Editorial

::: EL FESTÍN DE LAS INVASIONES :::

Según una información que se filtró durante una reciente operación de desalojo realizada en la zona de Pampa La Carbonera, la procuradora del gobierno regional de Ancash se apersonó en dicho acto, pero no para defender los intereses del estado como era su obligación  sino más bien para salir a favor de un grupo de invasores de las tierras de Chinecas. El mundo puesto al revés.

Tras haber transcurrido más de una semana desde que se produjo este insólito acontecimiento, el mismo que repercutió en varios medios de comunicación, ni la procuradora ni ningún otro funcionario del gobierno regional se han tomado la molestia de aclarar ante la opinión pública este delicada situación, lo que dice mucho del desinterés que reina al interior del ente regional por el presente y futuro de este maltratado proyecto de irrigación.

De acuerdo con la más modesta de las estimaciones, se calcula en más de tres mil el número de hectáreas de propiedad del proyecto Chinecas que se hallan en este momento en poder de invasores. Una situación que viene de muchos años atrás y que hasta hoy no da indicios de cuándo podrá acabar.

Tan solamente en los últimos diez años, más de un millar de hectáreas de propiedad de Chinecas han terminado en manos de invasores. A las 217 y 308 hectáreas de Nuevo Chimbote,  en este corto tiempo se han sumado  500 más ubicadas en la zona Camino Real de la vecina ciudad de Casma. Estas invasiones tuvieron lugar durante las elecciones regionales del 2010, con el nefasto resultado que ahora todos conocemos y  lamentamos.

La historia, sin embargo, se remonta a veinticinco años atrás cuando, increíblemente,  desde el mismo interior de Chinecas salió la invitación para este alegre festín de invasiones. Un grupo de los llamados campesinos sin tierra, se dice que en contubernio con algunos funcionarios del proyecto, lanzaron la noticia según la cual, tanto ellos como los licenciados de las fuerzas armadas, tenían derecho a cinco hectáreas del proyecto con tan solo inscribirse en un padrón y sin necesidad de participar en una subasta pública ni cosas por el estilo.

Ahora se sabe que muchos de estos beneficiarios solo fueron testaferros de algunos empresarios y gente adinerada, que posteriormente utilizaron las tierras para levantar casas de campo y dedicarse a otras actividades que nada tienen que ver con la agro exportación.

Pero si  este festín continúa desarrollándose  en forma imparable y sistemática como podemos ver más de los días, es porque la música y las palmas salen desde el interior de Chinecas. De otra manera no se explica cómo es que estos invasores, valiéndose de tan solo una constancia de posesión, acceden al uso del agua y de la  infraestructura de riego del proyecto como si fueran legítimos propietarios.

No cabe duda que cosas como éstas repercuten en el ánimo de muchos inversionistas que prefieren adquirir terrenos en otros proyectos de irrigación donde existen las garantías técnicas y legales, menos en Chinecas donde nadie garantiza qué puede suceder mañana. Esa es nuestra triste realidad.