Anteayer miércoles se puso en marcha lo que el gobierno ha denominado la tercera fase de la estrategia sanitaria que se ha emprendido para neutralizar el contagio del Covid, ahora que el país ha ingresado a una etapa de reanudación paulatina de las actividades económicas.
Este nuevo paquete de medidas responde a la necesidad de procurar gradualmente la reactivación del aparato productivo del país, retornar a millones de trabajadores a sus centros de trabajo luego de una cuarentena de tres meses y de aislamiento social obligatorio.
Seguramente, que los promotores de la estrategia gubernamental habrían deseado ampliar un poco más la cuarentena, en la medida que se hace incierta la llegada de la pandemia al pico o meseta que nos demuestre que se inicia un descenso en los márgenes de contagio de la enfermedad, sin embargo, teniendo en cuenta la condición de nuestro país ello habría sido imposible.
Por ello las máximas autoridades eran conscientes que abrir los candados de la cuarentena significaría un retroceso en los planes de los estrategas de la emergencia, pues ello expone a un riego mayor de contagio teniendo en cuenta que fácilmente se generarían nuevos focos de infección y recrudecerían las cifras de los contagios y decesos.
Y no se ha debido esperar mucho para confirmar estas sospechas, pues apenas en el primer día de la reanudación de actividades, los noticieros televisivos han propalado las increíbles imágenes de las aglomeraciones en el transporte, la masiva presencia de gente en los supermercados y la congestión en los mercados.
Si antes de esta fecha clave, que fue el miércoles 1°, ya en la capital de la república y otros puntos del país se tenía serios contratiempos para controlar a la gente que irresponsablemente salía sus casas en medio de la pandemia, ya muchos se imaginaban lo que hoy podría suceder con la mayoría de la población en las calles.
Hay que tener en cuenta que esta tercera fase no implica que haya terminado la cuarentena, que todos deben salir de sus casas y rehacer sus vidas como antes., eso no es posible, por el contrario, los peruanos deben entender que la emergencia se mantiene, que el virus aún permanece rondando en las calles, por lo tanto, existen muchos motivos mas para cuidarse.
La reanudación de actividades debe dar lugar a que muchas empresas pongan en práctica mecanismos de manejo virtual y remoto que evite que sus trabajadores tengan que salir reiteradamente de sus domicilios, algunos deberán hacer su trabajo en casa, otros continuarán acudiendo a laborar pero con otros horarios y hay quienes deben seguir librando dura batalla en lo que se denomina la primera línea.
De allí que lo que tienen que hacer los peruanos es meterse en la cabeza que se ha iniciado una nueva etapa que es de convivencia con un virus que es mortal para un segmento de la población, que es capaz de eliminar a miles en cadena, que es capaz de hacer colapsar los sistemas de salud de los países más avanzados del mundo.
Hay que entender que ya nada podrá ser como antes, por lo menos hasta que se encuentre una vacuna y que los gobiernos de los países más pobres puedan estar oportunamente en la cola de acceso a las dosis de inmunización.
Mientras tanto, no podemos darnos el lujo de desafiar al virus, no podemos dejar de cumplir los protocolos de bioseguridad, no podemos dejar de protegernos cuando salimos a la calles, no podemos dejar de prácticas las medidas de prevención más elementales y que se han difundido hasta el hartazgo, no podemos evidenciar supina ignorancia al no mantener la distancia entre una y otra persona, como se ha visto anteayer en Lima, en donde el transporte ha pasado a encabezar los segmentos de mayor contagio del Covid 19.
Si cada quien no se cuida o protege, lo que se viene será mucho peor, existe la posibilidad de un rebrote de la enfermedad que podría enrumbar al país a situaciones mucho más dramáticas de las que vivimos. En nuestras manos está impedir ese posible y calamitoso escenario.