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DE LA ILUSIÓN DE LA MAQUETA A LA REALIDAD ACTUAL

Diez años después

El 21 de julio del año 2009, en las instalaciones de la Videna de la FPF y en presencia del mismísimo Manuel Burga, en esa época todo poderoso mandamás del fútbol peruano, la dirigencia de José Gálvez de entonces cuya cabeza visible era Felipe Chú Rubio, presentó una maqueta de un complejo deportivo, que se construiría en el terreno que habían comprado en enero de ese año en la gestión de Arturo Torres Calderón Zarate en la presidencia de la franja.

Se denominaba el futuro complejo deportivo, “Centro de Alto Rendimiento Deportivo de la Sub Región El Pacífico, Áncash”. La razón era porque el terreno es de un club privado y el gobierno regional o alguna entidad ya sea municipal o de gobierno central no puede invertir en un inmueble de esa naturaleza.

Lo cierto era que el complejo tenía que pasar primero a ser parte de la Sub Región El Pacífico para que pueda proceder  con la inversión que en ese momento proponían el presidente regional de entonces César Álvarez Aguilar.

El tiempo pasó, los trámites burocráticos de la propiedad del inmueble hizo que ese entusiasmo generado aquel día de la presentación con la directiva en pleno, ante Manuel Burga y teniendo como invitado especial al congresista de entonces José Mallqui Beas, se expandiera y la ilusión que generó fue muy corta en el tiempo.

Pero, los peros eran innumerables, el tiempo pasó y todo quedó en nada, sobre todo a pesar que esa fue la época donde Álvarez hacia y deshacía, pero no pudo nunca pasar ese trámite de la propiedad que empantanó aquel proyecto ilusorio.

Cuando Álvarez cae en desgracia, ya el proyecto estaba enterrado, dormía el sueño de los justos, Gálvez bajó y volvió a subir el 2011, y al llegar, nuevamente, a  primera el 2012, era el inicio del final, pues un año después se realizarían elecciones, llegaría el nefasto Augusto Sipión Barrios y su grupete  de advenedizos e ineptos  que en solo 14 meses llevó al club desde la primera división a la etapa departamental de la Copa Perú.

Fueron exactamente cuatro años desde aquella presentación, en julio del 2009  hasta julio 2013, cuando el club se pone a tiro del tobogán que lo llevo a la postración. Allí donde está sumido hoy en día, como uno más en la Liga Distrital y con una directiva que llegó el 2019 y que solo resistió unos meses.

DE LA ILUSION A LA REALIDAD

En todo ese tiempo desde el 2009 hasta el actual han pasado más de una década y nadie se interesó en dicho terreno la única propiedad del club galvista y aquí lo recalcamos cuando apareció esa anotación de embargo de una ex trabajadora en los Registros Públicos por un juicio ganado al club pues nadie lo impidió.

Después de once años, dos o tres dirigentes, de lo que quedó de la última  directiva que fue elegida en las últimas elecciones, han sido de la iniciativa para tomar posesión y darle vida a ese terreno de 36 mil metros, patrimonio galvista.

Es posible que haya gente sobre todo en las redes sociales que critique, en el sentido que sino pueden tener un equipo como van hacer para trabajar ese terreno?. Creemos que lo mejor que puede haberle ocurrido a los dirigentes es infundirse de ánimo y hacer lo imposible. Darle vida al terreno.

Si aquella maqueta fue una ilusión del lejano julio del 2009, esperamos todos aquellos que estamos involucrados en el deporte, que el esfuerzo que pongan de manifiesto los pocos dirigentes que quedan ahora, antes que restructuren la junta directiva, se concrete con acciones firmes, que convenzan a los hinchas para que apoyen con su grano de arena para hacer posible que la propiedad sea una realidad en una sede social y deportiva, lógicamente, en el largo plazo.

Quizás esta sea la oportunidad que tanto necesitaba el club para generar convocatorias y lograr que se unan en ese esfuerzo pues el objetivo debe ser uno solo, darle vida  a la sede del club.

Con conocimiento de causa podemos asegurar que en el Perú hay pocos clubes que tienen un terreno de esa magnitud para su sede social y deportiva. José Gálvez lo tiene y ahora que hay entusiasmo, si bien es cierto sin dinero, pero con el ánimo suficiente para poner los primeros esfuerzos que serán los cimientos para  hacerlo realidad. (El Editor)