Editorial

::: NO SE PUEDE PERMITIR QUE PISOTEEN A CHIMBOTE :::

El próximo miércoles 30, como para no malograr la fiesta patronal de San Pedrito que culmina el martes 29, la Contraloría General de la República dará a conocer el resultado del mega operativo que ha realizado a la cuestionada obra de mejoramiento del bulevar Isla Blanca, cuya ejecución, a cargo de la Municipalidad Provincial del Santa, no tiene cuándo concluir.

Si nada se interpone en el camino, ese día el pueblo de Chimbote podrá conocer al detalle todo lo relacionado con las deficiencias técnicas y de otra índole, que empañan la ejecución de esta obra  y que el órgano de control ha podido constatar en forma fehaciente.

Como se recuerda, en abril del 2019 el alcalde Roberto Briceño entusiasmó al pueblo de Chimbote al anunciar la remodelación del bulevar Isla Blanca, un espacio emblemático de la ciudad. En aquella oportunidad anunció que la obra se iba a ejecutar bajo la modalidad de administración directa, con un presupuesto que no superaba el millón de soles, y aseguró que estaría lista en menos de sesenta días “antes de la fiesta de San Pedrito”. Llegado el momento, nada de lo que dijo se cumplió. Todo fue un engañamuchachos.

Después de un año de paralización, el 30 de julio del 2020 la municipalidad Provincial del Santa anunció la adjudicación de esta obra a la empresa Minera de Servicios Múltiples Santana SAC. Esta vez el presupuesto fijado fue de S/ 4’368,567.09, un monto cuatro veces mayor que el presupuesto inicial. Aún así y sin despertar mayor inquietud en la ciudadanía, la obra comenzó a ejecutarse el 15 de agosto. De acuerdo con el plazo fijado en el contrato, ésta debió estar concluida en tres meses, es decir el 15 de noviembre de ese mismo año.

Como este último plazo tampoco se cumplió, la población, como es lógico, empezó a inquietarse y al mismo tiempo a expresar su preocupación. No era posible que Chimbote fuera objeto de tanta burla y que, tanto el alcalde como los funcionarios del la comuna, guarden silencio o respondan con evasivas.

Ante esta situación ya insostenible, la Contraloría General de la República, decidió tomar al toro por las astas. Luego de una primera intervención a la obra, el 18 de marzo del presente año envió al alcalde Roberto Briceño el Oficio N° 222-2021 para advertirle acerca de las deficiencias en cuanto a calidad del material y cumplimiento de plazos “que afectan la continuidad de la obra”.

Entre otras observaciones e incoherencias detectadas, el órgano de control señala “que no se cumplen las especificaciones establecidas en el expediente técnico” y que estas deficiencias se toleran en forma inexplicable “sin que la autoridad municipal aplique las penalidades de ley”.

Acompañando fotografías que dicen más que mil palabras, el informe muestra la presencia de enormes grietas en el piso recién construido. Asimismo advierte que el enchapado de mayólica y porcelanato que adornaba las bancas, fuentes y muros, ha sido burdamente reemplazado con cemento pulido y granito hecho en forma artesanal. Técnicos y profesionales que conocen de este tipo de trabajos, coinciden en señalar que la calidad de este último material está muy por debajo de los estándares que corresponden a una obra ornamental y emblemática como es el bulevar.

Aún cuando el informe de Contraloría no dice nada al respecto, la población mantiene su preocupación por la inexplicable desaparición de la reja perimétrica. El bulevar es un espacio de uso público al que acuden adultos y niños y se halla en medio de dos vías vehiculares de alta velocidad. Sin una valla de protección, el peligro es latente.

Otro aspecto que ha causado desconcierto tiene que ver con la carencia de identidad cromática. Hasta hace poco, todas las obras municipales eran pintadas de rojo achiote y ocre, que son los colores oficiales de Chimbote, pues son los que predominan en los ceramios de nuestra cultura madre, la civilización mochica. Sin embargo el color que ahora predomina en el bulevar es el celeste, que por extraña coincidencia identifica a la agrupación política “Ancash a la Obra” a la que pertenece el alcalde. ¿El patrimonio de Chimbote tiene que estar sometido a los intereses de un partido político?.

Como si esto no fuera suficiente, el alcalde Roberto Briceño y la mayoría de regidores acaban de aprobar entre gallos y medianoche el cambio de nombre del bulevar Isla Blanca por el de Paseo de la Cultura. Lo mismo que se quiso hacer hace unos años politizando el cambio de nombre de la avenida Pardo. No sabemos si con ese cambio se pretende eludir alguna responsabilidad frente las observaciones hechas por la Contraloría. Lo que persiste en este caso es la inquietud de saber en qué situación queda el verdadero Paseo de la Cultura ubicado junto al Banco de la Nación, el mismo que forma parte del patrimonio urbano de Chimbote y aún así fue invadido por la Corte Superior de Justicia del Santa con autorización del alcalde Roberto Briceño.

Si no nos equivocamos, todo lo que acabamos de señalar no es otra cosa que una falta de respeto y un pisoteo de la identidad chimbotana que de ninguna manera podemos dar por aceptado. Con esta clase de desmanes, propios de una tiranía, cualquier otro alcalde que pase por la comuna provincial va a querer hacer lo que le dé su regalada gana. Eso es algo que jamás debemos permitir.