Algún día tenía que llegar y el final de la cuarentena focalizada en la que se hallaba nuestra ciudad y la provincia del Santa se dará en esta nueva fase de la pandemia, la llamada fase cuatro que se inicia este jueves 1° de octubre.
En efecto, el último fin de semana el presidente de la república Martín Vizcarra decidió adelantarse de los vencimientos de los plazos de la emergencia nacional que se daría el 30 de este mes y anunció que ya el consejo de ministros tiene claro el panorama y había firmado los decretos supremos que gobernarán el sistema sanitario del país en el mes morado.
Esto tiene que ver, ciertamente, con el significativo descenso en las cifras de contagios y fallecimientos que se viene observando en todo el país, un panorama que hace más factible la toma de decisiones en relación al régimen sanitario que nos espera.
Especialmente con el que se ha implementado en las provincias de Santa, Casma y Huaraz, las cuales se mantuvieron en confinamiento los poco más de seis meses que ya lleva esta pandemia, una situación que en más de una oportunidad hemos calificado de injusta y excesiva.
Cierto es, y esto no podemos negarlo, que Ancash no ha mostrado cifras accesibles y convincentes, por el contrario, el negativo comportamiento de algunos sectores dio lugar a que el nivel de contagios y hasta de fallecimientos llevó al ministerio de salud y al gobierno a castigar a tres provincias con el aislamiento social obligatorio, es decir la prolongada cuarentena y el toque de queda.
Sin embargo, como dice la conocida canción de Willie Colon, interpretada por el inigualable Héctor Lavoe “todo tiene su final”, y, ese momento ha llegado para nuestra ciudad como para gran parte del país.
El gobierno ha decretado el levantamiento de la cuarentena y solo rige la inmovilización dominical, sin embargo, se mantienen las prohibiciones relacionadas con las reuniones familiares, amicales y de todas las actividades que involucren la concentración de personas, como cines, bares, discotecas, eventos deportivos, etc.
De la misma manera el toque de queda se mantiene entre las 11.00 de la noche hasta las 4.00 de la madrugada, sin embargo, no se ha acabado la emergencia sanitaria, no ha terminado o cesado el peligro, lo que no se puede olvidar es que ese asesino invisible sigue en las calles y se convierte en una amenaza contra la vida y la salud de las personas.
Si las cifras han descendido es porque el nivel de la enfermedad ha llegado a un pico en el que ya comienza a ceder, un comportamiento típico en esta clase de enfermedades que ha encontrado la “horma de su zapato” en la estrategia sanitaria de intervenciones rápidas emprendida por el gobierno con su operatción Tayta y el desplazamiento de personal de las redes de salud.
Lo que no se puede soslayar es que si no nos cuidamos de nada valdrá rodo este esfuerzo de 6 meses cargados de restricciones y penurias. Hay que seguir respetando las medidas de prevención, es la única y más efectiva manera de seguir sosteniendo esta pandemia, hay que dejarnos de actitudes necias y convertirnos en cómplices de la desgracia y la muerte de los demás.
Se ha levantado la cuarenta pero hay que asumirlo en la dimensión que corresponde, con mucha cautela y descartando que se trate de un cheque en blanco para hacer lo que la gana se nos dé. Hasta que no se consiga una vacuna efectiva, seguimos en esta crisis angustiosa, eso lo tenemos bastante claro.