Editorial

¿UNA LAMPA QUE CAVA SU PROPIA TUMBA?

Acción Popular:

Cuando un dirigente político busca a toda costa de mantenerse en el cargo por tiempo indefinido, todo se puede esperar de él.  En ocasiones como esa no valen las normas legales ni de ética, ni por supuesto el reglamento interno de la agrupación política. Lo único que importa es obtener a como dé lugar el mayor beneficio personal, sin tener en consideración el daño que esto pueda ocasionar a la propia agrupación política.

En el último proceso electoral hemos visto el triste final de varias de estas agrupaciones, otrora poderosas, que como consecuencia del canibalismo partidario ahora se han convertido en verdaderos cadáveres políticos. La ridícula votación que han obtenido en las ánforas, la misma que nos les ha permitido pasar la valla electoral, no es más que un justo castigo que ellos mismos han sembrado y ahora están cosechando.

Con inocultable repulsión hemos visto que durante los últimos treinta años, estas agrupaciones son mangoneadas por los mismos dirigentes  y cada vez que hay elecciones participan con los mismos candidatos o “invitados” que previamente han pasado por caja. Conceptos como  democracia partidaria y renovación de cuadros,  no son más que palabras escritas en el papel que finalmente se las lleva el viento. Por absurdo que parezca, aquellos dirigentes que se llenan la boca hablando de democracia son los mismos que en la práctica están destruyendo el sistema democrático. El electorado ya no cree en ellos, por eso a la hora de votar lo hace solo por evitar la multa, sin importar quien salga elegido. A ese extremo hemos sido conducidos.

Una muestra de esta especie de canibalismo partidario lo está viviendo en este momento el Comité Departamental de Ancash de Acción Popular.   En las elecciones internas para elegir a sus nuevos dirigentes, la lista perdedora encabezada por el congresista Darwin Espinoza Vargas, lejos de aceptar hidalgamente su derrota, ha acudido a la vieja costumbre de denunciar un fraude.  Con ello pretende que se anule el proceso electoral y así gozar de una nueva oportunidad.

Dentro y fuera de esta tradicional  agrupación partidaria, para nadie es un secreto el protagonismo que mantiene el congresista Espinoza desde hace más de quince años. Es él quien directa e indirectamente decide las cosas, sin necesidad de consultar ni rendir cuentas a nadie. Así lo hizo en las elecciones regionales del  2014 al hipotecar el nombre del partido, incluyendo el local partidario, a favor del  ahora encarcelado ex gobernador regional Waldo Ríos Salcedo.

Durante todo este tiempo, igual que otras agrupaciones departamentales, Acción Popular se mantiene bajo el dominio de una misma élite; un reducido grupo de militantes que ahora, ante la proximidad de un nuevo proceso electoral,  se resiste a soltar la mamadera. Al parecer, los miembros de esta élite le han agarrado pánico a la elección de nuevos cuadros. Con mayor razón ahora que ha empezado la elaboración de las listas de candidatos tanto para el gobierno regional como para las alcaldías provinciales y distritales. Un festín que por lo visto vale la pena disputar a toda costa.

Cualquiera que sea el resultado de las elecciones internas a las que hemos hecho referencia, no estaría demás proponer a los nuevos dirigentes que por lo menos se preocupen en la situación del local partidario situado frente a la Plaza de Armas.

El que otro tiempo fue escenario de grandes eventos políticos, ahora está convertido en una galería comercial con el mismo techo de esteras de hace más de treinta años. Según lo expresado por viejos militantes populistas, nadie se molesta en dar cuenta a dónde van a parar los ingresos por alquiler. A ese paso, no sería raro que el partido de la lampa haya empezado a cavar su propia tumba.