Si a las 585 hectáreas invadidas en Casma, sumamos las 308 de Tierra Prometida, más las 217 cuya invasión fue promovida por el ex alcalde de Nuevo Chimbote Valentín Fernández Bazán, son en total 1,110 las hectáreas del Proyecto Especial Chinecas, que en vez de hallarse en plena producción agrícola, acaban de ser oficialmente destinadas para el uso de vivienda.
Si a eso añadimos alrededor de otras 5,000 hectáreas, que han sido invadidas por agricultores informales, nos damos con la desagradable sorpresa de que casi el 20 por ciento de las tierras de Chinecas han sido tomadas por la fuerza. Aquí y en cualquier otro lugar del mundo, esta masiva e ilegal ocupación equivale al descuartizamiento de un proyecto especial, el mismo que fue creado para generar desarrollo económico.
Como ha quedado fehacientemente demostrado, detrás del problema social engendrado por la necesidad de vivienda, el verdadero motivo por el que se han invadido las tierras de Chinecas ha sido el aprovechamiento, por un lado político de parte de algunas autoridades, y por otro lado económico por parte de las mafias de traficantes que corren en paralelo.
Lo lamentable es que esta situación se mantiene vivita y coleando y sale a relucir cada vez que se produce una coyuntura política o se lleva a cabo un proceso electoral. Lo primero que hacen los candidatos a alcaldes, gobernadores y congresistas es acudir a las zonas invadidas para ofrecer no solo la titulación de las tierras sino también la construcción de pistas, veredas y otras mil maravillas. Todo eso a cambio de votos.
Pero como acabamos de ver, la única forma de titular estas tierras es a partir de su transferencia, de manos de Chinecas a manos de la municipalidad provincial correspondiente. Cualquier otra promesa o alternativa, simplemente es puro cuento.
Sin embargo hay algo que no deja de ser preocupante. A diferencia de otros proyectos de irrigación, donde no existe una sola hectárea en poder de invasores, quienes han tenido en sus manos la gestión de Chinecas jamás han movido un dedo para desalojar a un solo invasor. Jamás. Todos los que tan tomado por la fuerza las tierras de Chinecas, ya sea para fines urbanos o propiamente agrarios, se mantienen inamovibles. Atrás ha quedado la formalidad de acceder a ellas a través de una subasta pública como lo dispone la ley. En todo caso, aquí prevalece hasta hoy la ley del más vivo.
De acuerdo con el Decreto Supremo 051 emitido el 9 de junio del 2007 por la Presidencia del Consejo de Ministro, la transferencia de Chinecas, de manos del Instituto Nacional de Desarrollo (INADE) a manos del gobierno regional de Ancash, obedece a la obligación de impulsar el proceso de regionalización y descentralización económica. Con un patrimonio de 35 mil hectáreas, Chinecas lo ha tenido todo para impulsar la agro exportación y la creación de por lo menos 100 mil nuevos puestos de trabajo.
Ha transcurrido 14 años desde que empezó a regir aquella disposición y el proyecto Chinecas, en manos del gobierno regional de Ancash, sigue siendo una carga muy pesada para el estado y una amarga desilusión para Chimbote. En todo ese tiempo Chinecas solamente ha servido como caja chica para financiar marchas políticas a favor de los gobernadores de turno.
Sin excepción, todas las obras y servicios que se han contratado en nombre de la ficticia ejecución del proyecto, se han llevado a cabo bajo el manto de la corrupción. Un ejemplo es el Canal San Bartolo, que fue licitado en 17 millones de soles pero al final se pagó 36 millones, más del doble, no obstante haber quedado inconcluso. Por ésta y otras perlas, muchos ex funcionarios del proyecto, en lugar de ser recordados por una buena gestión, se encuentran más bien en el banquillo de los acusados o prófugos de la justicia.
Después de toda el agua que ha corrido bajo el puente de Chinecas, a estas alturas es literalmente imposible saber qué se puede esperar del proyecto. Falta menos de año y medio para que culmine la actual gestión del gobierno regional de Ancash y así como están las cosas, ya nada se puede esperar a favor de Chinecas.
Tendrá que ser la próxima gestión o el retorno del proyecto a manos del INADE, lo único que podría salvar a Chinecas de un virtual y total descuartizamiento. Una lástima.