Preocupante realidad:
No se trata de una sola institución educativa, ni de dos. Son varios los locales escolares de Chimbote que en este momento se encuentran en deplorables condiciones de mantenimiento a tal punto que hace mucho tiempo representan un serio peligro para la seguridad e integridad física de los estudiantes. Situación que, desde luego, merece la inmediata intervención de las autoridades educativas.
Tal como lo hemos dado a conocer hace unos días, uno de estos planteles es el emblemático colegio Inmaculada de la Merced, con más de cincuenta años de antigüedad, cuyos techos y paredes ya empezaron a desprenderse amenazando con venirse abajo por completo en cualquier momento.
Otro de ellos es el también emblemático Manuel Gonzales Prada, cuya infraestructura muestra de manera alarmante el desgaste que produce el paso de los años. Precisamente en una reciente visita a este local, la titular de la Segunda Fiscalía de Prevención del Delito Carmen Osorio Fernández ha exhortado al director del plantel a no utilizar los pabellones considerados de alto riesgo por constituir un serio peligro para los estudiantes. Simplemente inconcebible.
En ambos casos, docentes y padres de familia coinciden en la necesidad de solicitar a las autoridades y organismos encargados la inmediata reconstrucción integral de los locales y no solamente un retoque exterior. Por lo pronto, para el día de mañana la congresista ancashina Kelly Portalatino ha anunciado el arribo a Chimbote de la directora ejecutiva del Programa Nacional de Infraestructura Educativa (PRONIED) Milagros del Rosario López Aliaga, a fin de constatar en el terreno mismo el estado en que se hallan estos locales escolares.
Aún cuando las clases presenciales podrían aplazarse por medio año más, eso no quita que los locales escolares deben mantenerse en perfectas condiciones y no representar un peligro para los alumnos.
¿CUSTODIOS DEL ORDEN?
Inquietante situación:
Por más que quisieron conciliar el sueño, el último fin de semana los vecinos de la manzana 15 de la urbanización Nicolás Garatea de Nuevo Chimbote tuvieron que pasar toda la noche en vela. La causa fue el ensordecedor ruido que producía un conjunto musical de los llamados chancalatas, que se prolongó desde la noche anterior hasta la madrugada del día siguiente.
Ante la impotencia de los angustiados vecinos que no sabían a quién más acudir, de nada sirvieron las llamadas a la policía y el serenazgo. Nada ni nadie pudo interrumpir el escándalo. Para desconcierto de todo el mundo, pronto se supo que la fiesta había sido organizada nada más y nada menos que por un sub oficial de la Policía Nacional, quien no tuvo mejor idea que celebrar su cumpleaños en plena vía pública. El derecho a la tranquilidad del vecindario, fue lo de menos.
Como si no fuera suficiente la ocurrencia de faltas leves y graves que más de los días protagonizan los miembros de esta institución tutelar, la parranda callejera organizado por el efectivo policial dice mucho del respecto que merece para los miembros de esta institución el derecho de los demás.
Ya bastante ha soportado la ciudadanía con la prolongada suspensión del patrullaje callejero, que por fin ha retornado después de varios meses, como para tener que soportar ahora esta falta de respeto.
La pregunta que se cae de madura es ¿con qué autoridad moral podrá este efectivo policial intervenir a otras personas que como él pisotean el derecho ajeno? ¿De qué custodios del orden podemos estar hablando?