Mg. Miguel Koo Vargas (*)
Cada día que transcurre sin tener los resultados de las elecciones, se va confirmando el proceso tan turbio en el que estamos sumergidos. Los principales poderes y autores llamados a velar por la transparencia, son los primeros que le dieron la espalda a la democracia, aceptando con rapidez la instalación de un gobierno comunista.
Semana tras semana aparecen nuevas evidencias y destapes sobre este escandaloso favorecimiento hacia Perú Libre, sin embargo, esto parece no ser de relevancia para el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), la Fiscalía de la Nación, el Poder Judicial, y hasta la misma Presidencia de la República. Por el contrario, don Pancho Sagasti aprovecha el tiempo para darse escapaditas al interior del país, mientras que miles de peruanos salen a marchar en la capital, exigiendo transparencia en el proceso.
No es tan difícil imaginar qué intereses se esconden tras esa actitud de indiferencia, del síndrome del “no va conmigo”, del desplazamiento de la responsabilidad sobre terceros y el adormecimiento de la moral interna, frente a los aviesos actos de intimidación, zozobra y violencia que se exponen abiertamente como si nada. A mí, a título personal, me resulta nauseabundo ver a supuestos profesionales chimbotanos que toda su vida se la dieron de “defensores de la identidad” o “abanderados de la cultura”, apoyar una ideología que siembra la miseria, el atraso y el autoritarismo, ni qué decir de aquellos bautizados en la Iglesia Católica que defienden a una ideología atea que atenta contra la fe. Es muy difícil que un profesional, que verdaderamente se ha formado con rigor y tiene dos dedos de frente para razonar, esté de acuerdo con la manera en que se está manejando el proceso electoral a favor de Perú Libre. Se tendría que ser o muy ignorante, que lo dudo, o ser un enemigo confeso del país para promoverlo.
Esto no se trata de discriminación, ni de prejuicios, como han querido hacerlo pasar para victimizarse. Esto obedece a una estrategia explícitamente deliberada de un grupo de personas que van por todo, cueste lo que cueste. Las evidencias ya no importan para las autoridades, a pesar que estas sean contundentes. El deseo de deslegitimar cualquier argumento que intente hacer prevalecer la verdad, yendo hasta el fondo del asunto, se consuma en el acto. Hasta han salido audios que involucran a Montesinos tratando de desacreditar el intento de Fuerza Popular por esclarecer este proceso entrampado. Si las cosas fueran al revés, ¿ustedes creen que Perú Libre con Cerrón estarían tranquilos? Ya habrían tomado las calles, oponiendo una férrea resistencia al proceso.
¿Cuál es el camino que nos queda por delante?
Creo firmemente que estos comicios electorales han sido totalmente vulnerados y manipulados, ante las múltiples evidencias concretas que se han denunciado. Proponer a nuevas elecciones no suena tan descabellado, a la luz de los acontecimientos, sin embargo, también debemos ser realistas y asumir que esta gente no permitirá que el proceso se repita. Simplemente es algo que no se les puede ir de las manos. Entonces, la el camino que nos queda por delante es exigir a los tres Poderes del Estado y al Tribunal Constitucional a que convoquen una auditoría internacional con entidades autónomas y reconocidas que garanticen la imparcialidad inexistente en el JNE. ¿A qué le temen? ¿Por qué no le demuestran al Perú que verdaderamente hay una recta intención en transparentar el proceso, y garantizarnos a todos los peruanos que la voluntad popular es la que debe prevalecer sin trampas ni manipulaciones?
Sin la verdad, estamos en tinieblas, y lo que necesitamos todos en estos días lúgubres e inciertos, es el resplandor de la justicia sobre el país. Fíjese usted, amable lector, que este proceso está tan maniatado que a la fecha no pueden dar por ganador a ningún candidato. Hay una desesperación latente en algunos actores políticos e instituciones por pisar el acelerador y proclamar como ganador a Pedro Castillo. La insistencia y la accidentada vehemencia que se emplean para este fin deben decirnos algo al respecto.
El camino que nos espera es muy difícil, qué duda cabe, pero no imposible, pues no debemos perder la esperanza ni desanimarnos, porque algo que nunca podrán hacer los enemigos de la verdad es ahogarla o extinguirla por completo. Cuando más se insista en acallar la verdad, más fuerte gritarán hasta las piedras. En medio de este panorama, aprovechemos los signos de estos tiempos para auto examinarnos y hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas, buscando siempre defender su verdad en los hombres.
(*) Analista y asesor de
comunicaciones