Se presenta a la herencia virreinal como enemiga del mundo andino
Por: Víctor Andrés Ponce (*)
En su mensaje presidencial de Fiestas Patrias, Pedro Castillo repitió todas las monsergas que ha construido el comunismo sobre la historia nacional para explicar nuestros fracasos y problemas por culpa de los otros, y no por la suma de nuestros yerros y estulticias. Sin embargo, causa enorme curiosidad saber por qué Castillo repitió los viejos estribillos marxistas sobre la Conquista, el Virreinato y la República.
A nuestro entender, detrás de este intento de reescribir la historia republicana está la vieja estratagema marxista de organizar un relato, una narrativa, para avanzar en una estrategia de poder. Por ejemplo, la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) –que animó la izquierda luego de la caída del fujimorato– se lanzó a reescribir la historia de la lucha contra el terrorismo para colocar en el mismo nivel histórico y de valoraciones al terrorismo y los genocidios del Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso con algunos yerros y excesos de nuestras Fuerzas Armadas.
Los conceptos de “violación sistemática de Derechos Humanos” y de “conflicto armado interno”, así como los diversos relatos al respecto forman parte de esas estratagemas. Al final “el senderismo terrorista ejerció una violencia parecida a la de los militares” y se preparó la llegada de Castillo al poder. Pedro Castillo y Perú Libre en el poder no se pueden entender sin el gran relato izquierdista que organizó la ex CVR.
Para el marxismo más ortodoxo, el relato de la CVR ya no es suficiente. Para tomar el poder y construir una república soviética hay que ir a las bases mismas de nuestra peruanidad para concluir en la propuesta fascista del “Estado plurinacional”. ¿A qué vamos? Según este relato la mayoría de provincias del Perú está habitada por “pueblos originarios” que padecieron el yugo del Virreinato español. ¿Ignorancia, atrevimiento intelectual o, simplemente, estratagema de poder?
Aquí planteamos un debate de fondo a todas las corrientes comunistas con la siguiente tesis: nada del mundo andino se puede explicar sin la influencia de la hispanidad; o para ser más precisos, el mundo andino es un producto hispano moreno. Las comunidades andinas de la sierra hoy representan el producto territorial, económico y social de las reformas que desarrolló el virrey Toledo sobre los viejos ayllus incaicos. Los territorios, las vestimentas, pantalones, polleras, sombreros (incluido el de Castillo), los colores vivos del mundo andino y la música forman parte de la herencia hispana mestiza. ¿De dónde entonces viene la monserga de “pueblos originarios”?
Como lo han señalado los historiadores, estas reformas, que moldearon los Andes bajo los patrones de la hispanidad, no llegaron a la Amazonía. Quizá en esas regiones entonces se podría hablar de pueblos originarios; sin embargo, la globalización ha convertido a todos los ciudadanos de las áreas selváticas en viajeros cosmopolitas y asiduos consumidores de cable y Coca Cola. Lo de “los pueblos originarios” solo está en la cabeza de los militantes del radicalismo comunista.
La idea entonces de presentar a un Virreinato que aplasta al mundo indígena –no obstante que mundo andino peleó al lado de los ejércitos realistas contra San Martín y Bolívar en la Independencia– solo busca liquidar el sistema republicano que se erige sobre el principio de un ciudadano y un voto. ¿Por qué? Con el cuento de los pueblos originarios y la república plurinacional se busca justificar una asamblea constituyente integrada con representantes designados por “los pueblos originarios” y las organizaciones populares, y representantes con equidad de género.
Es decir, se busca sacarle la vuelta al sistema democrático para que una minoría asalte el poder, de acuerdo al manual de todas las estrategias bolcheviques.
(*) Director de El Montonero (www.elmontonero.pe)