Editorial

SEÑOR MINISTRO, MUY BIEN POR ACORDARSE DE CHIMBOTE

Como bien hemos podido advertir, el reciente nombramiento del científico Modesto Montoya Zavaleta como nuevo titular del ministerio del Ambiente, encierra para Chimbote un significado muy particular. No solamente porque en  sus primeras declaraciones ante la prensa haya dejado constancia de su honda preocupación por la situación de la bahía El Ferrol, sino también  por un factor de innegable identificación.

A comienzos de la década de 1950, a la temprana edad de cinco años, el ahora ministro Montoya  llegó a este puerto procedente de su natal Salpo (La Libertad) instalándose junto a su familia en una vivienda de adobe ubicada en la cuadra 13 del jirón Manuel Ruiz. Luego de pasar por las aulas de la Escuela Pública Ramón Castilla del Barrio el Progreso, en 1965 egresó del emblemático Politécnico Nacional del Santa, ocupando el primer puesto del cuadro de méritos de su promoción.

A partir de ahí, sus estudios en la UNI y su especialización en diversas universidades del mundo,  le han permitido  convertirse en un reconocido experto en la rama de física nuclear. Aparte de ejercer la docencia universitaria, actualmente es miembro de diversas instituciones de investigación científica, tanto nacionales como internacionales.

Ha sido en mérito a esta trayectoria, ganada con esfuerzo propio, que en el año 2015 la Municipalidad Provincial del Santa lo declaró Hijo Ilustre y le concedió la Medalla de la Ciudad. Hace poco, en una decisión unilateral que aparentemente obedeció a motivaciones políticas, el actual alcalde provincial intentó desconocer este reconocimiento aunque sin conseguirlo.

Coincidimos en que la gestión que se le ha encomendado al ministro Montoya  debe  desarrollarse en función  a los intereses del país, pero también en función a la necesidad de enfrentar problemas de gran envergadura. Uno de ellos es precisamente la descontaminación de la bahía de Chimbote, que hace mucho tiempo reclama la atención del estado como bien lo ha hecho notar el ministro Montoya. La contaminación de la bahía de Chimbote es una de las tragedias ambientales más graves que ha sufrido el planeta,  con el agravante de haber sido provocado de manera deliberada por la mano del hombre.

El ministro Montoya  conoce este problema en todos sus extremos porque lo ha vivido. Él ha estado presente cuando la tragedia ambiental comenzó en los años 60 con el arrojo directamente al mar de los desagües generados por la industria pesquera. Como muchos de sus contemporáneos, él también tuvo que dejar de bañarse en la hermosa playa ubicada frente al malecón Grau cuando ésta fue invadida por un mar contaminado y maloliente. Hecho que se produjo tras la destrucción del Cerro Colorado para construir un molón que nadie sabe exactamente para qué sirve salvo haber sumergido por completo los sesenta metros de arena que se extendían a todo lo largo del malecón. Para colmo, debido a la más absoluta indiferencia de las autoridades, los desagües domésticos de la ciudad también continúan siendo arrojados directamente a la bahía. Peor tragedia ambiental, no puede ocurrir en el mundo.

En los últimos veinte años, se ha llevado a cabo la elaboración de varios estudios y planteamientos orientados a descontaminar la bahía de Chimbote.  Pero todo ha quedado en buenas intenciones y nada.  Es indiscutible que la solución del problema necesita de una gran voluntad política a nivel de gobierno central, lo que no significa poner el caso en manos de políticos que solo buscan protagonismo personal. Necesariamente, el caso tiene que estar en manos de expertos en gestión ambiental y oceanografía, cosa que solamente el ministerio del Ambiente y otros organismos directamente involucrados pueden garantizar. Eso es lo que Chimbote espera del  ministro Modesto Montoya.