejan información muy reservada pero confirman lo que todo el mundo sabe en el sector pesquero, que las medidas políticas se adoptan en función a los intereses de grupo en la pesca.
Y es que llama la atención que todo este andamiaje se haya formado mientras que los gremios de pescadores protestaban y rechazaban la posibilidad de iniciar la temporada de pesca por el riesgo que representa para el contagio del COVID 19.
Los hombres de mar son conscientes que están en una fase de contagio comunitario y que, pese a la prueba, pueden darse caso de asintomáticos que se embarquen y diseminen el virus, por ello demandaron que se postergue el inicio de la temporada de pesca en la medida que, a margen de la probable presencia masiva de anchoveta, la salud de los hombres de mar están por encima de ella.
Sin embargo, nadie los ha escuchado, por el contrario, la maquinaria de las grandes corporaciones pesqueras está en marcha mucho antes que se dicte el decreto supremo que levanta la veda, una mala costumbre que ni siquiera se ha dejado de lado en tiempos de emergencia y en medio de una pandemia que parece no hacerle cosquillas a las grandes empresas del país.
Esperemos que el Ministerio de la Producción no se haya equivocado, es cierto que deben existir grandes bancos de peces y que la moda del cardumen debe ser atractiva, empero, cuando al resto del país nos mantienen en cuarentena obligatoria y nos prohíben salir de nuestras casas, no se entiende la desesperación de ese sector que quiere pescar a como dé lugar, inclusive, a pesar que de por medio se encuentre la salud y la vida de los pescadores. Una lástima.