Elecciones y guerra por el modelo económico
Por: Víctor Andrés Ponce (*)
El candidato presidencial de Acción Popular, Yonhy Lescano, acaba de sumarse a las propuestas comunistas y colectivistas que pretenden cambiar el régimen económico de la Constitución de 1993. En recientes declaraciones señaló que la Carta Política solo ha favorecido a un reducido número de poderosos y que deberíamos avanzar hacia un proceso constituyente, emulando a la experiencia chilena. De esta manera el candidato de AP se suma a las propuestas de Verónika Mendoza, el Frente Amplio y las diversas corrientes bolivarianas en el Perú.
Desde este portal señalamos nuestra disposición a mantener la distancia del presente proceso electoral. En ese sentido, nuestro único papel será reflexionar alrededor de las propuestas que amenazan las libertades políticas y económicas que se han cultivado en las últimas tres décadas y, sobre todo, exigir de los candidatos presidenciales definiciones claras sobre el tema. Finalmente, a nuestro entender, el asunto del régimen económico es el tema capital de estas elecciones, es la encrucijada que definirá si seguimos apostando o no por las libertades políticas y económicas.
El régimen económico de la Constitución acabó con el estado empresario, que desató la hiperinflación de los años ochenta. ¿Cómo lo hizo? Estableció el rol subsidiario del Estado con respecto al sector privado. Gracias a este principio constitucional nunca más se organizaron empresas estatales para distribuir leche, arroz y otros productos, que convirtieron al Perú en uno de los países fundadores de la economía chavista en la región. En ese entonces no solo existían más 200 empresas estatales en todos los sectores de la economía, sino que las planillas y las clientelas políticas generaban tal déficit fiscal que se desató una de las hiperinflaciones más devastadoras de la historia.
El fin del estado empresario y la autonomía del Banco Central de Reserva (que ya no estaba obligado a financiar las irresponsabilidades de los políticos), que establece nuestra Constitución, alejaron al Perú de la desgracia chavista hiperinflacionaria.
De otro lado, la desregulación de los mercados, la liberalización de los precios, el reconocimiento sagrado de los derechos de propiedad y de los contratos ubicaron al Perú como una de las zonas más atractivas para la inversión privada. De pronto, de un país que no tenía líneas telefónicas, que carecía de horas adecuadas de luz y agua potable, surgió una sociedad de clases medias emergentes con servicios regulares y que empezó a levantar ciudades andinas modernas en la antes impenetrable Lima criolla. Si todavía existe gente sin agua potable y luz, por ejemplo, es de exclusiva responsabilidad de un Estado que sigue engordando con la planilla estatal y las sinecuras ideológicas.
Los candidatos populistas y comunistas suelen decir que el régimen económico de la Constitución solo ha favorecido a los grupos empresariales y ha empobrecido a la mayoría. ¿De dónde sacan esa información? Antes de la actual Carta Política, la pobreza superaba el 60% de la población y las periferias de Lima y las principales ciudades del país solo reflejaban a la segunda generación de migrantes andinos del país que no encontraba un lugar en la sociedad.
¿Qué ha sucedido después de tres décadas de vigencia de la Constitución? Hasta antes de la pandemia, la pobreza se había reducido al 20% de la población y las periferias en pobreza de las ciudades de antes se habían convertido en los principales consumidores urbanos. En vez de pobres ahora había clases medias emergentes que levantaban ciudades alternativas.
Es incuestionable que el milagro social que experimentó el Perú se basó en la inversión privada, el crecimiento y la generación de empleo. El PBI nacional se triplicó y hasta el 2014 la inversión privada anual representó alrededor del 25% de ese mismo PBI. De allí que diversos organismos multilaterales señalen que del total de pobreza reducida hasta antes de la pandemia, el 75% sea aporte privado y el 25% restante gasto del Estado y la cooperación internacional.
Las corrientes populistas y comunistas, pues, no tienen la menor idea de lo que proponen. En realidad, plantean retornar al viejo estado empresario que causó la tragedia nacional de los ochenta, empobreció a los peruanos y convirtió al país en el precursor de la tragedia chavista. Es hora entonces de que los candidatos a favor del sistema republicano y la inversión privada se pronuncien con absoluta claridad.
(*) Director de El montonero (www.elmontonero.pe)