Editorial

::: SI, HACE FALTA UN LÍDER :::

En un breve comentario aparecido en la columna “Actualidad & Política” de nuestra edición de ayer,  nos hemos referido muy sucintamente a la significación del 115° Aniversario de la creación política de Chimbote, haciendo hincapié en un aspecto en el que vale la pena  volver a insistir. Nos referimos al aspecto relacionado con la falta de liderazgo del que adolece nuestra clase política gobernante y que ha dado lugar, en forma específica, para que muchos proyectos a favor de Chimbote hasta hoy no hayan podido ejecutarse.

Si todavía existen importantes proyectos como la ejecución de Chinecas, la modernización del terminal portuario y la recuperación de la bahía El Ferrol, que llevan a la fecha más de tres décadas empolvándose en los escritorios, es porque las autoridades y funcionarios que tuvieron en sus manos la posibilidad, y sobre todo los recursos para de hacerlos realidad, carecieron de voluntad, capacidad y sobre todo liderazgo.

No es extraño que la gran mayoría de estas autoridades y funcionarios adolezcan de este atributo, que en el caso de Chimbote brilla por su ausencia. Ser líder consiste en ponerse a la cabeza de un objetivo común, ser capaz de unir voluntades y hacer realidad ese objetivo sin importar el sacrificio y las adversidades que existan de por medio. Nada se consigue con facilidad. Las cosas no caen del cielo.

Pero no por eso se puede considerar líder a aquel que vocifera, golpea el escritorio y patea el tablero. No, señores. Tampoco es líder aquel que utiliza los dineros del estado para contratar gente que los aplauda y adule a cambio de dádivas. Esos son amantes del egocentrismo y del figuretismo, ídolos de barro que, así como llegan a un cargo público, se van de él hecho pedazos, con más pena que gloria.

Líderes lo han sido Jesucristo y Moisés quienes, sin necesidad de ser reyes ni tener ejércitos poderosos, conquistaron la voluntad de millones de seguidores y le han dejado al mundo un legado de la honestidad y la humildad. Líderes también lo han sido el gran Mahatma Ghandi y el apóstol Martin Luther King, quienes tampoco necesitaron tener un cargo público ni dinero a manos llenas para lograr lo que se propusieron: la justicia, el bien común y la paz de la humanidad.

Salvando las barreras del tiempo y de la condición humana, lo cierto es que en el caso de Chimbote existe lo que podría llamarse una crisis generalizada de liderazgo. Que sepamos, en los últimos años no hemos tenido a ningún personaje que posea o haga gala de esa virtud. Pues el liderazgo no es algo que compra en la tienda de la esquina o que se impone por la fuerza. Es algo que se inspira y se cultiva de buena fe.

Quizás a eso se deba el sabor amargo que dejan nuestras autoridades cada vez que concluyen su gestión o se ven obligadas a abandonar el cargo por  razones judiciales. Tal es el desencanto y la frustración que eso acarrea en la población que, así como están las cosas, los chimbotanos ya no podemos confiar en nadie, ni esperar nada de nadie.

Que esta situación cambie en algo, quizá pueda depender del resultado de las próximas elecciones regionales y municipales. Sin embargo, cabe recordar que los líderes innatos no necesariamente salen de las movedizas canteras políticas sino del terreno firme de la formación moral. De ahí que estemos plenamente convencidos de que en Chimbote hace falta no uno sino muchos líderes.