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CHIMBOTE: 115 AÑOS BIEN VIVIDOS

POR: CARLOS CARPIO LA ROSA

Se dice que el mismo 6 de diciembre de 1906, tan pronto como  el presidente de la República José Pardo y Barreda firmó la Ley 417 que crea el distrito de Chimbote, la noticia causó alborozo en esta ciudad. Fue gracias a un telegrama que envió desde Lima don Antonio Díaz Guibovich, quien hasta ese momento fue alcalde del distrito de Santa para luego, a partir de ese mismo instante, convertirse en el primer alcalde del flamante distrito de Chimbote.

Desde entonces han transcurrido 115 años bien vividos, a través de los cuales Chimbote ha seguido recibiendo toda clase de noticias, las mismas que no solamente han causado alborozo sino también, en algunos casos, zozobra y hasta lágrimas.

De villa a distrito

Hasta antes de su creación como distrito, Chimbote fue un villorrio que desde tiempo inmemoriales perteneció a la jurisdicción del distrito de Santa. En 1814, el virrey Fernando de Abascal  promulgó la cédula virreinal que creó la Comunidad de Indígenas de Chimbote y Coishco y en 1871, convencido de las potencialidades que él mismo había constatado personalmente, el presidente José Balta dispuso la elevación de Chimbote a la categoría de Puerto Mayor.

Para entonces  la compañía ferroviaria Peruvian Corporation, ya había construido una línea férrea que llegaba hasta Tablones, la misma que  se encargaba de transportar el carbón de piedra de las minas de La Galgada, que luego era embarcado rumbo a Europa y Asia.

Fue por esos años cuando los hermanos Juan y Enrique Meiggs trazaron el primer plano de la ciudad, conformado por un damero de 60 manzanas.

Pero a raíz de la guerra con Chile (1879-1884) Chimbote sufrió la destrucción del muelle y el ferrocarril lo que dignificó la pérdida de la categoría de Puerto Mayor. Ello no obstante, el 1895, durante el gobierno del presidente Nicolás de Piérola, Chimbote es elevado a la categoría de Villa,  aunque siempre bajo la jurisdicción del distrito de Santa.

Fue recién a  partir de 1906, tras su creación como distrito, que los ojos del Perú y el mundo volvieron a dirigirse a Chimbote. El 14 de octubre de 1916, durante el segundo mandato del presidente  José Pardo y Barredas, Chimbote recupera la categoría de Puerto Mayor  lo que, a su vez, da lugar a la creación de la Aduana de Chimbote.

La Corporación

Sin lugar a dudas, hay una historia que merece ser escrita aparte y esa es la historia de la Corporación Peruana del Santa. Este organismo de Estado fue creado en 1943 con la expresa misión de promover el desarrollo económico de toda la zona que se extiende a lo largo y ancho de la cuenca del río Santa. En la práctica fue, ni más ni menos, la primera experiencia de gobierno regional descentralizado que ha tenido el país.

En tan solo 23 años,  computados hasta 1966, la Corporación extendió la línea del ferrocarril de Chimbote hasta la ciudad de Huallanca. Asimismo, convencida de los estudios y proyectos elaborados por Santiago Antúnez de Mayolo, construyó la central hidroeléctrica del Cañón del Pato en alianza estratégica con la inversión extranjera. Bajo esta misma y eficaz modalidad, construyó la planta siderúrgica Sogesa, hoy Siderperú.

A ello se sumó en simultáneo la construcción del Terminal Portuario, la gran Maestranza, y gracias a una acertada visión de futuro construyó la primera cadena hotelera del país,  conformada por  los establecimientos de hospedaje de Chimbote, Huaraz, Monterrey y Huarmey.

La gran labor de la Corporación incluyó la construcción de cinco barrios fiscales para sus trabajadores y la implementación del centro recreacional del Vivero Forestal. ¿Se imaginan que otras obras más hubiera hecho la corporación de haber contado con los recursos del canon minero que ahora nadie sabe exactamente a dónde van a parar?.

Lágrimas y decepción

Hemos dejado para el final la mención de los hechos que en más de una ocasión han provocado lágrimas y decepción. Nos referimos a  tragedias  causadas por la naturaleza pero también por la mano del hombre.

Entre las primeras, tenemos que mencionar al gran fenómeno El Niño que se produjo en marzo de 1925 cuando el agua de las lluvias literalmente sumergió a todo Chimbote. Fue tal la furia de la naturaleza que las aguas del río Lacramarca, reclamando su desembocadura original, atravesaron toda la ciudad y llegaron hasta el lugar donde se hallaba el ahora desaparecido Cerro Colorado.

El 3 de enero de 1951, en las faldas del imponente Condorcerro, la explosión de una poderosa carga de dinamita acabó con la vida de 140 trabajadores de la Corporación Peruana del Santa que se hallaban reparando el ferrocarril Chimbote-Huallanca.

La tragedia que sin duda causó más muerte y destrucción ocurrió el domingo 31 de mayo de 1970, cuando un violente terremoto de grado 7.2 redujo a escombros  toda la región Ancash. Solo en Chimbote la cifra de fallecidos superó los 20 mil.

Pero Chimbote también ha sufrido tragedias causadas por la mano del hombre. Durante más de 60 años, amparándose en la alegoría de primer puerto pesquero del mundo,  se ha permitido que  los desagües industriales y domiciliarios  contaminen y destruyan la bahía, ocasionando una de las tragedias ecológicas más grandes y dañinas del planeta.

Dentro de ese escenario, es imposible dejar de mencionar el caso de numerosas obras públicas sobrevaloradas y mal ejecutadas, cuyo impacto no solamente ocasiona un enorme perjuicio a Chimbote sino también ha llevado a más de un funcionario público a pagar sus deudas con la justicia, afectando de la peor manera la imagen de la ciudad.

Al celebrar el 115° aniversario de su creación política, quizá el mejor homenaje que sus autoridades pueden ofrecer a Chimbote, no son discursos ni brindis, sino una gestión preclara, consecuente con su historia y comprometida con su porvenir.