A estas alturas del año, cuando ya es imposible variar los resultados de la gestión 2021, el portal de transparencia del Ministerio de Economía y Finanzas acaba de confirmar lo que ya todos en Chimbote dábamos por descontado: la ejecución presupuestal realizada el presente año por la municipalidad provincial del Santa es de apenas el 20.7 por ciento, uno de los resultados de gestión pública más ínfimos, por no decir calamitosos, que últimamente se han registrado en toda la región Ancash.
Con un presupuesto inicial de S/ 191’153,995 destinado para la ejecución de obras públicas, la gestión del alcalde Roberto Briceño Franco no ha sido capaz de utilizar ni siquiera 40 millones. Como lo dijimos en una anterior oportunidad, si este 20 por ciento de ejecución presupuestal tuviera que evaluarse aplicando el sistema escolar vigesimal, la gestión del alcalde Roberto Briceño Franco tendría 05 en su libreta de notas. Y eso no se debe a la falta de dinero. Lo que falta es capacidad de gestión.
De nada ha valido que el Ministerio de Economía y Finanzas haya puesto a su disposición el segundo mayor presupuesto municipal de toda la región, solamente superado por la municipalidad distrital de San Marcos, considerada el paraíso del canon minero. Dicho presupuesto está por encima del que han recibido otras municipalidades provinciales y distritales que, en contraposición, han logrado superar largamente el 70 por ciento de ejecución presupuestal.
Los hechos son más que elocuentes. En los tres años que ya lleva la gestión del alcalde Roberto Briceño, no se ha ejecutado en Chimbote ninguna obra de impacto. Todas no pasan de ser aleatorias. Ninguno de los grandes proyectos arquitectónicos y urbanísticos que ofreció en su plan de gobierno, se ha hecho realidad. Razón no le falta a una gran mayoría de chimbotanos de arrepentirse por haberlo elegido.
Una promesa incumplidas del alcalde Briceño tiene que ver con el gran problema de la limpieza pública. Enormes montículos de basura ahora forman parte del paisaje cotidiano que ofrece no solo en la zona periférica o sub urbana sino también el mismo centro de la ciudad. Mientras tanto, nadie sabe a ciencia cierta cuántos de los compactadores que el propio alcalde se encargó de adquirir personalmente en China, se encuentran operativos.
Ante este sombrío panorama surge una inquietud según la cual una ciudad desordenada y descuidada, como no puede ser de otra manera, deja de ser atractiva a la inversión y eso es algo que preocupa muy seriamente a Chimbote. Para decirlo sin ambages, en los últimos tres años Chimbote no ha dado un solo paso adelante en esa dirección. Por el contrario, más bien ha retrocedido.
De ahí que lo menos que puede hacer el alcalde Roberto Briceño con motivo de fin de año es explicarle a la población las razones por las cuales solo ha ejecutado el 20 por ciento del presupuesto que ha tenido a su disposición y, de ser posible, enumerar con absoluta seriedad las obras que se propone ejecutar en su último año de gestión. Sinceramente, no creemos que es mucho pedir.