Opinión

¿CÓMO CRECER SIN POPULISMO?

Mg. Miguel Koo Vargas

La semana pasada hablamos sobre la delicada situación económica en la que nos encontramos, analizando la dinámica de los bonos peruanos, el dólar y otros factores macroeconómicos que se han desencadenado, producto de la turbulencia política que atravesamos.

La empresa Datum realizó una encuesta para conocer las expectativas de los peruanos para lo que resta del año, en la que se afirma que el 64% de los ciudadanos cree que su situación económica estará igual o peor en lo que resta del año. Un dato relevante, que redunda en la percepción de inestabilidad y ambivalencia de los costos de la canasta básica regular. Los mismos encuestados concluyen que la prioridad del Gobierno de Castillo debe centrarse en la reactivación económica y la generación de empleo, algo que a estas alturas del partido no lo tenemos claro, ni se han dado signos de confianza hacia los ciudadanos; por el contrario, siguen destapándose indicios muy graves que comprometerían incluso la seguridad nacional de nuestro país.

Otro hecho que llamó la atención durante la semana fue la cancelación del proyecto minero Tía María, una operación que aseguraba aproximadamente 1600 puestos de trabajo durante su funcionamiento. Un experto en energía y minas, proyectaba una tributación que bordeaba los US$3,000 millones. Un ingreso que tanta falta le hace al Estado, y hoy ha sido desestimado, sin mencionar que el 60% del presupuesto peruano proviene de la minería. Un sector que ha demostrado ser serio, responsable y modernizado. Claro está que la decisión que tomaron fue meramente política, sin tomar en cuenta los estudios de factibilidad que ya habían sido sustentados desde hace años por la compañía. Me atrevo a decir que el proyecto de Chinecas correrá con esa misma suerte. Terminará siendo desestimado y enterrado en el olvido como ha sido todos estos años, un artificio puesto al servicio del populismo y un caballito de batalla para ganar votos.

¿Cuál es el camino que necesita el país para salir del hoyo en el que se encuentra? Me preguntaba un lector tras la publicación de mi columna, la semana pasada. Para responder su pregunta, es necesario hacerlo con evidencias, y a ellas me remito como siempre. Esta cuestionada teoría de la economía popular con mercados, de la que ya hemos dedicado no pocos artículos, es la base principal del modelo económico que plantea el socialismo moderno o “socialismo neomarxista” en Latinoamérica. Es un modelo que ignora por completo la capacidad de autogestión y competitividad de las empresas para poder generar riqueza y desarrollo en los países. Se basa en la intervención del Estado en los actores económicos para generar una supuesta competitividad que no ha despuntado en ninguno de los países en la que se ha llevado a cabo. Mire usted la economía de nuestros países vecinos en la Región, gobernados por presidentes de la izquierda socialista y verá con claridad sus indicadores de crecimiento estancados y con números en rojo.

El camino que al Perú lo ha llevado estos años a ser un país con ciertos niveles de crecimiento en los últimos 30 años, es el camino del libre mercado. Un país que genera sus riquezas en las propias empresas y microempresarios: los motores de la economía. Y cuando hablamos de “crecimiento” debemos ser lo suficientemente sensatos para entender que no podemos hablar de “desarrollo” solamente en términos estrictamente monetarios, sino que el verdadero desarrollo económico se va a ver reflejado en una mejor calidad de vida de las personas, en un nivel de educación protagonista por su exigencia, en un nivel de innovación visible en las organizaciones peruanas, y en un modelo que enseñe a los ciudadanos a no depender del Estado, sino a ser autogestores de sus propias riquezas. El Perú es un país que recauda la mayor parte de su riqueza por la explotación de recursos naturales: pesca, minería, agricultura, etc. No es un país que innova sobre sus recursos para poder desarrollar productos competitivos para el mercado internacional.

Miremos el caso de Japón, por ejemplo, una isla que importaba recursos naturales de otros países, pero que se convirtió en una potencia mundial por algo que W.E. Deming denominó el “milagro económico japonés”. Un modelo basado en la excelencia y la calidad de sus procesos y productos. Su filosofía revolucionó de tal modo la cultura empresarial japonesa que el máximo premio a la gestión excelente en Japón lleva su nombre.

Otro ejemplo concreto tiene que ver con el “milagro laboral alemán”, los primeros en salir de la famosa posguerra. “Una lección importante se relaciona con el sistema educativo, que otorga opciones y oportunidades a los jóvenes, un elemento esencial para salir de la crisis. Por otro lado, existe un sistema vocacional, donde las empresas privadas tienen un esquema mixto de aprendizaje técnico o administrativo práctico”. Menciona el analista internacional Rafael Herz en “Portafolio”.

El Perú tiene un camino muy complicado por delante, sin embargo, hay todavía un tiempo prudencial para frenar la caída estrepitosa de la economía. Dependerá del Gobierno, su sincero compromiso para ponerse el país al hombro, y encender el motor del desarrollo que tanto esperamos tras la pandemia.

(*) Asesor de imagen y comunicaciones